Cuando Colita, Ramón Masats o Cristina García Rodero recorrieron la ciudad cámara en mano
La Fundación Foto Colectania de Barcelona reúne 160 fotografías en una exposición centrada en lo urbano.
4 febrero, 2024 01:14Decía Georges Perec que su problema con las clasificaciones es que una vez ordena dicho orden caduca; Roland Barthes se preguntaba cómo categorizar las imágenes; Borges dividió el mundo animal por taxonomías poéticas e Ignasi Aballí agrupó titulares similares de la prensa nacional en sus Listados.
La osadía de clasificar y organizar el mundo se tambalea en su voluntad de infinitud y pragmatismo; al fin y al cabo, no deja de ser nuestra única herramienta para conocerlo. Una colección también es un pequeño mundo, poblado de sinergias y contradicciones, de lugares comunes e imágenes únicas.
La colección fotográfica de Fundación Foto Colectania de Barcelona, con más de 3.000 fotografías, se expande en el universo de nuestra memoria colectiva como un archipiélago de recuerdos de España y Portugal desde los años 50 hasta la actualidad.
La ciudad, y todo lo que esta vertebra, es el denominador común de este relato fragmentado
Una red de relatos históricos, sociales, íntimos, también surrealistas, que Carles Guerra, el comisario de la exposición El curso de los acontecimientos, ha revelado seleccionando 160 obras de entre sus fondos; narrativas que evocan intrahistorias, relatos incómodos, invisibles, eclipsados. Imágenes que se leen en vertical y en horizontal, que juegan libres en el tablero del cubo blanco.
“He trabajado a partir de fotos icónicas; la idea era ir a contrapelo de esa iconicidad, el problema es que estas fotos ensombrecen a otras que no la tienen, así que, si ha habido posibilidad de tener una secuencia, la he rescatado sin dudar”, nos cuenta Guerra sobre el complejo proceso de selección de las imágenes.
Un proceso en el que mantuvo la voluntad de no renunciar a la heterogeneidad que comprende esta colección, generacional y temáticamente, desde los dibujos de Helena Almeida hasta Xavier Miserachs. No quería hacer un comisariado fácil extrayendo una temática, sino hacer algo poliédrico, algo que mantenga su interés y su sentido.
El dispositivo que ha diseñado Guerra utiliza la naturaleza polisémica y heterocrónica de la imagen para crear nuevos relatos, como hacía Eisenstein en su teoría del montaje cinematográfico, en la que una imagen de un ojo seguida de una imagen del agua evocaba la idea de llanto en el espectador, así la exposición es un ejemplo de la relación dialéctica que se establece entre las imágenes que debe ser descubierta por la mirada activa del visitante.
[La fotografía como herramienta para cuestionar, construir y documentar la realidad]
Las imágenes no son inocentes y evidencian un modo de ver el mundo, una selección de la realidad. Guerra las ha agrupado en ocho nodos o constelaciones que se despliegan en 24 secuencias como un atlas temático a la manera que hizo el historiador Aby Warburg en su Atlas Mnemosyne, un proyecto de investigación heurística sobre la memoria y las imágenes que despliega en el montaje la capacidad de producir, mediante encuentros visuales, un conocimiento dialéctico de nuestra cultura.
En el atlas de Foto Colectania encontramos 32 grandes autores como Pilar Aymerich, Cristina García Rodero, Manolo Laguillo, Colita, Laia Abril, Francisco Gómez, Leopoldo Pomés o Ramón Masats, autores de diversas generaciones conviviendo en los que domina la fotografía de calle desde la mirada masculina. “La fotografía de calle que aparentemente salía a descubrir lo inesperado está profundamente marcada por la libido masculina”, afirma el comisario.
Es cierto que la ratio de fotógrafos masculinos y femeninos en esta colección es muy desproporcionada, aunque como afirma el director de la institución, Pepe Font de Mora, “están trabajando en compensar esta diferencia adquiriendo el notable trabajo de fotógrafas contemporáneas”.
La fundación Foto Colectania es una institución privada fundada en 2002 con una impecable trayectoria en el trabajo de conservación y divulgación de nuestro legado fotográfico. Impulsada por su presidente Mario Rotllant, vicepresidente de Coca-Cola Iberian Partners, un apasionado de la fotografía que comenzó este proyecto a partir de la adquisición de una foto de Chema Madoz.
[Una colección de fotografía que echa chispas]
Cabe destacar algunas piezas, las inéditas que nunca se habían exhibido como la maqueta del libro de Joaquim Gomis o los dibujos preparatorios de Helena Almeida, o la imagen seminal de la exposición un Sin título de Xavier Miserachs, un retrato urbano de la calle Pelayo de 1962 donde la identidad del hombre en primer plano queda desdibujada, perdida entre la multitud.
También alguna rareza técnica hoy en desuso, como los Cibachrome de Francisco Gómez o Miguel Trillo. La exposición viajará durante este año a la Warehouse del coleccionista Martin Z. Margulies en Miami, dándole una trascendencia internacional.
La ciudad y todo lo que esta vertebra es el denominador común de este relato fragmentado. Se refleja en las manifestaciones con represión policial durante la transición de Pilar Aymerich o la ocupación urbana de las cigüeñas que anidan en lugares inimaginables de Txema Salvans, que a su vez dialogan con la geometría urbana de Paco Gómez o con la belleza de los líquenes de Ton Sirera.
El paisaje urbano de Manolo Laguillo acompaña el retrato de la pareja de Humberto Rivas, ya que salían a fotografiar juntos la Barcelona desindustrializada de finales de los 70. Una red de significados significantes que trascienden lo evidente, dibujando también lo afectivo, lo urbanístico, lo biológico o lo político en imágenes únicas que nos confrontan con lo que somos.