En su cuarenta aniversario, por primera vez ARCO presenta un programa “en femenino”. Este año, los Solo Projects están protagonizados por artistas mujeres. Incluye a casi 30 galerías integradas en el Programa general y en la sección Opening. El plano de la feria queda trufado entre los pabellones 7 y 9. Pero al tratarse en muchos casos de grandes instalaciones, quizá sirva este primer paso para allanar el reproche que se le viene haciendo en los últimos años: ¿por qué Just Mad consigue una representación paritaria de artistas y ARCO no?
La segunda cuestión que plantea esta iniciativa es: ¿se trata de un programa feminista o solo de artistas mujeres? Con independencia del posicionamiento ideológico personal de galeristas y artistas, todavía sobre el papel, me atrevería a predecir que, como en ediciones anteriores, vamos a encontrar más piezas feministas dispersas en el conjunto de la feria que en los Solo Project, aunque aquí se encuentran algunas figuras fundamentales para el arte feminista en España.
Artistas como Magda Bolumar o Isabel Villar dan forma a un capítulo de recuperaciones muy interesante
Beth Moysés presenta en Fernando Pradilla la instalación en proceso Mil Ataduras. En el ritual, las iniciales de las mujeres fallecidas en nuestro país por violencia de género en los últimos veinte años son bordadas en gasas médicas con hilo negro, en referencia al de sutura quirúrgico, otorgando al arte una capacidad sanadora. Una mujer voluntaria que ha sufrido esta violencia une las gasas en la máquina de coser creando una gran colcha que se convertirá en su memorial. La propuesta se completa con dos esculturas: un imperdible y una aguja de costura en una escala veinte veces mayor que el natural, con lo que estas herramientas asociadas a labores femeninas se convierten en armas. Por último, la serie de fotografías Casas de acogida, realizada en colaboración con una asociación de ayuda a mujeres que han sufrido violencia de género, muestran en sus brazos los mensajes que ellas mismas han escrito sobre cómo quieren que sea su vida en el futuro.
Entre las importantes recuperaciones, en Mayoral encontramos el trabajo de la pintora, poeta y activista feminista catalana Mari Chordà. Unos años antes del cunt art en la Womanhouse de Judy Chicago y Miriam Schapiro a comienzos de los setenta, en 1964 Chordà inicia su serie Vaginas centrándose en la representación visual de la feminidad desde una perspectiva fisiológica, que en París y tras conocer el trabajo de Niki de Saint Phalle se expresa en un colorista lenguaje pop. En los años setenta es cofundadora del legendario Bar-Biblioteca-Feminista “laSal” en Barcelona y de la primera editorial feminista en España laSal Edicions de les Dones. Ha sido necesaria la tenacidad de la investigadora Isabel Tejeda y, sobre todo, su inclusión en la exposición The World Goes Pop (2015) en la Tate Modern para encontrarla hoy en la nueva presentación de la colección del Museo Reina Sofía.
Además, la galería Fernández-Braso vuelve a traer a ARCO a Isabel Villar, después de su última participación individual en la feria en 1984, hace treinta y siete años, entonces de la mano de la galería Sen. En este Solo Project, una selección de obras reúne toda su carrera, con pintura y escultura desde 1970.
Para cerrar este interesante capítulo de recuperaciones –por fin, los galeristas españoles se animan a seguir el ejemplo de lo que llevan haciendo sus colegas extranjeros en esta feria desde hace dos décadas–, queremos detenernos en la propuesta de Marc Domènech con una exposición de la obra de Magda Bolumar en la que se muestran más de una treintena de pinturas y dibujos realizados durante los años 60 y 70. En primer lugar, porque se trata de una recuperación impulsada desde la Universidad, con la aportación de la joven investigadora Laura Lucas Palacios, bajo la tutela de María Teresa Alario, que ha descrito con esmero el olvido de la trayectoria de Bolumar como un caso típico de las artistas casadas con colegas. Su matrimonio con el escultor Moisés Villèlia, el nacimiento de su hijo en 1964 y la decisión de establecer su residencia permanente en el Pirineo oriental catalán, eclipsaron su carrera y la desconectaron del entorno galerístico y museístico, donde antes había obtenido éxito y reconocimiento por sus arpilleras de estilo constructivo que evocan cosmos. Hace pocos días, ha sido galardonada con el Reconocimiento FAD de Arte 2021 y la exposición que le dedicó la galería en Barcelona hace un par de años recibió el Premio GAC 2020 a la mejor exposición histórica en Cataluña.
En este programa Solo Project nos toparemos con varias instalaciones urdidas entre pintura y textil, y entre artes antes “mayores”, pintura y escultura, con hibridaciones decorativas. Tomen nota de Verónica Vázquez en Piero Atchugarry. En el stand de Rafael Pérez-Hernando, la artista colombiana Beatriz Olano ha realizado in situ una instalación efímera, utilizando cajas de cartón recortadas, ensambladas y pintadas en acrílico junto con cintas adhesivas de colores. Para Cibrián, Esther Gatón ha teñido telas de lino crudo con cúrcuma y remolacha, sobre las que realiza dibujos con pastel de óleo y acuarelas. Colgadas individualmente de barras de acero, a modo de tendedero con pasillos y recovecos donde perderse, o cobijarse del ruido y los encuentros fortuitos en la feria. En Senda, Carla Cascales utiliza polvo del desierto para sus telas.
Cestería y carpintería
Lo territorial se impone en los últimos ensamblajes de Ana H. del Amo, un juego colaborativo con artesanos extremeños, donde los poliedros irregulares de madera con intervenciones matéricas del óleo fueron construidos con la ayuda de oficios como cestería y carpintería. Y algo de alfombras tienen las esculturas en cobre por los suelos en F2 de Inma Herrera, Premio Bienal Pilar Juncosa y Sotheby’s de Creación Artística en 2019, con exposición recién inaugurada en la fundación mallorquina.
Nos toparemos con varias instalaciones urdidas entre pintura y textil con hibridaciones decorativas
Abundan propuestas realizadas con materiales precarios: Andrea V. Wright en Nordés y Marina González Guerreiro en Rosa Santos. No faltan piezas poético-conceptuales: Mar Arza en Rocío Santa Cruz, Johanna Calle en Moisés Pérez de Albéniz y Sophie Ristelhueber en la parisina Jérôme Poggi. Y están representadas las últimas tendencias: poscolonial, en Jahmek, con Helena Uambembe, y Kaamelah Janan Rasheed en Nome; crisis climática, en Sabrina Amrani, con Anastasia Samoylova; memoria histórica de Šejla Kameric en Eugster; arte y activismo en Fran Reus, con Marian Garrido; y también último feminismo revulsivo, con Rebecca Ackroyd en Peres Projects.
Como balance, buen equilibrio entre emergentes y artistas consagradas, como Dominique Gonzalez-Foerster en Albarrán Bourdais, Jessica Stockholder en diálogo con Almudena Lobera en Max Estrella y Maja Bajevic en Peter Kilchmann.