Cuentan que Man Ray a principios de los años veinte un día encendió por error la luz de su taller. De aquella exposición casual del papel sensible al foco luminoso surge un nuevo modo de entender la fotografía, expandiendo infinitamente sus posibilidades. El fotograma, como así se conoce esta técnica que logra instantáneas sin cámara, ya se conocía desde mediados del siglo XIX, pero Man Ray sistematizó su uso retratando objetos cotidianos en composiciones monocromas, poéticas e ingrávidas, que hacen flotar misteriosamente los objetos elevando esta técnica a la categoría de arte. Por otro lado, László Moholy-Nagy publica en 1925 su libro Pintura, fotografía, cine en el que sienta las bases de un nuevo lenguaje visual donde la imagen negativa del fotograma se convertía en una nueva manera de ver el mundo en sintonía con el zeitgeist surrealista, encerrando también subversivos mensajes de crítica política o social.
Man Ray, junto con Moholy-Nagy y otros grandes nombres de la historia de la fotografía como Barbara Kruger, Thomas Ruff, Wolgang Tillmans, William Klein o Dora Maar, protagonizan la exposición Visiones expandidas. Fotografía y experimentación. Es la tercera coproducción entre la Fundación ”la Caixa” y el Centre Pompidou que se estrena en su sede madrileña en primicia antes de itinerar por otras ciudades españolas como Barcelona, Sevilla o Valencia.
De los extraordinarios fondos del centro francés la comisaria Julie Jones, conservadora del departamento de fotografía del Pompidou, ha seleccionado 172 obras de 107 artistas desde comienzos del siglo XX hasta nuestros días, que exploran la fotografía como un campo de juegos sin reglas, donde la creación surge de errores, casualidades, deconstrucciones, derivas.
Abunda la abstracción y el 'collage', aunque también destacan piezas en las que la propia naturaleza de la fotografía es asaltada
Una libertad de acción y pensamiento que define las vanguardias artísticas de principios del siglo XX como el futurismo, el constructivismo o el surrealismo, que se entrelazan en esta exquisita muestra dejando que convivan en las mismas salas autores de diferentes generaciones o disciplinas, artistas y científicos, estableciendo puentes entre las infinitas posibilidades del medio.
A lo largo de seis salas tituladas “Luz”, “Movimiento”, “Alteraciones”, “Recrear mundos”, “La visión a prueba” y “Anatomías” se construye un relato abierto de un medio sensible, no solo a la exposición química sino a la pulsión histórica. Abunda la abstracción y el collage, aunque también destacan piezas en las que la propia naturaleza de la fotografía es asaltada, piezas realizadas desde la deconstrucción técnica que aportan una visión fresca y sorprendente del medio fotográfico, como la serie Fotos de mí disparándome a mí mismo en una foto de Rudolf Steiner, realizada a finales de los 90, en la que dispara con una escopeta de aire comprimido directamente a una diapositiva dentro de una caja estenopeica que él mismo realiza.
[El museo fantasmal de la fotografía, en el instante decisivo]
El disparo permite que se origine la imagen y a la vez alcanza el punto exacto del ojo del tirador haciendo diana en el concepto mismo de “disparo fotográfico”. O en Negativos destruidos a partir de Walker Evans de Lisa Oppenheim, una pieza de 2015 en la que recupera los archivos rechazados por Roy Stryker, director de la misión fotográfica norteamericana Farm Security Administration (1935-1937), en la que participaron entre otros Walker Evans y Dorothea Lange, quien tenía por costumbre agujerear los negativos rechazados para evitar que se sacara copia de los mismos. Oppenheim positiva solo la parte perforada y ella misma fotografía lo que le falta a la imagen original, invirtiendo la dicotomía negativo-positivo y lo hueco versus lo lleno.
El acento en la gramática expositiva recae sobre una gran instalación fotográfica circular del año 93 titulada De la mano a la boca, de Jeff Guess, de 7 metros de diámetro en gelatina de plata. Las instantáneas fueron producidas situando un negativo de 35 mm en su boca usando los labios como apertura y usando esta cavidad como cámara oscura mientras alcanza con su mano objetos domésticos. Así cada fotograma, impreso a una escala 1:1 contiene trazas de saliva y huellas resultado de su manipulación biológica.
Visiones expandidas es una exposición imprescindible para entender la fotografía desde otro lugar. Un lugar de creación y experimentación –también de ciencia– en el que visibilizar lo invisible, redescubrir los dispositivos, reinventar los lenguajes, imaginar otras nuevas poéticas para la historia.