El valor de los artistas se fija en la memoria colectiva a través del curso del tiempo, y para ello tienen una gran importancia las actividades diversas que transmiten el recuerdo y la valoración de artistas que ya no siguen vivos pero cuyas obras sí lo están.
En este recién iniciado 2023, tras la rememoración ya en proceso de Pablo Picasso en coincidencia con el cincuenta aniversario de su fallecimiento, se abre también la atención hacia la obra de otro de nuestros grandes artistas: Joaquín Sorolla (1863-1923), que tendrá lugar a lo largo de 2023 y 2024, en este caso por el centenario de su muerte.
Sorolla. Orígenes, según se indica, intenta desvelar un “Sorolla antes de Sorolla”, presentando un conjunto de obras en su mayor parte desconocidas públicamente. La muestra está articulada en cuatro secciones: “Entre Valencia y Madrid”, “La Exposición Regional de 1883”, “Los grandes premios”, y “El arte de retratar”.
'Sorolla.Orígenes' presenta un conjunto de obras en su mayor parte desconocidas públicamente
En ella se han reunido 93 obras: 67 pinturas, 26 fotografías documentales, 6 dibujos y otras piezas también documentales. El propósito y objetivo está plenamente definido: se trata de recorrer los inicios que llevaron a Sorolla a configurar y desarrollar sus planteamientos artísticos.
Lo que vamos viendo nos sitúa en el ámbito de lo difícil que resulta avanzar hasta consolidar la vida plenamente en el trabajo artístico. En el caso de Sorolla, siempre en el horizonte de la pintura, los inicios pueden situarse en 1878-1879, con su formación en las Escuelas de Artesanos, donde estudió dibujo, y en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, a la vez que junto a las clases trabajaba en el taller de cerámica de su tío José, todo ello en su Valencia natal.
[El reverso oscuro de Joaquín Sorolla]
Entre 1879 y 1881 va participando en diversas exposiciones en Valencia. En 1881 viaja por primera vez a Madrid, y desde entonces y hasta 1883 estudia de manera intensa en el Museo del Prado las obras de Velázquez, sobre las cuales hace algunas copias, y también de Ribera.
Su participación en Valencia en la Exposición Regional de 1883 y meses después en Madrid en la Exposición Nacional de 1884 irán marcando su consolidación en la escena artística de España, ya con la realización de cuadros de gran formato por los que obtiene distinciones y premios.
En 1884 obtiene una pensión de la Diputación de Valencia para ir a estudiar a Roma, donde así pudo ampliar su conocimiento y contacto con los clásicos.
Todo ese flujo, complejo y lleno de factores determinantes de lo que acabaría siendo el Sorolla maduro, es lo que la muestra nos transmite con buenos criterios de ordenación y montaje expositivo.
La exposición es como un portal que al abrirse nos lleva a lo que será el gran Sorolla pintor
Dos pinturas de 1884 nos permiten ver su interés por los dramáticos sucesos de los enfrentamientos con la Francia napoleónica en la Guerra de la Independencia. Uno de ellos, Dos de mayo, se encuentra en el Museo del Prado, pero aquí podemos ver un intenso y ya muy completo boceto.
El otro cuadro, El grito del Palleter, nos permite ver a un labrador de los que vendían paja, un personaje histórico real que tuvo un importante papel en la contienda.
[Este Sorolla no se ha visto en 50 años]
La acumulación de figuras en ambos casos nos transmite la intensidad plástica con la que Sorolla era capaz de representar, ya entonces, los rostros, cuerpos, y modulaciones de los seres humanos.
Junto a diversas variantes, destacan también algún bodegón, las representaciones de desnudos masculinos y femeninos, en ciertos casos asociados a temáticas mitológicas, así como algunas marinas, paisajes y retratos en los que ya vemos algunas de las temáticas centrales del Sorolla maduro.
Particularmente relevante es la pintura Mis amigos (1884), considerada como un conjunto de estudios de ocho cabezas masculinas, de quienes fueron probablemente sus modelos para los cuadros de historia, y que impresiona por su fuerza expresiva.
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En definitiva, Sorolla. Orígenes es como un portal que al abrirse nos lleva a lo que será el gran Sorolla pintor, uno de los más relevantes en la transición entre los siglos XIX y XX, con su dominio de la luz, las imágenes marítimas y el retrato como ejes.
Doce meses para un pintor
El año dedicado al llamado pintor de la luz ya ha comenzado. La primera exposición es esta que recuerda los orígenes del que luego será el retratista de las élites. Y siguiendo esta línea el Ministerio de Cultura, que acaba de anunciar la creación de la Comisión Nacional para la celebración del centenario de Joaquín Sorolla, adquiría el pasado mes de diciembre las pinturas En la posada, La esclava y la paloma. Desnudo y El oferente, pertenecientes al periodo de formación del artista, por 357.000 €.
En Barcelona, el recién abierto Palau Martorell muestra hasta marzo Sorolla. Cazando impresiones, comisariada por Blanca Pons-Sorolla y María López, con 193 óleos en pequeño formato. Vendrá enseguida (17 de febrero) la inmersiva en el Palacio Real, Sorolla a través de la luz; en abril, la comisariada por el escritor valenciano Manuel Vicent en el Museo Sorolla; y, en junio, la organizada por la Fundación Masaveu Peterson y el Museo de Bellas Artes de Valencia.