José de Ribera: Cabeza de guerrero. Primera mitad del siglo XVII. Madrid, Museo Nacional del Prado
Gabriele Finaldi (Londres, 1965) fue conservador de la National Gallery durante diez años, después pasó otros trece en Madrid como director adjunto de conservación del Museo del Prado hasta que el año pasado le ofrecieron regresar a la National Gallery, esta vez como director. No obstante, este miércoles el historiador del arte y conservador ha regresado momentáneamente al Prado -"un reencuentro dulce", asegura- para presentar a los medios dos exposiciones comisariadas por él y en las que empezó a trabajar durante sus últimos años en la pinacoteca española. Ambas coincidirán este otoño en el calendario museístico.La primera de ellas se titula Velázquez. Murillo. Sevilla y podrá verse a partir del próximo 8 de noviembre en el Hospital de los Venerables de la capital andaluza, sede de la Fundación Focus, organizadora de la exposición. La segunda, Ribera. Maestro del dibujo, es la culminación de una empresa difícil: la realización del catálogo razonado de todos los dibujos conocidos hasta la fecha del pintor valenciano que desarrolló su carrera en Italia, una cifra que ha variado enormemente en el último siglo. "En 1923 solo se conocían 12 dibujos de Ribera, cuya autoría ha sido desacreditada en seis casos. En cambio actualmente conocemos 160", ha explicado Finaldi, que realizó su tesis doctoral sobre Ribera (Játiva, 1591 - Nápoles, 1652) y es uno de los mayores expertos en la obra del artista. La exposición que lleva preparando desde 2014 mostrará en el Prado, a partir del 22 de noviembre, 70 de estos dibujos de "Lo Spagnoletto", como se conocía a Ribera en Italia.
Miguel Zugaza, Anabel Morillo y Gabriele Finaldi durante la presentación de las exposiciones en el Museo del Prado
"Es raro que un caravaggista como Ribera diera tanta importancia al dibujo", opina Finaldi. "Dicen que Ribera dibujaba todo el tiempo, incluso durante las visitas. Por la noche dibujaba las ideas que pintaría al día siguiente", siempre con pluma y tinta. No obstante, aunque lo habitual en su época era que los pintores abordaran el dibujo casi exclusivamente como preparación para sus cuadros al óleo, Ribera lo utilizaba con mucha más libertad y también hacía dibujos completamente autónomos a modo de "especulación o exploración" de diferentes temas, entre ellos su peculiar interés por los gorros, tocados y cubrecabezas o su fascinación por las escenas de violencia y tortura de ajusticiados que podían verse de manera cotidiana en las plazas de Nápoles, la ciudad donde pasó casi toda su vida, y que él dibujó para dar fe los horrores contemplados. También tiene otra serie de dibujos conocidos como "caprichos" con tendencia al absurdo y cierta intención satírica. De este modo, "la pintura sería la faceta pública de Ribera y el dibujo refleja un ámbito más íntimo", concluye el experto italiano.
José de Ribera: Escena fantástica: caballero con hombrecillos subiendo por su cuerpo. 1625-1639. Madrid, Museo Nacional del Prado
Finaldi ha expresado su agradecimiento a Zugaza, a Morillo y a las instituciones que representan por haberle dado la oportunidad de llevar las riendas de los dos proyectos. "Eso sí -ha puntualizado con humor-, no le recomiendo a nadie compaginar el comisariado de dos exposiciones simultáneas y la realización de un catálogo razonado con el trabajo del día a día", que en su caso es nada menos que dirigir uno de los museos más importantes del mundo.Conexión Velázquez-Murillo
Como ha explicado Finaldi, la de Velázquez y Murillo es la primera exposición conjunta de los dos artistas barrocos sevillanos, y pretende mostrar las afinidades iconográficas y estilísticas entre ambos, a pesar de que Murillo (Sevilla, 1617-1682) pertenecía a la generación inmediatamente posterior a la de Velázquez (Sevilla, 1599 - Madrid, 1660).Izda: detalle de Adoración de los Reyes Magos (Velázquez, 1619) / Dcha: detalle de Sagrada Familia del pajarito (Murillo, h. 1650)
Cuando Velázquez se mudó a Madrid y se estableció como pintor de corte, dejó de lado la pintura "de género" que mostraba escenas costumbristas, de la que son célebres ejemplos El aguador de Sevilla, Vieja friendo huevos o Dos jóvenes en la mesa. En este ámbito, y como refleja la exposición, Murillo se convirtió en continuador de esta tradición con cuadros como Niño espulgándose o Tres muchachos. También, entre otras aportaciones de esta exposición, sus visitantes podrán descubrir una faceta paisajística de Murillo que se aleja de su habitual estilo tenebrista y caravaggista, ha explicado Finaldi. De hecho, otro rasgo que comparten Velázquez y Murillo es el progresivo aclaramiento de su paleta de colores a lo largo de sus respectivas carreras.
La Fundación Focus, nacida en 1982, está especializada precisamente en la conservación, estudio y difusión del arte del Barroco. Para Finaldi, "El Prado es el palacio del Barroco y la Fundación Focus es la casa del Barroco". Por tanto, celebra que ambas instituciones aúnen esfuerzos para difundir el arte de este periodo histórico, tal y como lo llevan haciendo desde hace años con otros proyectos conjuntos.
La fundación fue auspiciada por el grupo empresarial del sector energético Abengoa, que supone además su principal fuente de ingresos, pero la compañía se halla en una peliaguda situación económica y acaba de ser rescatada por varios fondos de inversión. A pesar de este panorama, Morillo asegura que la supervivencia de la fundación que dirige no depende de los fondos procedentes de Abengoa y que puede subsistir con las aportaciones de otros patrocinadores, la venta de entradas y los servicios profesionales que presta a terceros.
@FDQuijano