Irma Álvarez-Laviada. © Fundación Cerezales Antonino y Cinia
Lleva tiempo poniendo el foco en la trasera del mundo del arte, en esos materiales que quedan ocultos en las exposiciones. Llega Irma Álvarez-Laviada a la Fundación Cerezales Antonino y Cinia a transformar el espacio en una gran pintura.
La Fundación Cerezales abre ahora su sala a El espacio entre las cosas, una propuesta diseñada específicamente para el lugar que ha funcionado como laboratorio para trabajar con distintos materiales. Hay aquí mucho de la artista, de su interés por lo constructivo y por la arquitectura y, cómo no, por la pintura y los vacíos. Comisariada por Alfredo Puente y Rosa Yagüez, es la segunda de las tres exposiciones que veremos en esta pequeña localidad de León este año.
Pregunta. ¿De qué habla El espacio entre las cosas?"Me gusta que el espectador se encuentre en un espacio en el que no sabe muy bien si las cosas ya han pasado o están por venir"
Respuesta. La exposición abre al público un espacio por el que transitar que está ligado al quehacer diario del artista, con sus procesos, sus relaciones y sus materiales. Tomé el título de un libro del artista Juan Carlos Meana que para mí es toda una guía de metodologías. En él describe, casi a modo de cuaderno de notas, lo que ocurre en el taller y lo que experimenta a medida que se construyen las obras. En esa línea que une los dos puntos nos encontramos, a su vez, con otros espacios: el espacio del material, el espacio de la imagen y, finalmente, el espacio de la obra.
P. ¿Cómo ha marcado al proyecto el edificio de la fundación, en el que se cuela el paisaje por sus dos grandes ventanales?
R. Es verdad que en este espacio la mirada se dispara automáticamente hacia el exterior desde sus extremos y esto puede llegar a distraer. Desde un primer momento empecé a jugar con un planteamiento muy "crudo" del proyecto tanto en su formalización como en el propio trabajo del material en sala y por eso me interesaba que fuese una propuesta que estuviera, de algún modo, cerrada en sí misma, que el paisaje del exterior apareciese, que no se negara, pero que lo hiciera como una sugerencia, casi como un fondo. Por eso hay un muro curvo que tapa todo el testero principal. La pieza está colocada a ocho metros del cristal y genera un espacio propio al que el espectador no puede acceder desde la sala pero sí verlo desde fuera. Se trata, en conjunto, de una concepción muy pictórica del espacio, en la que hay una figura y un fondo.
P. ¿Qué obras destacaría?
R. Hay dos trabajos de dimensiones mayores. Uno de ellos es este muro curvo de DM del que sólo vemos sus traseras y el otro recorre los 17 metros de la pared de la sala con piezas incrustadas directamente en el muro. Les acompañan otras de menor formato como la serie de cinco cuadros de diferentes colores hechos con planchas de DM y enmarcados con este mismo material en formato caja. Aunque son cinco monocromos cuando nos acercamos parecen un soporte a la espera de la obra, casi como si el cuadro o la imagen se hubiese sustraído. Y es precisamente esa ausencia la que se convierte en una narración.
Vista de la exposición. © Fundación Cerezales Antonino y Cinia
Juego de apariencias
P. ¿Qué busca provocar en el espectador?R. Me gusta que se encuentre en un espacio en el que no sabe muy bien si las cosas ya han pasado o si están por venir. Que se tope con ese muro tan de arquitectura efímera que parece que está inacabado, con los contrafuertes vistos. Aunque alrededor haya otras obras más formalizadas. No saber si estamos en montaje, en desmontaje o en exposición. Por otra parte también es importante esa lucha que se establece contra la estandarización de los materiales que están presentes en la sala, cómo se abren a un espacio que en realidad no les corresponde, ya que vienen de procesos muy industrializados que son muy rígidos en su concepción; tienen la utilidad que tienen y no es fácil utilizarlos en un contexto artístico. Hay ahí una especie de lucha no porque sean muy grandes y pesados sino porque nunca llegan al artista en un estado adecuado. Lo mismo ocurre con las espumas. De alguna manera unos y otros te están retando.
P. Habla mucho de la propia obra del arte. ¿En qué sentido?
R. En mi trabajo no hay un contenido crítico explícito, me llaman la atención los espacios del mundo del arte por su capacidad evocadora aunque no se articule en torno a una crítica. Me interesa más compartir dudas y preguntas, que arrojar respuestas.
P. ¿Hacia qué otros artistas mira?
R. Miro hacia artistas que tienen poco que ver formalmente con mi trabajo pero de los que me interesan más sus metodologías. Artistas como Gabriel Orozco, cuando deja la pintura y abandona el taller convirtiendo los contextos urbanos o rurales en espacio de trabajo y experimentación; o por el contrario Bruce Nauman con procesos directamente vinculados al estudio. Si hablamos de coincidencias formales o temáticas comunes citaría a Imi Knoebel, Ignasi Aballí, Carlos Bunga, Fernanda Gomes, entre muchos otros. También son importantes los artistas de mi generación y creadores de otras disciplinas, de la literatura, el cine, la poesía....
Sus siguientes paradas le llevarán a Milán, donde prepara exposición en diálogo con Miren Doiz en la galería Rita Urso sobre el tema del embalaje. Y en septiembre inaugura la temporada de la galería Anna Mas Projects de Barcelona dentro del Gallery Weekend. Más adelante, le esperan la galería Augustina Ferreyra de México DF, el County Hall Gallery de Londres y el Espacio Fonseca en Salamanca. Permaneceremos atentos.