Francesco Guardi, Canaletto, Giuseppe Maria Crespi y Giovanni Battista Tiepolo son algunos de los artistas más representativos del Siglo de las Luces en Italia, un tiempo de grandes cambios para la sociedad y para las artes, a caballo entre el final del Barroco y el Neoclasicismo. Sus obras contribuyeron a crear una gran fascinación por el país, y actualmente ofrecen una imagen completa de la época y de la trayectoria de sus principales creadores. Para acercarnos a ellas, una selección de 45 de sus más reconocibles pinturas permanecerá en CaixaForum Zaragoza hasta el 13 de noviembre.
Bajo el título Settecento. Obras maestras de la pintura italiana de los Staatliche Museen zu Berlin, esta muestra supone un viaje de Nápoles a Venecia, pasando por Roma, Génova o Bolonia en un tiempo de grandes cambios para la sociedad y para las artes. Su paso por España es consecuencia de la colaboración entre la Obra Social "la Caixa" y los Museos Nacionales de Berlín, una de las instituciones culturales más importantes de Europa, cuyo rico contenido en obras del siglo XVIII italiano se debe a la predilección de los monarcas prusianos de este siglo por la pintura francesa e italiana. Una colaboración que no acaba aquí, ya que la Obra Social "la Caixa" también participa en un proyecto sobre el Siglo de Oro Español que podrá verse en la Gemäldegalerie de Berlín a partir de julio.
Cuatro ámbitos temáticos reflejan la heterogeneidad de la pintura de la época, comenzando por Visiones de Italia: vedute, ruinas y paisajes, que muestra la fragmentación del país en 18 estados independientes. Sus capitales reflejaban el orgullo por su historia e identidad cultural a través del aspecto único de su fisionomía urbana. Como consecuencia, proliferaron las vedute o pinturas de vistas urbanas, muy populares entre viajeros y admiradores del arte italiano. Entre ellas, destaca La Piazzetta di San Marco en Venecia (hacia 1760), de Francesco Guardi. El nivel de detalle de estas obras requería de la representación a escala, como explica el comisario de la exposición, Ángel Aterido: "Para eso se vale de un instrumento óptico que se conocía anteriormente pero que se va a explotar en esta época, la cámara oscura".
Detalle de Francesco Guardi: La Piazzetta di San Marco en Venecia (hacia 1760)
En Historias y emociones: modos de narrar se plasma que, ya fueran paisajes o particulares, lo más importante era lo que expresaban, puesto que el reconocimiento de un pintor dependía de su capacidad para narrar grandes historias. La calidad expresiva de la pintura debía hacerles justicia y ser capaz de transmitir las emociones sentidas por sus protagonistas en cualquier tema. También influían aquí las dimensiones, como indica que las monumentales decoraciones murales fueran las empresas artísticas más codiciadas entonces.
Por último, la muestra se detiene en La imagen religiosa, con pinturas de culto a las que los artistas daban gran importancia debido a su colocación en espacios sagrados. Es el caso de La Virgen María (1730-35), de Giovanni Battista Pittoni, junto a la que se conservan un grupo representativo de cuadros de altar, proyectos para frescos y otras obras menores destinadas al rezo privado. Con ellas finaliza una exposición única en nuestro país que trae lo mejor de Italia desde Alemania, a donde regresará su brillo prestado en noviembre.