Papel moneda de Herbert Bayer (The Whole World A Bauhaus, Elmhurst Art Museum). © VG Bild-Kunst, Bonn 2018 / A. Körner, bildhübsche Fotografie, Institut für Auslandsbeziehungen
El diseño gráfico se vio también inmerso en un proceso de racionalización del espacio en el que se buscó un alfabeto ideal, desnudo de toda ornamentación. La letra se dibujaba a partir del círculo, el cuadrado y el triángulo. Xavier Llopis, editor y experto en tipografía, ilustra cómo la Bauhaus encabezó todos estos cambios. “La forma sigue a la función”. Esta frase atribuida al fundador de la Bauhaus, Walter Gropius, es una declaración de intenciones con la que se pretendía hacer compatibles funcionalidad y estética. Por este orden. Ese principio tuvo en la arquitectura y en el diseño industrial sus puntas de lanza y se extendió, entre otros, al diseño gráfico y, por ende, a la tipografía. De un lado, función y forma encajaron en una época en la que la artesanía (la unicidad) daba paso a la producción en serie (industrialización). Del otro, los movimientos de vanguardia, especialmente el futurismo con su ruptura de los moldes establecidos y el constructivismo con su capacidad de racionalizar el espacio, soltaron el lastre del esteticismo vienés que tanto había criticado Adolf Loos. Pero también Dadá y el neoplasticismo liberaron el espacio de la tradición.
En este sentido, en su libro Diseño y crisis, Gui Bonsiepe, uno de los teóricos del diseño de la periferia y heredero de la Bauhaus a través de la Hochschule für Gestaltung de Ulm, plantea la necesidad de una teoría del diseño que eleve su consideración a la categoría de ciencia. Esta es una idea que surgió en la escuela de la Bauhaus y que se truncaría con la llegada del nazismo a Alemania, razón, entre otras, por la que sigue siendo todavía hoy un proyecto. Con estas bases, la tipografía se vio inmersa en un proceso de racionalización del espacio. La letra dibujada a partir del círculo, el cuadrado y el triángulo trataba de dejarla desnuda de todo esteticismo en una búsqueda del alfabeto ideal, uniforme en el grosor de los trazos y reduciendo al mínimo los ascendentes y descendentes. Esto es lo que pretendió Herbert Bayer con su alfabeto universal. Pero la desnudez total requirió sus velos, que el tipógrafo alemán Tschichold fue incorporando al toparse con el racionalismo más radical que él había impuesto en sus orígenes, como antes le había sucedido a su colega Paul Renner. Aunque en este caso se trataba de esbozos en que aplicaba sin retoques el círculo, el cuadrado y el triángulo a la inicial letra Futura. El resultado primigenio le obligó a engañar a la razón mediante la apariencia: ahora sí, el engaño del ojo daría como resultado la Futura de la Fundición Bauer.La geometría salió de los límites arquitectónicos para erigirse en fundamento de la tipografía, fundiendo las disciplinas
László Moholy-Nagy: Prospectus 14 Bauhausbücher, 1929 (Netherlands-Bauhaus, Museum Boijmans Van Beuningen). Flip Bool Collection
Las particularidades de Alemania incorporaron el debate entre la letra gótica y la letra romana o uno de los primeros intentos de reducir el número de mayúsculas en los sustantivos, como idea de democratización. Pero más allá de las concreciones que tuvieron sus peculiaridades, entre otros, en el constructivismo ruso, la Bauhaus fue el movimiento que asentó las características tipográficas que han caracterizado la modernidad. Entre ellas, la fusión de la estética con la función en el proceso de industrialización. También la distribución racionalista del espacio en la composición de la doble página así como la incorporación de la fotografía y los espacios en blanco, los puntos o los filetes. Por otro lado, las nuevas familias tipográficas abandonan el esteticismo y elevan las letras de palo seco a emblemas de la modernidad -aún cuando James Mosley en su libro Sobre los orígenes de la tipografía moderna la sitúa algunos siglos antes-. Siguiendo la propuesta planteada por Tschichold en su artículo 'Tipografía elemental', publicado en Typographische Mitteilingen, la página deja de ser única y su composición se conforma como estructura doble, lo que favorece la asimetría frente a la tradicional simetría. Se reduce la combinación de tipografías en el texto mientras que el círculo, el cuadrado y el triángulo engullen la ornamentación de los remates y las ligaduras de origen caligráfico. La Bauhaus consolidó de este modo un proyecto que, desde prismas diferentes, las vanguardias habían impulsado en un momento en que la revolución industrial se había asentado en Europa. La geometría salió de los límites arquitectónicos para erigirse en fundamento de la tipografía hasta fundir dos disciplinas que entonces -y aún hoy- estaban encorsetadas.