Vista de la exposición Hybris en el Musac comisariada por Blanca de la Torre
La Casa Encendida acoge durante las dos próximas jornadas Imaginar la transición hacia sociedades sostenibles, un congreso que reflexiona sobre el papel de las artes, la literatura y la ética en el desarrollo de la conciencia ecológica.
El germen ha sido la constatación de las consecuencias de la crisis medioambiental por lo que se trata de "tomar conciencia de una situación que hay que visibilizar y dar espacio a su gravedad", explica José María Parreño, organizador del congreso. La hipótesis de la que se parte es que se puede crear conciencia al tiempo que se camina "hacia un cambio de modelo de sociedad que podría ser organizado o caótico si no se prevé", opina. Sin embargo, no parece que esto esté en la agenda de asuntos urgentes de los gobiernos ni forma parte de los debates sociales por lo que el arte y la literatura pueden servir de eje.
Estamos, pues, "en una crisis de civilización que nos afecta a todos, un verdadero estado de excepción en el que todos debemos implicarnos y el arte tiene la capacidad de representar, de acercar, de crear empatía", asegura José Albelda, profesor y uno de los ponentes de este congreso. En ese sentido la artista Lucía Loren opina que "el arte es capaz de comunicar desde lo que no es visible para la razón, por este motivo, el impacto emocional es fundamental para entender la compleja situación de nuestro planeta en este momento". Comparte esta opinión Bárbara Fluxá, también artista, que cree en la "capacidad del arte para generar nuevas consciencias y comportamientos". Sin embargo, hay algo más importante y es "entender nuestro mundo para generar nuevos comportamientos".
Los artistas se comprometen con los asuntos de su tiempo
El arte puede servir, como hemos dicho, para visibilizar unos datos que están en los informes oficiales pero que de tan copiosos son pocos quienes los leen. "Los artistas han entrado en ello porque es un problema de su época. Esta crisis tiene dos componentes; el cambio climático y el final del petróleo barato, por lo que caminamos hacia una sociedad distinta y el arte tiene el papel de imaginar diferentes futuros", apunta Parreño. Blanca de la Torre, comisaria de Hybris en el Musac, cree que "comprender datos científicos no es suficiente y es el arte el que puede proporcionar un enfoque diferente para comprender los problemas ecológicos y la red de conexiones que subyacen".Bárbara Fluxá: Mapa de un lugar vacío
Pero, ¿cómo abordan los artistas estos problemas? En el caso de caso Lucía Loren el paisaje ha sido siempre un eje de reflexión en su trabajo. La primera acción que realizó fue una respuesta a la tala de árboles en un bosque cercano a donde vivía cuando tenía 20 años. "A esta intervención la siguieron una serie de manifestaciones en solitario que son el germen del compromiso, el cuidado y el respeto por los lugares que habitamos". Actualmente, su compromiso ha derivado hacia "una búsqueda y comprensión del propio territorio como generador de ecosistemas naturales y culturales que nos vinculan de manera estrecha a un lugar". Bárbara Fluxá prefiere pensar que "más que la obra es el sujeto el que se compromete (o no) con el mundo que le rodea".¿Cómo abordan los artistas estas posturas?
El interés de Fluxá está focalizado en "lenguajes multidisciplinares en torno a las problemáticas de la relación sociedad industrial y naturaleza destacando figuras como Robert Smithson y Joseph Beuys". Su obra, en la que aúna instalación, vídeo, dibujo, fotografía y escultura, "busca visibilizar cómo las sociedades se relacionan con su entorno y cuestionar el concepto que tienen en base a esta relación". Loren, por su parte, ha incluido "plantas y animales en el desarrollo de la obra, entendiendo el proceso de creación en el paisaje como una colaboración con la comunidad biótica". En otras ocasiones la gente que habita esos lugares han podido participar generando "una nueva lectura del paisaje que implica al espectador como conciencia viva y transformadora de su entorno".Artistas como, Allan Sekula, Agnés Denes, Basurama y Olafur Eliason responden a estas cuestiones en sus obras. Eliasson, por ejemplo, instaló un reloj climático con bloques de hielo del ártico en la COP de París. Con esto consiguió que la gente comprendiera, desde un simbolismo inmediato, un concepto que a veces resulta abstracto. Fluxá también ha realizado una obra que consiste en la instalación "de una placa en ciudades costeras que determina si la cota del nivel del mar supera los 2 o 4 grados de límite establecidos para que no haya cambios drásticos en el clima", explica Parreño.
No son pocos los museos que se están uniendo a la creación de esta conciencia a través del arte. Ahí está la exposición Inner Nature, sobre la representación artística de los problemas del agua en la actual crisis ambiental en el IVAM o Hybris en el Musac. Blanca de la Torre, como comisaria de esta última, opina que "el arte puede ser una herramienta eficaz para impulsar un replanteamiento de la idea de la naturaleza, nuestra relación con ella, entender el mundo de manera más holística y tratar de buscar nuevos paradigmas".
Lucía Loren: Brotes
La crisis medioambiental en la literatura y en la crítica literaria
Otra de las ponentes en el congreso es Carmen Flys, que ejerce la ecocrítica, una disciplina que aborda "la representación de la naturaleza, las actitudes culturales hacia ella y las interrelaciones entre seres humanos y su entorno reflejado en textos literarios". Con un fuerte compromiso ecológico como telón de fondo opina que los textos literarios han mostrado nuestras actitudes culturales hacia la naturaleza y "son precisamente esas actitudes las que determinan nuestras acciones". Hay escritores, tanto en España como en el extranjero, que llevan tiempo escribiendo novelas en las que la naturaleza y el cambio climático sobrevuela, aunque no siempre con cariz crítico. Para Flys, "si la literatura es un espejo de nuestras actitudes, también puede moldearlas y cambiarlas".Entiende, por otro lado, que los documentales y los informes científicos aportan información precisa pero "una buena novela, informada y bien escrita, puede llegar a mucha más gente que, mientras lee se ve influenciado y se pregunta acerca de sus propios valores y actitudes". La función, por tanto, de la ecocrítica es "señalar o denunciar los valores retratados en las obras, ampliar la conciencia de los lectores, señalar cosas que no han visto a primera lectura". Aunque también es importante, precisa, señalar la 'ecofobia', que muestra la supuesta superioridad que el ser humano tiene frente a la naturaleza. Ahí también entra en juego un factor que comenta Parreño y es que en muchas ocasiones no queremos ver porque no lo entendemos. Sin embargo, "en las noticias tan solo nos hablan de un otoño más caluroso de lo normal pero no explican que para el año 2050 Madrid tendrá el clima de Sevilla y esta el de Marrakech".
Con todo, tanto el arte como la literatura tienen que ser herramientas que puedan contribuir a la creación de conciencia sobre el impacto del ser humano en el medio ambiente. "Vivimos en una sociedad ciega ante las consecuencias y necesitamos una implicación absoluta para desarrollar una conciencia planetaria", opina el profesor Albelda. Pero no solo sirve lanzar mensajes, "hay que trabajar desde el concepto, los modos y los medios", opina Blanca de la Torre. Por eso Fluxá matiza que "no se trata de instrumentalizar el arte al servicio de campañas de concienciación ecosocial sino de generar experiencias y sensibilidades compartidas que nos permitan pensar juntos nuevos y mejores modos de relacionarnos con nuestro planeta".
@scamarzana