Al final, como dice el título desde el principio, esta muestra es un ejercicio temporal. En cada una de sus partes se repiten una serie de elementos identificables, factores de las múltiples combinaciones y transformaciones que José Luis Alexanco (Madrid, 1942) aún está probando. Siempre está presente el análisis de una forma: en plano, en volumen, girada, seccionada, desordenada… que empieza siendo un cuerpo, para pasar a ser un volumen orgánico y convertirse en signo. Son más de cuarenta años de ensayo, de búsqueda, como él mismo reconoce, para entender sus múltiples posibilidades, que no son otras que las de la realidad sensible. Y lo hace a través de series que articulan una gramática abierta y en constante cambio. Esa que posibilita la relación con el entorno físico y social, percibidos igual: abiertos y en constante cambio.
Para ello, Alexanco se ha servido de todo medio a su alcance, usado de forma repetitiva hasta agotar sus posibilidades, reutilizando los restos de cada prueba para una nueva configuración. Su cuerpo de trabajo –la visión de la trayectoria de un artista, entendiendo sus obras como parte de un todo y viendo las relaciones profundas que se establecen y recorren su producción– se podría ver como un sistema de lenguajes: siempre pictórico, a veces fílmico, escultórico, instalativo… y de manera pionera, en un breve pero fundamental momento, de algoritmos informáticos y señales digitales en su trabajo en el Centro de Cálculo de la Universidad de Madrid (1968 - 1973). El programa MOUVNT, diseñado para la generación infinita y aleatoria de formas, le serviría para tomar conciencia del tiempo de los procesos. Compara la rapidez de la máquina con la reflexión analógica de la mano que dibuja.
Alexanco siempre se ha servido de todo medio a su alcance, reutilizando los restos de cada prueba para una nueva configuración
Del aprendizaje de esta búsqueda de mutaciones y variables, desde un tiempo humano que suma el factor estético, surgen los conceptos abstractos de repetición, variación y relación con los que también piensa la sociedad. Este hacer en colaboración, especialmente con el compositor Luis de Pablo, se compaginará con la reflexión en el estudio, y será fundamental para establecer una genealogía del arte contemporáneo español: la “obra plástico sonora” (lo que ahora entendemos como performance) Soledad Interrumpida, 1971, y la organización de los Encuentros de Pamplona, en 1972. Ambos son ejemplos de activación a través de la suma de múltiples y variables estímulos, incluidos los que produce el público, es decir, el otro.
En el caso de Alexanco, esta consciencia de actuar desde la forma puede intuirse en la estructura de esta exposición, pensada también en colaboración con Alfonso de la Torre. Es una columna vertebral. Se inicia con los cortos de 1964 sobre el cuerpo en movimiento, pasando por bocetos, pinturas, grabados y esculturas de la misma época que, en una línea recta, se unirían con el centro de la muestra: los dos paneles de 5 metros enfrentados Los Veinte Décimos, 1998 y Los Treinta Décimos, 2018, que repiensan los ritmos de todos los materiales y factores usados hasta su realización. A un lado de este eje central, las derivas en otros medios realizados en el Centro de Cálculo y en la pieza en colaboración con de Pablo; al otro, las series de experimentaciones pictóricas incesantes con sus propios materiales reciclados, incluyendo sus últimos trabajos. En la planta de arriba, la parte de estas investigaciones más visibles públicamente: una selección de obra expuesta, en especial en la galería Vijande, un resumen de lo que fueron los Encuentros de Pamplona, y las piezas para la Edición Príncipe de la Constitución de 1978.
El trabajo de comisariado, sin duda enorme y minucioso, es el del investigador que compone un recorrido cronológico en siete partes. Es una exposición clásica, que hilvana piezas, fechas y explicaciones historiográficas de cada período. Hace falta dedicarle un tiempo amplio, quizá el que echamos de menos en el recorrido físico.
Pero lo fundamental, y de vuelta al principio, Alexanco ya lo decía en 1969 (en M. Veyrat, “Alexanco y el arte del futuro”): “…la continua transformación del contenido artístico determina la necesidad de cambios de forma. Los cambios de la forma determinan a su vez el contenido y sus estructuras básicas. De que la evolución de la relación forma - contenido responda a las necesidades de una realidad histórica depende la eficacia del Arte como lenguaje, y de su capacidad de comunicar, la posible transformación del futuro de esa realidad histórica”.