Jannis Kounellis
El artista griego Jannis Kounellis (El Pireo, 1936 - Roma, 2017) fue uno de los máximos representantes del denominado arte povera, esa disciplina que rescata materiales de desecho como expresión artística. Kounellis, que debutó en la década de 1960 en la galería La Tartaruga (Roma), ha muerto a los 80 años, según han informado varios medios italianos.En 1956, a los 20 años, se trasladó de Grecia a Roma con el objetivo de estudiar en la Academia de Bellas Artes de la Ciudad Eterna. En un principio se interesó por la pintura sobre lienzo, pero poco a poco fue incluyendo carteles y objetos que se iba encontrando en diferentes lugares. A los cuatro años de su llegada a la capital italiana, la galería romana La Tartaruga le dedicó una exposición que supuso su debut en el mundo del arte. En aquel lugar, que era un espacio de encuentro para los artistas e intelectuales de la época, se pudo ver su interés en un arte realizado con pocos y sutiles elementos.
Más tarde, decidió combinar materiales orgánicos e inorgánicos lo que le valió a su producción la etiqueta de arte povera (arte pobre). Aquel grupo al que perteneció se caracterizó por "romper con el dogmatismo y salir del cuadro. No para acabar en una especie de espacialismo frío, sino porque concebíamos el arte como una aventura", contaba el artista en una entrevista con El Cultural en 2009. A finales de la década de los 60 comenzó a incluir animales vivos, carne cruda, café, madera, puertas, ventanas en su obra. En 1967 expuso en la galería L'Attico yen la Puerta cerrada de San Benedetto de Tronto, donde construía una puerta compuesta de piedras con intención de simbolizar el aislamiento.
Pero en 1996 la inclusión de un guacamayo en una de sus instalaciones le valió las críticas y la persecución de los ecologistas. "Todavía me persiguen", recordaba en 2009. "Hace poco en Dinamarca una señora muy enfadada vino a recriminármelo otra vez. No lo entiendo, porque yo amo a los animales. Además el guacamayo agradece estar en contacto en la gente", se defendió Kounellis. Y es que su máxima siempre fue la de aspirar a más, a salirse del marco, a reinventar el arte. Opinaba, al igual que Picasso en sus inicios, cuando realizó Las señoritas de Avignon, que el arte podía aspirar a cambiar la realidad. "Sí, sigo pensándolo, y con esa intención trabajo".
De hecho, más que de estilo, le interesaba hablar de lógica, de simetría. "De las dos lógicas del informal, la de Fautrier y la de Pollock... Hay que entender qué significa el concepto de 'estilo' para una obra como Las señoritas de Avignon en el sentido de la ruptura de las certezas. Pero desde el siglo pasado no existe ninguna coherencia artística. Picasso nunca quiso ser coherente. Goya tampoco. Aunque hizo pinturas cortesanas durante un periodo, luego ahí están las pinturas negras. No hay una única modernidad. Picasso tiene la suya, Mondrian también...", contaba.
Kounellis expuso en 2002 Caballos en la Whitechapel de Londres y en la Galería de Arte Moderna de Roma su laberinto formado por planchas de chapa en las que incluye algunas de sus creaciones. En 2004 celebró los 500 años de Miguel Ángel y en 2008 construyó la puerta de acceso al huerto de la Basílica di Santa Cruz en Jerusalén, en Roma, entramado de hierro y juego de colores con piedras de cristal. Más recientemente, en 2011, estuvo en la Bienal de Venecia con sus sudarios colgados en las paredes con cientos de clavos.
En 2008, cuando expuso en Santiago de Compostela, se mostró crítico con la crisis y previno: "El mundo cambia por aperturas y crisis. Tal vez estamos atravesando una fuerte crisis económica y política. Y no sólo nosotros, los americanos han iniciado un viaje que nos lleva a otro lugar. La cultura campesina que nos ha dado nuestras señas de identidad ha sufrido una caída. Ha cambiado la idea del territorio. Sería una lástima que en este cambio radical incida sólo lo económico. Pero en nuestra sociedad capitalista nadie se atreve a plantear otras hipótesis.... Occidente se halla en una forma de decadencia obtusa".