Al final de la escapada (1960) de Jean-Luc Godard marcó un antes y después en la historia del cine, por su libertad creativa y su rebeldía para romper con la tradición cinematográfica instaurada. También supuso un cambio para Jordi Socías (Barcelona, 1945), a quien le hizo descubrir “que había otra forma de entender las cosas”, comenta el fotógrafo a El Cultural. El barcelonés expone en la galería Fernández-Braso La luz es la forma, un recorrido por su trayectoria, desde mediados de los 70 hasta la actualidad.
El lenguaje cinematográfico y la Nouvelle Vague fueron algunas de las motivaciones de Socías, por entonces un joven relojero de 27 años, para cambiar el Casio por la Leica y Barcelona por París. “Al darme cuenta de que tenía aptitud para hacer fotografía fui allí a formarme”, de ahí que el fotógrafo se considere "afrancesado” en su oficio.
Después se plantó en Madrid y rápidamente comenzó a hacerse un hueco en el mundo periodístico que, en ese momento, relucía gracias a la Transición. Pasó por las redacciones de Cambio 16, Madrid me Mata o El País Semanal, y con sus fotografías puso cara a la oposición antifranquista.
Aunque rehúsa añadir el término periodista a su condición de fotógrafo, porque “sus fotografías cuentan ya una historia en sí misma”, Socías siempre ha trabajado dentro de la prensa. Por lo que sus exposiciones consisten en un extenso archivo fotográfico producto de su largo recorrido por el periodismo y que recoge dos de sus facetas más importantes: el retrato y las escenas callejeras.
En sus fotografías, la mayoría realizadas en un blanco y negro que, como Socías recalca, no busca apelar a la nostalgia, sino diferenciarse de la realidad, “la luz es un factor fundamental que actúa como elemento expresivo y dramático para contar historias y destacar objetos”.
Destaca también la forma en la que el fotógrafo barcelonés pone a dialogar imágenes aparentemente inconexas en tiempo y lugar, y les dota de un sentido nuevo, algo que había ya indagado en su exposición Una mirada particular, en el Museo del Romanticismo y que asegura que continuará haciéndolo en el futuro. Esta simbiosis ocurre en fotografías expuestas como Algunas referencias, Coupe de Chapeau, Kodachrome o Encriptados, donde Socías elige mezclar retratos con paisajes que invitan a pararse a reflexionar sobre los motivos de su unión.
[Lo mejor de PHotoEspaña en diez disparos]
Por otro lado, instantáneas como la del parque del Tibidabo o la del antiguo Cine Lumiere del barrio Bellvitge de L'hospitalet de Llobregat en Barcelona, con la que Socías se dio cuenta de que podía convertirse en fotógrafo, reflejan ese toque neorrealista con el que el artista trata los espacios.
Para él la fotografía fue una forma de viajar por todo el mundo, y esto no sólo le abrió las puertas profesionalmente sino también la mirada. Una mirada muy trabajada después de 50 años de oficio y que se topó hace 44 con los siempre abiertos ojos de Salvador Dalí. “Mi historia con el retrato empieza con Dalí. Y en su caso me lo pensé muy bien porque le habían fotografiado mucho. Así que decidí sintetizar en el ojo toda la información sobre él”.
Después de los ojos del pintor llegaron otros tantos: Marina Abramović, Norman Foster, Alberto Moravia, Penélope Cruz, Rossy de Palma, Robert De Niro e innumerables celebridades nacionales e internacionales del mundo de la cultura. En sus retratos, Socías es rápido y preciso, porque su mitomanía confesada le hace enfrentarse a sus modelos con los deberes bien hechos. “He tenido la suerte de estar con tantos personajes tan conocidos, que cuando llegas tienes que saber qué foto quieres hacer”.
Condensar el carácter de un personaje en un par de disparos no es tarea fácil. Sin embargo, los retratos de Socías son capaces no solo de transmitir los rasgos de la personalidad sino también jugar con ellos para configurar una puesta en escena que se deja llevar por el espíritu surrealista de su gran referente, Man Ray, como ocurre en Arroyo-Gordillo (2010) o incluso en Ai Wei Wei (2021), una de sus últimas fotografías.
Respecto al panorama de la fotografía actual, a pesar de todos los cambios que ha vivido su oficio, para Socías no hay mucha diferencia entre lo digital y lo analógico. “A estas alturas, de la parte más técnica se encargan las cámaras, pero lo importante es saber cómo y cuándo sacar una foto y a mi eso después de tanto tiempo ya me sale rodado”.
A sus 78 años, el barcelonés asegura que “no es que no haya abandonado la cámara, lo que no he abandonado son las fotos”. Además de esta “penúltima” muestra, que se puede ver hasta el próximo 25 de julio, Socías cuenta que está sumergido en su archivo para preparar su próxima exposición, que tendrá lugar en febrero en la Fundación Canal de Isabel II y que quizá se llame Al final de la escapada. Un bonito final, para un bonito comienzo.