Alicia Framis: Cartas al cielo
El Palacio Quintanar de Segovia acoge Cuando la musa ataca. Supertangibles, una muestra compuesta por 15 propuestas de diversas disciplinas que quiere desdibujar la frontera entre poesía, diseño, interpretación y arte.
Tiempo es, de hecho, lo que ha transcurrido desde aquel primer Supertangibles que tuvo lugar en el Madrid de 1986. En aquella ocasión "se trataba de presentar un tipo de arte impactante pero con la idea de expresar la dificultad de observar la obra y de comprenderla", recuerda José Tono Martínez. Pero no solo en términos de apreciar una obra sino más bien de explorar los alrededores donde se producía y el difícil acceso a ella. Un mal endémico que sigue acechando al arte hoy en día en tanto que "muchas obras adolecen de su contexto creativo y crítico a pesar de enunciados grandilocuentes". A consecuencia de ello se ha generado y provocado "un cierto autismo por parte del que la contempla".
Pero volvamos al presente y al Supertangibles actual que buscaba artistas de media carrera con un lenguaje propio y una trayectoria contrastada. Si hay un rasgo que define a todos ellos ese es que están "muy comprometidos con el proceso de creación que nos permite retrotaernos a los comienzos". Al momento mismo en el que el arte es aún una idea sin precisar que comieza a tomar forma en cualquier dispositivo y lugar en bocetos que irán cambiando. El arte ha cambiado y "la ironía de la supertangibilidad se produce ahora en el proceso de concepción y creación de la obra, un proceso que queremos presentar a modo de making off de cada proyecto", explica el comisario.
Todos ellos fueron invitados a participar y se han involucrado con el proceso de creación porque no se trataba de seleccionar una obra para una muestra colectiva. La idea, dice José Tono Martínez, fue convocar a creadores procedentes de diversos registros y disciplinas para "desdibujar la frontera entre poesía, diseño, interpretación y arte". De este modo, Julián Alonso, Gustavo Vega y Pablo del Barco "nos enfrentan a extrañas experiencias de lectura, grafismo y a juegos de lenguajes y formas que nos remiten a un babel primitivo con la denuncia de una realidad cruel". Eugenio Ampudia, por su parte, "presenta una plaga devastadora que infesta los museos y centros culturales, Darío Basso y Marta Bran expanden la pintura hacia una poética de ocupación del espacio e Iraida Cano interviene un almendro centenario".
La propuesta de Eugenio Ampudia para la exposición
Algunos de los ellos han querido rastrear diferentes experiencias para las que remiten a la lectura, como es el caso de Montserrat Soto y Dionisio Cañas en Dato Primitivo y Darya von Berner que nos lleva a una cueva a leer en nuestro interior, mientras que Los Torreznos, Manuel Rufo y Nieves Correa "construyen metáforas de relación con el resto mediante la performance". Otros buscan la escucha intimista de la realidad como Francisco López y Fátima Miranda o Alicia Framis, que nos invita a escribir Cartas al Cielo y a depositarlas en la gran esfera acristalada que se presenta. Es aquí, por tanto, donde entra en juego y se entiende la primera parte del título de la muestra: Cuando la musa ataca.Así lo explica el comisario: "Al centrarnos en el proceso de creación, cuando surge la idea o la chispa creadora, cuando la musa ataca, provocada por un conflicto de adecuación interno o externo al artista, estamos también vindicando un espacio secreto, delicado e íntimo donde se establece un diálogo muy personal entre artista y el espectador, una búsqueda de la complicidad y de la empatía al margen del entramado del arte y del círculo del saber, cuando el arte es todavía sólo inspiración".
Supertangibles ayer y hoy
La primera edición de Supertangibles fue en 1986 y algunas de sus obras y acciones callejeras "tenían que ver con encadenarse a una farola o presentar una frutería como propuesta para ARCO bajo el lema de La vanguardia es el mercado", recuerda José Tono Martínez. Entonces importaba más lo que ocurría en los márgenes de la obra que la pieza en sí. "Entonces creíamos conocernos pero desconfiábamos de la realidad", asegura. Ahora, en cambio, "la realidad es un dato demoledor".Sin embargo, las dificultades que tenían entonces los artistas son las mismas de ahora. Eso no ha cambiado. Para el comisario de Cuando la musa ataca "el artista verdadero es un ser frágil que contempla su quimera desde una caverna platónica que, a modo de cámara oscura, refleja sus obsesiones, sus luchas todavía no expuestas". Ese es un sentimiento no perecedero que ha existido en todas las generaciones y seguirá existiendo. "Cambian las mediaciones y las traducciones -prosigue- pero el misterio sigue allí encerrado".
@scamarzana