Robert Frank (Zúrich, 1924), uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX, ha muerto a los 94 años en Inverness, una pequeña aldea de la isla Cape Breton, en Nueva Escocia (Canadá), donde tenía su residencia de verano, según ha informado The New York Times.
Frank marcó el rumbo de la disciplina con su libro Los americanos (1958), fruto de un largo viaje por los Estados Unidos a bordo de un Ford Business Coupe y armado con dos cámaras con las que capturó en 27.000 fotografías —de las que seleccionó 83 para el libro— el reverso crudo y real de ese imaginario 'american way of life' que aparecía en el cine y las revistas de la época.
El artista suizo de origen judío, que había llegado a Estados Unidos algunos años antes y encontró trabajo en publicaciones como Harper's Bazaar, Vogue y Life, se embarcó en aquel viaje con 31 años, gracias a una beca Guggenheim que consiguió con la recomendación de su 'padrino' fotográfico, Walker Evans.
Las imágenes de Frank rompieron las convenciones técnicas y estéticas de la fotografía documental de la época, que prefería las instantáneas bien enfocadas, bien iluminadas y con una composición clásica. Las del autor de Los americanos, en cambio, eran a menudo borrosas, ásperas, con la luz quemada, con escenas que invitaban al pesimismo y que reflejaban las grandes diferencias sociales, raciales y económicas de EE. UU.. Tanto que la revista Popular Photography lo acusó de odiar el país que lo había acogido y que en 1963 le concedería la nacionalidad. No obstante, como él mismo decía, aquel viaje le hizo amar a Estados Unidos, y el objetivo de su crítica social no era deshonrar el país sino capturar la belleza escondida en su auténtica realidad.
El libro vio primero la luz en Francia en 1958 y un año después apareció la edición estadounidense, con prólogo del escritor beat Jack Kerouac, a quien conoció en 1957 en una fiesta y con el que congenió rápidamente al estar ambos interesados en esa otra realidad americana alejada del mito y del optimismo.
El tiempo dio la razón a Frank y acabó alcanzando la fama internacional en los años sesenta. En 1961 expuso su trabajo en el Art Institute de Chicago y un año después, en el MoMA de Nueva York. Por entonces, el fotógrafo se hallaba más concentrado en su faceta cinematográfica. Su primera película fue Pull My Daisy, escrita y narrada por Kerouac y en la que aparecieron otros autores beat como Allen Ginsberg. Rodó otras películas de marcado corte underground y en 1972 realizó su filme más conocido, el documental Cocksucker Blues, sobre la gira estadounidense de The Rolling Stones con escenas muy explícitas de consumo de drogas y sexo en grupo. Cuando Mick Jagger y sus compañeros vieron el resultado final, se negaron a que la película fuera exhibida en Estados Unidos. Finalmente, tras una demanda interpuesta por los Stones, un juez dictaminó que la película solo podría exhibirse cinco veces al año y siempre en presencia de Frank, lo que contribuyó a hacer de ella un filme de culto, que ha podido verse, por ejemplo, en la última edición del festival de cine In-Edit en Barcelona.
En 1972, Frank regresó a la fotografía con la serie Lines of my Hand, de carácter autobiográfico y marcado por la muerte de sus dos hijos, Andrea y Pablo. Poco a poco se fue recluyendo y rechazando apariciones públicas y entrevistas. No obstante, en 1994 se implicó en la gran retrospectiva que le dedicó la Galería Nacional de Arte de Washington y una des sus últimas apariciones públicas tuvo lugar en 2007, cuando recibió en Madrid el premio del festival PHotoEspaña.