¿Qué libro tiene entre manos?
La Familia Aubrey, de Rebecca West (Seix Barral).
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Me cuesta mucho abandonar la lectura de un libro, creo que sólo me ha pasado un par de veces, con mucho pesar. Si no conecto con los personajes, me resulta muy difícil seguir leyendo. Pero rara vez sucede.
¿Con qué personaje literario le gustaría tomarse un café mañana?
Con Barbara Buncle, personaje principal de El libro de la señorita Buncle. Una novela deliciosa y muy divertida de D. E. Stevenson.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche…?
Soy de papel. Trabajo con el ordenador todo el día y necesito un descanso de pantallas. No me gusta leer en el ordenador, y leo sólo los textos que tengo que ilustrar y alguna noticia. La lectura de ocio la prefiero en papel, y leo sobre todo por las noches y fines de semana.
¿Cuándo descubrió que su pasión por el dibujo podía ser un trabajo, además de una vocación?
Siempre he dibujado. Recuerdo ver una película por televisión, debía tener nueve o diez años, donde uno de los personajes era ilustrador, y en algunas escenas se veía su estudio, lleno de lápices, pinceles, papeles, libros; ahora lo pienso y debía ser bastante cliché. De repente me di cuenta de que eso era una profesión, que había gente que hacía las ilustraciones de los libros que tanto me gustaban. Siempre tuve claro que debía intentarlo, porque si no, la frustración no me dejaría en paz.
Ana Juan y usted han abierto muchas puertas a la ilustración española en el mundo: ¿cuál es su secreto?
Ana Juan fue un gran referente en mis años de universidad. Cuando descubrí su trabajo me impactó enormemente. Recuerdo hojear una y otra vez su libro Amantes. En mi caso, diría que el empeño, la constancia y el compromiso son la base de cómo entiendo mi trabajo. No hay encargo pequeño. Una vez doy el sí intento siempre dar el máximo.
¿De cuál de sus obras se siente más orgullosa y por qué?
De Viñetas de vida (Astiberri, 2014), que fue un encargo duro y difícil a muchos niveles. Y pude ayudar a dar voz y espacio a personas que lo necesitaban. Otro proyecto del que estoy muy orgullosa es la campaña para las fiestas de La Mercè, para la que hice todos los carteles que decoraron mi ciudad, Barcelona.
¿Cómo están afectando las redes sociales a los artistas gráficos como usted?
Creo que de entrada son una herramienta increíble, que posibilitan dar a conocer y mostrar tu trabajo y conocer el de otras personas en cualquier parte del mundo. Pero me preocupa el depender de likes, como si en sí mismos fueran un valor. O la ironía en el binomio ser rico-a en personas que siguen tu trabajo y tener una vida laboral precaria. También me preocupa el que todo se mezcle, y poder ver la ilustración de un encargo en el mismo perfil que me muestra fotos de vacaciones o momentos de cierta privacidad, ese tener que mostrarlo todo para estar presente continuamente me desconcierta y me incomoda.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
No tengo apenas obras colgadas en casa, o piezas de escultura. Estoy todo el día trabajando con imágenes y necesito tener las paredes vacías, para descansar la vista y la cabeza.
¿Se ha “enganchado” a alguna serie de televisión?
Soy muy de engancharme a series, la verdad. La última que me dejó cierta sensación de orfandad cuando acabé de verla fue Top of the Lake.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
Mentiría si dijera que no. Pero intento relativizar, tanto los elogios como las críticas, que, si son constructivas, son siempre bienvenidas. En casa tengo al crítico más duro y despiadado (je) y me gusta porque siempre es sincero e imparcial.