El Thyssen homenajea a Hans Heinrich, un barón de maduración temprana y rebeldía tardía
La pinacoteca celebra el primer centenario del nacimiento del mecenas con una variedad de exposiciones, tertulias y simposios
19 enero, 2021 18:08Cuando en 1947 muere el barón Heinrich Thyssen-Bornemisza su cuarto hijo, Hans Heinrich, se convierte en el heredero principal de una gran fortuna y una parte de la colección de arte que había ido amasando. Aunque inicialmente Hans no era un apasionado del arte acepta el reto, empieza a reconstruir las empresas que habían sido expropiadas y los fondos artísticos familiares. Sus primeros pasos se ciñen a continuar el camino marcado por su padre pero en 1961 decide emanciparse de la tradición de adquirir obras de maestros antiguos y compra una acuarela de Emil Nolde, iniciando así una andadura propia con la que se independiza de la larga sombra de su progenitor. El próximo 13 de abril se cumple el primer centenario del nacimiento del barón, una fecha que el Museo Thyssen-Bornemisza celebra con varias exposiciones, tertulias y conferencias que arrancan este mes de enero.
Al principio, Hans Heinrich hace algunas compras, se deshace de otras obras y depura la colección bajo la supervisión del asesor familiar. Pero a partir del 61 su intervención es mayor porque prescinde de asesores, compra en subastas, acude a galerías, visita estudios de artistas e improvisa. De hecho, recordaba con risas “cómo eludía a su asesor durante los años 60 y 70”, admite Guillermo Solana, director artístico de la pinacoteca. En este momento, con 40 años, “se propone que va a ser él mismo. Al principio estuvo influido por Niarchos y Rockefeller pero luego contrajo una pasión y colecciona furiosamente arte del siglo XX. Es un caso de maduración temprana y rebeldía tardía. En el 61 empieza a construir la colección de arte moderno pero sin abandonar el coleccionismo de arte antiguo”, recuerda Solana.
En 1988 el barón firmó un acuerdo de préstamo con el Estado español y cinco años más tarde parte de la colección (775 piezas para ser exactos), compuesta por obras de artistas de primera fila como Van Eyck, Durero, Tiziano, El Greco, Caravaggio, Rubens, Monet, Renoir, Picasso, Dalí, O´Keeffe y Hopper, fue vendida por 350 millones de dólares. Este acuerdo tuvo lugar tan solo un año después de la apertura del museo en el Palacio de Villahermosa, cuyas obras de remodelación arrancaron en 1990 a cargo del arquitecto Rafael Moneo. En palabras de Juan Ángel López Manzanares, comisario del año del barón, “su decisión de traer su colección a España –en la que fue determinante el papel de su esposa, Carmen Cervera– constituyó una de las mayores contribuciones modernas a la cultura de nuestro país". En este sentido, su legado a España “fue un acto generoso pues con ese dinero compensó a sus herederos que tuvieron que renunciar a un 25 % de la herencia que les correspondía”, amplía Solana.
Exposiciones para conocer mejor su colección
La primera de las exposiciones que forma parte de este año es la dedicada al expresionismo alemán e inaugurada el pasado mes de octubre. No es la única: en marzo se inaugurará una muestra sobre la pintura, la escultura y la orfebrería alemana y holandesa de los siglos XVI y XVII con piezas procedentes de la colección de Francesca Thyssen-Bornemisza. Y en octubre llegará un montaje que recupera la pintura italiana de los siglos XVI al XVIII con varias piezas de artistas como Taddeo Gaddi, Fra Angelico, Giambattista Piazzetta o Giacomo Ceruti que se encuentran en depósito en el MNAC desde 1993.
Sin embargo, para la exposición más grande habrá que esperar hasta noviembre. “Su última ola coleccionista tiene lugar en los años 70 y 80 con el arte americano”, recuerda Solana. Aunque esta parte de los fondos es más amplia porque incluye obras pop y del paisajismo del siglo XIX. “En un momento dado fue para atrás, empezó a comprar arte americano moderno y contemporáneo incluso llegó a conocer a los artistas y los visitó en sus estudios. Pero luego fue remontándose hacia atrás. En el Louvre hay algunas obras de arte americano pero en realidad en Europa esta corriente está muy mal representada y el Thyssen se convierte en un bastión”, recalca. De modo que la programación artística arranca tal y como empezó su propia andadura coleccionista y acaba retratando su última pasión.
Para Solana, uno de los aspectos más importantes es que “por primera vez se reencuentran las dos mitades de la colección del barón. Cuando la vendió a España llegaron aquí cerca de la mitad de las obras, sus herederos recibieron el resto. La colección de Tita lleva conviviendo en el museo desde el 2004 pero las demás no, había cierta distancia. Una de las cosas que celebramos es que las colecciones de la familia se reúnan”.
Hans Heinrich, el coleccionista
El Museo Thyssen-Bornmisza no solo nos muestra las piezas más importantes de la colección, también nos quiere acercar la figura coleccionista del barón a través de varios ciclos de conferencias, tertulias y simposios. Este mismo mes de enero (27) y el próximo mes de febrero (3 y 10) Paloma Alarcó, Juan Ángel López-Manzanares, Clara Marcellán, Marta Ruiz del Árbol y Guillermo Solana hablarán del expresionismo alemán en sus fondos. A partir de abril habrá un ciclo más general que estará protagonizado por el personal del propio museo y el 14 y 15 de octubre se realizará un simposio en formato de mesa redonda de “carácter retrospectivo para el que queremos contar con los históricos que conocieron al barón”, apunta Solana. Marco Grassi, Tomás Llorens, Barbara Novak, Simon de Pury serán algunos de los encargados de recordarle.
Un documental con material inédito
Al mismo tiempo, el equipo del museo se encuentra trabajando en un documental sobre Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza. “El verano pasado Juan Ángel López Manzanares se desplazó hasta el archivo de la familia y trajo mucho material y Tita ha organizado su videoteca. Así que vamos a tener una gran cantidad de material con el que vamos a hacer un documental. Vivíamos de tradiciones orales, de lo que Tita y Tomás Llorens nos han ido contando. Pero Tita entra en su vida en el año 81, hay toda una historia anterior”, explica Guillermo Solana.
Entre otras cosas entenderemos que era un chico al que le “gustaba la música swing o correr coches rápidos. Sin embargo, cuando recibe la herencia tiene que volverse una persona seria, se mete en un trabajo titánico para que le devuelvan el holding del grupo Thyssen”, recuerda Solana. Intenta comprar a sus hermanos todo lo que puede, recupera a su asesor principal y busca redefinir qué clase de magnate quiere ser. “Aunque en la familia habían sido cosmopolitas, en los años 60 un magnate se define de otra manera, tiene que tener un estilo de vida distinto, estar más cerca de los medios. Hans Heinrich está más abierto a los medios que su padre, ofrece entrevistas y como mecenas sabe que el arte tiene que ser prestado”.
En definitiva, el barón era un hombre con muchas facetas al que ahora podremos conocer un poco mejor.