Image: En la periferia de Juan Ugalde

Image: En la periferia de Juan Ugalde

Exposiciones

En la periferia de Juan Ugalde

"Del bloque a la chabola"

18 octubre, 2000 02:00

Eva, 2000 (díptico). Técnica mixta sobre lienzo, 230 x 400

Galería Soledad Lorenzo. Orfila, 5. Madrid. Hasta el 14 de noviembre

La obra de Juan Ugalde se ha mantenido voluntariamente fiel a sus líneas de fuerza y orientación e, incluso, ha experimentado sólo ligeros cambios formales en el transcurso de esta década. De los primeros, destaca, fundamentalmente, su condición de pintor, pintor que se sirve con exquisita voracidad de un amplio conjunto de imágenes procedentes de fotografías tomadas por sí mismo y, también, de otras de postales, cómic, foto-documentos, etcétera, con los que constituye, o mejor restituye, la visibilidad hiriente a una realidad entorno, que bien podríamos describir con los términos del enunciado del título de la exposición: Del bloque a la chabola, bien con algunas de las expresiones del artista recogidas en el catálogo: "Todo tiene que ver con todo. Somos un bloque de viviendas y una lata de cerveza". "El arte como túnel subterráneo, como máquina de definir momentos". "Los bloques de viviendas se podrían poner en lugares estratégicos como monumentos a los derechos humanos, o a la unión de los pueblos... todo es político, todo es social, todo es mental".

De lo segundo, es decir, de su continuidad formal, he de apuntar que, desde principios de la década que ahora concluye, Ugalde se ha entregado casi monográficamente a la técnica del collage, generalmente con una imagen dominante central al cuadro, en cuyo rededor aplica la pintura, y cuya imagen final se ve salpicada de figuras diminutas que establecen un diálogo irónico, sarcástico o vitriólico con el medio sobre el que han sido dispuestas por el pintor. Desde esa perspectiva, dos han sido, a mi juicio, sus principales cualidades. La inteligencia en la selección de sus motivos protagonistas -que no desdeña, tampoco, entroncar con aquellos u homenajear a aquellas miradas con las que coincide, un viaje entre Buñuel y Berlanga, en su revelador sentido del humor-, con los que ha construido tramas argumentales substanciales: los edificios de la periferia de las ciudades, las colonias de "adosados", las chabolas o los basureros y depósitos de residuos urbanos; también tipos humanos "excéntricos" dentro de su realidad social y otros que podríamos decir desplazados de su ambiente local o, quizás mejor, que conforman un ambiente desplazado del que les correspondería en su localidad y, por último, y en menor medida, paisajes naturales, nirvanas exteriores, a los que cerca ya la civilización como aviso de su inmediata cárcel de ladrillos.

Una segunda cualidad es su habilidad para encajar fotografía y trazo pintado, de modo que la imagen adquiere sentido y consistencia no por la inmediatez reconocible de la primera, sino por la carga de verdad de la segunda. Esta propiedad, apreciable en el conjunto de su obra, adquiere en las obras de esta exposición un calibre semejante al de las dimensiones de las piezas. Si éstas son realmente espectaculares, no lo es menos el resultado obtenido. Es como si Juan Ugalde hubiese alcanzado la escala más apropiada para la medida de sus intenciones. A la vista está que los que sustentan y a la vez llevan la mirada por la superficie del cuadro son la tensión y la energía que se desprenden del gesto expresionista que mancha, amplía, superpone o reconstruye la realidad de lo fotográfico hacia lo real pintado. El color o los colores sirven a este propósito y, en ocasiones, confieren por sí mismos identidad a lo fotografiado; así ocurre en el caso de los retratos, a los que un profundo verde esmeralda da profundidad acuosa (por cierto que entre sus referencias favoritas, así ocurre también ahora, siempre han estado los barcos, las traineras, las cosas del mar). De hecho, al abarcar las dimensiones que hemos talonado, Juan Ugalde ha apagado algo el sencillo, que no fácil, humorismo de su obra precedente, que adquiere ahora más que un rictus de seriedad, un hálito cierto de trascendencia en las imágenes, más densas, más cargadas de significados laterales internos, más propicias a que su mera presencia contenga su propia narración, un cuento grave.

Nacido en Bilbao, en 1958, el pintor Juan Ugalde expuso, colectiva e individualmente, por primera vez en 1978. Su obra inicial aborda la pintura desde una ácida mirada al entorno visual e ideológico dominante, sirviéndose de motivos que proceden del despliegue de los medios, el cine, el cómic, en un tratamiento tan brutal como dinámico, en el que el color actúa como instrumento activador y significante. Posteriormente, conforma un modelo singular de realismo sucio, en el que confronta imagen fotográfica y pintura, en una concepción de la realidad tan corrosiva por su humor como rotunda de presencia. Desde 1985 ha estado presente en varias ediciones de Arco. En 1990, junto con Patricia Gadea y Dionisio Cañas, formó el grupo Estrujenbank, que realizó distintas exposiciones hasta el año 1994. En 1992 gana el primer premio de pintura L’Oréal. Recientemente, ha sido uno de los tres artistas españoles seleccionados en la primera convocatoria hispanofrancesa del premio Altadis. Su obra está presente en las colecciones del MNCARS, Fundación "la Caixa", Fundación Coca-Cola y Banco de España, entre otras.