Los últimos años del escultor Juan Muñoz: regreso a su arte más reconocido
La exposición 'Todo lo que veo me sobrevivirá', en la sala Alcalá 31 de Madrid, revisa las fases finales de la trayectoria del artista a través de un conjunto excelente de piezas
28 febrero, 2023 02:10Estamos ante un retorno artístico de intensa significación. Manuel Segade nos trae de nuevo la obra de Juan Muñoz (1953-2001) cuando hubiera cumplido 70 años de edad y a los 22 años de su prematuro fallecimiento, con tan sólo 48 años. El primer paso es la presentación de un conjunto de 21 piezas excelentes, instalaciones escultóricas de formatos y extensiones diversas, en un montaje que dialoga con las características arquitectónicas del edificio que las acoge.
El título de la muestra, Todo lo que veo me sobrevivirá, es una cita de la poeta rusa Anna Ajmátova que Juan Muñoz recogió en una de las últimas notas de sus cuadernos de preparación para la que fue su última exposición, en la Tate Modern de Londres en 2001. El título se utiliza aquí como una hermosa alusión poética a la pervivencia de las obras, más allá de la caducidad de la vida de los artistas.
La datación de las piezas se sitúa básicamente en la pasada década de los noventa, aunque también hay una de 1989 y otra de 2001. Estamos ante las fases finales de la trayectoria creativa de Juan Muñoz, en la que llegó a alcanzar un intenso reconocimiento internacional. El paso siguiente de este retorno será otra exposición, en el CA2M de Móstoles, que se abrirá en junio coincidiendo con la fecha de nacimiento del artista, en la que veremos el recorrido de sus obras desde los inicios hasta la década de los ochenta.
[Juan Muñoz, dibujante o trilero]
Este juego con los cursos del tiempo –recobrar la obra de Juan Muñoz, el gran artista que se marchó tan pronto, en dos fases que van en sentido inverso al de su desarrollo temporal, desde lo último hasta sus primeras fases–, es un signo alusivo acerca de lo vivas y radiantes que siguen estando sus obras. Todas ellas determinadas por la interacción que despiertan al mirarlas, un aspecto subrayado por Muñoz con la utilización de espejos que reflejan a la vez sus esculturas y los que las miran, que quedan así introducidos en la instalación interactiva que las constituye.
Aquí, en la sala de Alcalá 31, nos llevan explícitamente a esta cuestión las piezas Sara with Blue Dress [Sara con vestido azul] (1996) y Allo Specchio [En el espejo] (1997). Y esto es lo que dejó escrito Juan Muñoz sobre lo que podemos ver en ellas y sobre cómo lo vemos: "Mis personajes se comportan a veces como un espejo que no puede reflejar. Están ahí para contarte algo acerca de tu mirada, pero no pueden, porque no te dejan verte a ti mismo". Ahí estamos: mirar, querer verlo todo, y ese flujo te lleva a ser mirado, visto, en el reflejo de lo diverso.
Una cuestión que se prolonga en la instalación Dos centinelas sobre suelo óptico (1990), situada en la entrada, figuras de sombra con armas, que nos remiten al control de nuestras miradas. Y también en las piezas de balcones: Balcony [Balcón] (1991) y Nîmes Balcony [Balcón de Nimes] (1994), en ambos casos balcones sin nada ni nadie en ellos, vacíos. "El vacío no se muestra. Se muestra el deseo de que este se llene. [...] Yo no veo ahora los balcones vacíos; hablan de cualquier cosa, menos de sí mismos. Son imágenes que ya están allí, que ya han sido utilizadas", decía. Nuestra mirada elimina el vacío…
Ir y venir en la mirada, en la visión, ahí se sitúa el núcleo referencial de las obras de Juan Muñoz: nada está cerrado en la inmediatez de las piezas, todo queda abierto al flujo interactivo que provocan al acercar a ellas nuestras miradas. Además de ocasionar "el relleno" del vacío, los personajes nos acercan la semejanza en la distancia. En la segunda mitad de los noventa esto se fue concretando en las figuras caricaturescas de enanos, muñecos de ventrílocuo y de "chinos", como el propio Muñoz las identificaba.
El paso siguiente de este retorno será otra exposición, en el CA2M de Móstoles, que se abrirá en junio coincidiendo con la fecha de nacimiento del artista
En relación con esto último se sitúa la recuperación de la enérgica instalación escultórica Plaza (1996), que puede verse de nuevo por primera vez desde su presentación en el Palacio de Velázquez del Retiro, en el marco de la exposición que el Museo Reina Sofía dedicó entonces al artista. Es un conjunto de 27 figuras de tonalidad gris, de "chinos" que ríen. No se puede entrar dentro del círculo abierto que forman, y así la temática del espejo, de la identidad y la diferencia, se abre según te aproximas, vas rodeándolas desde fuera, y acabas percibiendo a los otros de tu yo.
La figura colgada por la boca en el techo de la sala: Con la corda alla bocca [Con la cuerda en la boca] (1997) y las dos figuras de papel absorbente con persiana de 1999 nos hablan de la paradoja de la representación: no alcanzamos a comprender la motivación de lo que vemos.
[Juan Muñoz. Sospechar del ojo]
Estamos ya en la fase final del recorrido creativo de Juan Muñoz. Pero como cierre es significativo el retorno a la risa de las figuras colgadas de la pared en sillas en la pieza datada en el año de su muerte, en 2001: Two Seated on the Wall [Dos sentados en el muro]. ¿Se ríen ante su posible caída? La respuesta queda abierta, como la vida misma, ante nuestro deseo de mirar y llegar a ver a dónde vamos. Juan Muñoz: mirando desde fuera, llegar a ver en profundidad.