Es el encargado de inaugurar el Año Murillo, la celebración del IV Centenario de su nacimiento que arranca el próximo lunes y se prolonga hasta 2018. Será en Sevilla, en la Fundación Focus-Abengoa, donde Gabriele Finaldi, el actual director de la National Gallery de Londres y ex conservador del Museo del Prado, pone en diálogo 19 obras de Murillo y Velázquez, algunas nunca vistas en España, para indagar en la afinidad entre los dos maestros de la pintura. En esta entrevista da las claves.
Parece un guiño a su carrera meteórica. El gran pulgar que David Shrigley ha colocado sobre el cuarto plinto de Trafalgar Square, asoma por la ventana del despacho de Gabriele Finaldi (Londres, 1965) reafirmando el buen momento que vive el director de la National Gallery. Después de año y medio de dejar su cargo en el Museo del Prado para ponerse al frente de la pinacoteca inglesa, su casa desde que fichara a los 27, el balance es positivo, dice. Lejos quedan las huelgas de la plantilla y la preocupación por la bajada de presupuesto que David Cameron anunció cuando llegó (de un 25 a un 40% entre 2015 a 2018). Todo ok. Really Good, dice el irónico puño de Shrigley.
Lo constatan, también, las colas que hay para ver la gran exposición del otoño en la National, Beyond Caravaggio, abierta hace apenas dos semanas, así como los muchos proyectos que Finaldi tiene en curso. El próximo lunes 7 de noviembre inaugura en Sevilla el Año Murillo con una exposición que lo relaciona con Velázquez, otro maestro de la pintura sevillano, una cita que sirve para celebrar, también, los 25 años de la Fundación Focus-Abengoa en el Hospital de los Venerables. A finales de mes, el Prado presentará la última de las exposiciones que dejó programadas, Ribera. Maestro del dibujo, una nueva lectura de su artista de tesis.
En su mesa, los cuatro clásicos dialogan hoy sin apenas distancias: "Cada uno tiene una fuerte personalidad artística -explica-. Caravaggio revolucionario, pasional y arrollador, Velázquez discreto, brillante y de una inteligencia pictórica finísima, Ribera un talento abrumador, trabajador, profundamente humano, y Murillo maestro absoluto de sus medios, intérprete preclaro del sentir del pueblo, un pintor solar. A pesar de haber vivido todos hace cuatro siglos, hablan un lenguaje humano y universal y tratan los grandes temas de la vida, el amor, la muerte, la violencia, la redención, con imágenes que están grabadas a fuego en nuestra memoria colectiva".
Más allá de Caravaggio, parafraseando la exposición mientras la recorre, Finaldi da las claves para entender el verdadero papel que jugó Murillo (1617-2017) ahora que se celebra el IV Centenario de su nacimiento. "Murillo llegó a ocupar un lugar cumbre entre los coleccionistas y críticos del siglo XIX, como representante por excelencia de la Escuela española, hasta por encima de Velázquez. Luego, con las vanguardias del siglo XX, su estrella se vio eclipsada por El Greco y Velázquez. Artista considerado fácil y devoto, tuvo que esperar hasta los años 70 del siglo XX, para que se diera inicio a su recuperación crítica, el aprecio de su originalidad iconográfica y su extraordinaria habilidad técnica. Hoy ya no hay que justificar una exposición sobre Murillo. Sus cuadros son muy admirados en el extranjero y más en Sevilla, como vemos ahora con las grandes celebraciones que empiezan con esta muestra", argumenta. Ahondamos en ella.
Pregunta.- Velázquez y Murillo sólo se llevan 18 años y ambos nacieron en Sevilla. ¿Sabe si se conocieron?
Respuesta.- No dudo que llegasen a conocerse. Cuando Murillo se estaba formando en Sevilla, Velázquez era ya el famoso pintor del rey de España. Creo que en sus años mozos Murillo miró con mucho interés las obras que Velázquez había dejado en Sevilla antes de marcharse a la Corte en 1623, la Adoración de los Reyes Magos (hoy en el Prado), la Inmaculada (hoy en la National Gallery de Londres) y los bodegones que colgaban en la Casa de Pilatos. Seguramente, le interesó cierta manera de componer cuadros, de buscar lo esencial, de pintar con verdad.
Trío de Inmaculadas: la primera de Murillo y las demás de Vélazquez
P.- ¿Qué influencia hubo entre ellos?
R.- Murillo le tenía un gran respeto a Velázquez y éste admiraba el talento de su joven compatriota; Velázquez supuestamente le recibió en casa y le dio consejos sobre cómo desarrollar su carrera. En cuanto a los documentos, sólo consta un viaje de Murillo a Madrid en 1658, aunque seguramente habría ido varias veces antes. Yo me imagino que, en aquella ocasión, Velázquez le habría mostrado su recién terminado cuadro de Las Meninas. En el mismo momento estaban en Madrid Alonso Cano y Zurbarán. No me puedo creer que no se juntaran los cuatro... ¡Menuda tertulia andaluza!
P.- ¿Cómo ha estructurado la exposición?
R.- En total vemos 19 obras, nueve de Velázquez y diez de Murillo, donde tratan temas iguales o parecidos, especialmente asuntos sevillanos como las santas Justa y Rufina o la Inmaculada. Pero también, los cuadros de género, porque en estos temas de vida cotidiana y de niños, Murillo se erigió como discípulo directo de Velázquez.
P.- ¿Cuáles son las joyas?
R.- La exposición propone una serie de parejas y tríos de cuadros de los dos pintores. Nunca se ha hecho. Por primera vez en España, y pasada ya la polémica sobre su autoría, se verán las dos Inmaculadas sevillanas de Velázquez de la Fundación Focus y la National Gallery, con una Inmaculada murillesca de parecidas proporciones procedente de Kansas City; se verán juntos la Adoración de los Magos de Velázquez con la Sagrada Familia del Pajarito de Murillo; el San Pedro Penitente de los Venerables de Murillo, recientemente recuperado para Sevilla (Fundación Focus), se podrá ver con la obra de Velázquez del mismo tema raramente vista en público (Colección Villar-Mir). El Museo de Viena presta la Infanta Margarita vestida de blanco de Velázquez, estrechamente relacionado con Las Meninas. Las Santas Justa y Rufina de Murillo procedente del Meadows Museum de Dallas, de lo más bello de su producción, no se han visto nunca en España.
Ribera como leader
P.- El Meadows Museum y la Fundación Focus-Abengoa colaboran, también, en la coedición del primer catálogo razonado de dibujos de Ribera, sobre el que también firma la exposición en el Prado. ¿Por dónde van las últimas investigaciones?
R.- Ribera es el pintor del siglo XVII que, quizás, más novedades importantes haya proporcionado a la historia del arte en los últimos años. Su papel en el movimiento caravaggista es de primer orden y gracias a las últimas investigaciones, lo vemos más cómo un leader y menos como un seguidor. Sus dibujos muestran una personalidad compleja y, de alguna manera, moderna, es decir, interesada en la vida urbana, los marginados de la sociedad, la violencia y los rincones oscuros de la sexualidad, a la vez que es un artista académico de brillantes dotes. La exposición del Prado se celebra con motivo de la publicación del catálogo completo de sus dibujos sobre el que trabajó desde hace un cuarto de siglo, e incluye unos 50 dibujos y una docena de pinturas. Se inaugura el 21 de noviembre.
P.- La National Gallery y el Museo del Prado son dos de las más importantes pinacotecas de Europa pero con formas de confeccionar las colecciones muy diferentes. Háblenos de esas diferencias, de los matices.
R.- Desde el año 2000 el Prado se ha convertido en un museo modelo en cuanto a su forma de exponer sus colecciones, de investigar sus fondos, de hacer exposiciones y de relacionarse con la sociedad y con los demás museos. Algunas de estas características se modelaron sobre lo que había conseguido la National Gallery en los años 90. Hoy, la National sigue en la vanguardia en su manera de unir investigación histórico-artística y técnica, y en sus programas de educación y outreach. Ahora bien: quisiera que en la National Gallery consiguiéramos un dinamismo parecido al que tiene el Prado. Seguimos colaborando juntos con varios programas futuros previstos.
@bea_espejo