Chechu Álava, silenciosa resistencia
Las heroínas de la artista se presentan con sus virtudes y sus miserias bajo una atmósfera neblinosa
11 febrero, 2020 08:00No hace falta gritar mucho para que un mensaje sea escuchado. Tampoco pintar con estridentes colores, o caer en el documentalismo para llamar la atención sobre algo. A veces, el formato más sencillo, la pintura más pequeña, la paleta más amable, incita a la mayor de las provocaciones. Chechu Álava (Piedras Blancas, 1973) lo sabe bien. Aunque en las performances y dibujos de sus inicios rozara lo punk, lleva más de diez años trabajando en una serie de retratos de creadoras –escritoras y artistas en su mayoría– que representa bajo sutiles veladuras. La suya es una pintura borrosa, miope, en la que las heroínas se presentan con sus virtudes y sus miserias bajo una atmósfera neblinosa. Los nombres son de sobra conocidos: Lee Miller se aprieta fuertemente las sienes para combatir el dolor de cabeza, Anne Sexton se tapa los ojos arrepentida, una inocente Eva agacha la cabeza con humildad y Niki de Saint Phalle blande una pistola con la que disparaba… pintura, subvirtiendo así el uso tradicional del arma.
Al contrario del prototipo de retrato histórico masculino, asociado comúnmente a la representación del poder, las retratadas de Chechu Álava lucen una dignidad que deja entrever, también, su vulnerabilidad. Su fuente de inspiración viene de internet, de lecturas, de podcasts… y de un archivo que alimenta con rigor. No falta aquí el humor, como el que destila el vídeo que introduce la muestra, una película muda en la que se transforma en pintora pleinairista. El resto de piezas hay que buscarlas en las salas del museo Thyssen, donde artista y comisaria han establecido un diálogo con la colección que funciona. En él, una niña de mirada intensa y verde cabellera se mide con el óleo de Kirchner Fränzi ante una silla tallada (1970), otra de las mujeres conversa en silencio con la campesina de Munch, Frida se apoya en su brazo mientras la esposa de Beckmann levanta la mano y una joven descansa junto a La Virgen de la aldea de Chagall, serena, sobre unas sábanas de grecas azules.