Esta exposición es el resultado de un largo proceso de discusión y elaboración. Hace más de una década, Rafael Levenfeld y Valentín Vallhonrat, responsables del Museo Universidad de Navarra, se dirigieron a José Luis Alexanco (Madrid, 1942-2021) para proponerle mostrar en sus salas un proyecto de nueva creación, que permitiera abrir un diálogo con el público.
Los motivos para elegir a este artista eran varios: por un lado, su papel protagonista en los Encuentros de Pamplona, cuyo 50 aniversario se celebra este 2022. También que su trabajo estaba profundamente relacionado con la misma línea argumental del Museo: la formación de imágenes a partir de medios mecánicos.
Por último, que en la colección que dio origen al Museo, la de María Josefa Huarte, no había ninguna obra de Alexanco, una ausencia clamorosa, y más teniendo en cuenta que fue la familia Huarte quien patrocinó los mencionados Encuentros.
Se reúnen por primera vez las cuatro series de 'Los Décimos', uno de los trabajos que Alexanco consideraba esenciales
Pero esta ausencia ha sido un rasgo de la fisonomía pública del artista. Capi Corrales, en el detallado estudio que le dedica en el catálogo, señala la ausencia de su nombre en la revisión de episodios en que su intervención fue determinante: como fundador del seminario de Generación Automática de Formas Plásticas, en el legendario centro de Cálculo de la Complutense; como colaborador intelectual y técnico de la imprescindible galería Vijande; como pieza clave (junto con Luis de Pablo) de los citados Encuentros, e incluso como autor de la edición prínceps de la Constitución española, que realizó cumpliendo un encargo institucional con motivo de su proclamación.
Todo ello le convierte en una especie de pieza clave escamoteada en el rompecabezas del arte español, sin la cual no se puede completar la escena. Lo cierto es que ese olvido parcial se vio compensado recientemente con la gran exposición retrospectiva de 2020 en la sala de Alcalá 31. Pero poco después, en mayo de 2021, Alexanco falleció inesperadamente.
Hemos de dejar de lado estas consideraciones, porque lo que nos interesa ahora como espectadores es la originalidad y potencia de la obra presente, en la que son muy visibles dos factores que guiaron desde el principio su trayectoria.
Por un lado, su interés por resolver plásticamente la representación del movimiento, un objetivo que le condujo a sus tempranas investigaciones informáticas (aprendió a programar y creó el programa MOUVNT, para la generación infinita y aleatoria de formas).
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Y, por otro, la importancia que siempre concedió a los procesos, más aún que a los resultados. Muestra de ello fue también un precoz reconocimiento en el ámbito de una técnica tan procesual como el grabado: se le concedió el Premio Nacional de Grabado en 1965.
En esta exposición se reúnen por primera vez las cuatro series que componen Los Décimos, uno de los trabajos que él consideraba esenciales en su carrera. Realizados en 1978, 1998, 2018 y 2021, fueron concebidos con una clara intención de fijar y ordenar la vorágine impremeditada de una etapa de trabajo concluida.
Pocas veces podemos encontrar una combinación tan lograda de pulsión creadora y rigor constructivo
Se trata de conjuntos de diez lienzos por serie (salvo la última, inacabada), que juntos forman murales panorámicos de metro y medio de alto por quince de ancho. En la mencionada retrospectiva solo se mostraban dos, el segundo y el tercero, Los Veinte Décimos (1998) y Los Treinta Décimos (2018), y ya daban lugar a una escenografía abrumadora, así que imagínense ahora…
Tan extraordinaria como sus dimensiones es su misma composición: a partir de una estructura geométrica/musical, incorpora los materiales, formas, módulos y recursos utilizados en ese periodo, de forma que acaban por constituir una suerte de atlas o archivo visual, pero sobre todo procesual, del mismo.
La última serie, en la que trabajó hasta su marcha, consiste en estampaciones digitales de fragmentos escaneados de sus dibujos, que junto con recortes de lienzo y trazos de pincel conforman una suerte de sedimento de increíble riqueza plástica.
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Aunque Los Décimos constituyen el núcleo de la muestra, se ha rescatado un dibujo premonitorio titulado Soldado, cuyos perfiles vibrantes aluden ya a la cuestión del movimiento. Y, casi como contrapunto, también se proyecta Percursum, un originalísimo ejemplo de kinopintura, en el que Alexanco trasladó al cine los recursos que la pintura tradicional encontró para representar el movimiento.
Por último, veremos también algunas obras de 1985, pertenecientes a la última exposición realizada en la galería Vijande y que tras largos años almacenadas han salido de nuevo a la luz.
Pocas veces podemos encontrar una combinación tan lograda de pulsión creadora y rigor constructivo. Alexanco, que pertenece a la generación de Luis Gordillo y Darío Villalba, tiene en común con el primero el gesto orgánico y el color punzante, y con el segundo el interés por los medios mecánicos de reproducción. Era además un geómetra de la pasión y esa es quizás una manera de resumir su estilo.