Poco conocida en España, María Teresa Hincapié (1956-2008) fue la gran pionera de la performance en Colombia y una de las figuras más impactantes del arte de acción por su presencia radical al habitar los espacios. Su trabajo llegó diluido a nuestro país en colectivas a comienzos de este siglo XXI, cuando había sido ya reconocido en grandes bienales y museos internacionales. Por lo que, solo precedida por la pequeña individual en la galería madrileña Mira 1 hace unos meses, esta primera gran retrospectiva, coproducida por el MACBA junto al Museo de Medellín, es todo un acontecimiento. ¿Saldado con éxito?

María Teresa Hincapié. Si este fuera un principio de infinito

MACBA Barcelona. Comisarios: Claudia Segura y Emiliano Valdés. Hasta el 26 de febrero



A la dificultad de abordar cualquier retrospectiva de ámbito performativo, multiplicada por la ausencia de la protagonista, se suma la carencia de registros de calidad a causa de la postura inquebrantable de Hincapié sobre la relación indisoluble de arte y vida, forjada en un trabajo de resistencia que se oponía a la vana espectacularización y al grosero materialismo de nuestra época.

La feliz solución ha pasado por una intensa investigación, que ha revitalizado su archivo donado al MoMA junto a entrevistas con colaboradores próximos, la presentación de algunas de sus espirales con objetos y aislados elementos de la naturaleza, y la contribución de artistas que rehacen sus acciones, como María José Arjona y Mapa Teatro; o bien, la evocan, como en el maravilloso vídeo de Coco Fusco acerca de la isla de las sepulturas de los muertos no reclamados (antes por el sida, recientemente por la Covid), Hart Island, frente al Bronx neoyorquino.

Hincapié hablaba de activar energías masculinas y femeninas y delimitaba el arte feminista con consigna

Un recorrido temático y austero que consigue transmitir la autenticidad de esta artista. Autodidacta, llegó casualmente al teatro antropológico de Barba y al pobre de Grotowski, lo que le emplazó a viajar por Oriente para conocer técnicas teatrales y de danza no occidentales, bagaje con el que llegaría a debutar a finales de los ochenta en un sistema del arte que apenas conocía y respecto al que trató de situarse en los márgenes, ocupando espacios residuales o exteriores que habitaba durante días.

[Arte colombiano antes y después del boom]

Partió de la afirmación de la existencia real a través de la transcendencia “sagrada” de la vida cotidiana para desembocar en el habitar ancestral de grupos étnicos en México y en Colombia.

Se dice aquí, por cierta moda, que no era feminista y que su posición era andrógina. Como otras artistas de su generación, Hincapié hablaba de activar energías masculinas y femeninas y delimitaba el arte feminista con consigna. Pero dedicó una década a presentarse como ser-mujer, con performances tan decisivas como Vitrina y Una cosa es una cosa. Y solo repasar las comisarias con quien trabajó y las exposiciones colectivas de mujeres en que participó en medio mundo da muestra de una sólida red de sororidad.