La industria de la imagen
Philip Galle: Caza de pájaros, 1578. Aguafuerte y buril, 200 x 267
La propuesta no es tanto la de presentar un panorama de los artistas activos, cuanto de las modalidades de la producción de estampas en la época
La exposición recoge 120 grabados y álbumes y está concebida en términos bastante didácticos. La claridad informativa es uno de los requisitos para articular plausiblemente la complejidad del tema. Nos sitúa en el lugar, con vistas al aguafuerte de Bruselas, Amberes y Amsterdam, y en el contexto político y cultural de la época, con retratos de personalidades y representaciones de acontecimientos, y pasa luego a diferenciar aspectos y rasgos del arte de la estampa en el período tratado. El capítulo que engloba a todos los demás está destinado a las obras de los principales inventores de imágenes y los procedimientos, y en los apartados sucesivos se diferencian los grandes ámbitos temáticos: la publicitación de obras pictóricas italianas, los asuntos religiosos, mitológicos, de género y la reproducción de esculturas y ornamentos arquitectónicos.
Con esta especie de síntesis del estado de cosas atiende esta cuidada muestra a la globalidad de la producción, dominada por los artistas que se señalan como principales: Lucas de Leide, Heemskerck, Stradanus y Martín de Vos. La mayor parte de las estampas corresponden a la segunda mitad del siglo XVI. Priman, así pues, los autores del manierismo inicial, pero no se desarrolla verdaderamente una historia de la estampa manierista, puesto que quedan fuera de consideración artistas importantes que vivieron su momento de mayor esplendor hacia 1600, como es el caso de Jan Gossaert y Hendrik Golzius. Sí tienen, en cambio, una mayor presencia los antecedentes de éste en Haarlem y Amberes, Marten van Heemskerk y Frans Floris. Se entiende menos la ausencia de un autor como Dirck Vellert, destacadísimo en la historia del grabado del s. XVI, y cercano a Lucas de Leide, con quien coincidió en Amberes y con quien compartió el influjo de Alberto Durero. Pero la propuesta no es tanto la de presentar un panorama de los artistas activos, cuanto de las modalidades de la producción de estampas en la época. Por eso, los acentos recaen más sobre los grabadores y sus talleres que sobre los artistas o "inventores".
De este modo se traza, más que un mapa artístico, el universo del mundo de la edición, que es una visión mucho más apegada a la realidad y a la práctica. Se hace posible, por consiguiente, reconocer rasgos característicos de los diversos talleres, y muy especialmente los de la ciudad de Amberes, por entonces la ciudad por antonomasia del libro impreso, donde trabajaron Philip Galle, Jode, Van der Heyden y otros estampadores importantes.