Victoria Civera: "Hacer arte es caminar en el refugio y afuera"
Victoria Civera
Victoria Civera lleva en el panorama artístico más de veinte 20 años. Fue una de las artistas de Soledad Lorenzo, donde expuso hasta siete veces. La última, en 2012, con Corazonada, a modo de homenaje ante al cierre de la galería. También el IVAM, en 2011, le dedicó una importante retrospectiva. Ahora expone sus últimas obras en Boreal, que inaugura el sábado (23) en Moisés Pérez de Albéniz, su nueva galería madrileña.
La artista ha seguido siempre sus impulsos con libertad consiguiendo un estado de armonía que suele encontrar en su propio estudio. Allí, como Shakespeare, consigue "algo más importante que la lógica; la imaginación". Aunque no es cartesiana sí necesita un orden y un sistema que organice su imaginación y pensamientos y eso se lo aporta la pintura. Así, "el refugio es el estudio pero también la mente", matiza Civera.
La valenciana aterriza, por primera vez, en la galería Moisés Pérez de Albéniz con Boreal, una exposición que nace en Nueva York en pleno invierno pero que comienza a gestarse años atrás. Allí se encontraba revisando archivos y documentos cuando se dio de bruces con un vídeo de 2005 en el que filmaba una nevada en Saro (Cantabria). Aquel año nevó mucho, casi sin pausa. El silencio y la grandeza que tenía ante sus ojos era ya suficiente argumento, así que grabó en silencio. "Más tarde, aún emocionada, salimos en coche detrás de esa extraña luz que se tornaba azul y llegamos a lo alto de las montañas".
Pregunta.- ¿Qué encontraron en las montañas, que tanto tiempo le ha rondado en la cabeza?
Respuesta.- Hay una gravedad y un tiempo contenido, lento, profundo, como el ritmo y palpitación de la naturaleza. Por un instante pasó por delante de mis ojos la luz que buscaba. La encontré en la montaña y años después en la grabación. En la 'choza' (así llama a su estudio) de Nueva York pensé mucho en la Aurora Boreal. Tuvimos un invierno muy largo y me afectaba, así que comencé a pintar lentamente, en pequeños formatos sobre chapas de aluminio y plástico, deslizando suavemente la pintura y observando, hasta que el color se convertía en luz y huella, casi atmosférica, como polvo de paisaje. Creo que así comencé a ver de nuevo esa luz que perseguía en la grabación de 2005.
P.- ¿Por qué Boreal?
R.- El nombre se me ocurrió en el avión, en un vuelo Barcelona-Berlín-Nueva York. Mientras dibujaba y anotaba cosas miraba la luz por la ventanilla y el nombre Boreal apareció repetido varias veces en mi bloc. El paisaje muchas veces se nos revela con una intensidad y fuerza difícil de entender. Su visión conjuga un poder y una fuerza sobrecogedora, parece advertirnos al unísono de la enorme belleza y de la cantidad de errores, desastres, que somos capaces de provocar.
El paisaje como comunicador
P.- El paisaje puede resultarnos ajeno o ser nosotros mismos los que lo habitamos. ¿Hay algo de eso en la exposición?R.- Sí, por ahí va mi intención. Hablar de adentro y de afuera, del refugio, que también es el cuerpo y, de esa abertura, fuerza y espectáculo sobrecogedor que es el paisaje. En algunas obras se plantean conversaciones sobre lo privado y lo ajeno y el paisaje como lugar común e inmenso donde nos sumergimos. Nos cuestiona cosas y pautas de relación que van desapareciendo en nuestras nuevas formas de vivir y comunicar; o de incomunicarnos.
Desde nuestra actual forma de convivir en un presente donde lo privado y diferente se debilita cada vez más hacia lo transparente, hacia lo público, global y mimético. Estamos solos pero intercomunicados. Por ello el refugio es necesario, para pensar a solas y olvidar la inmediatez, la dependencia con lo global.Necesitamos orientarnos y aferrarnos a algo, la utópica idea de construir algoen lo que descubrirnos"
Boreal, 2015
P.- ¿Habla en su texto y en la exposición de encontrar el norte. ¿Cuál es el suyo?R.- Quizás tenga que ver con esa necesidad que tenemos de orientarnos, de aferrarnos a algo. Es la utópica idea de construir algo que nos permita descubrirnos y caminar, no consumiendo sino reconociéndonos desde perfiles insospechados, muy alejados de tabletas y redes sociales. Mi norte es mi caos y mi deseo. Hacer arte es caminar en el refugio y afuera. Ese sería mi Eje polar.
P.- ¿Es, entonces, el paisaje su refugio?
R.- Puede verse desde fuera pero también te puedes sumergir, entrar, involucrar. Para muchas personas el paisaje está muy alejado de su dimensión corporal y también de su dimensión periférica. Existen muchas perspectivas y posiciones para pensar y experimentar el paisaje. Y, en general, vivimos muy alejados del paisaje orgánico y natural. Pasamos muchas horas frente a la pantalla, frente a ese simulacro divino de la pantalla. Lo que yo llamo estar dentro de la habitación de plasma, inundados por imágenes pero sin tocar ni sentir ninguna, más allá de nuestro poder de imaginación. Y, lamentablemente, son imágenes, ideas, mundos y visiones muy manipuladas.
P.- ¿Es una exposición pensada para mover sentimientos?
R.- Creo que es una exposición comprometida. He seguido mis impulsos y buscado que sea a la vez íntima, personal y concéntrica. Los artistas necesitamos sacar cosas para entender y entendernos mejor, para reconocernos como individuos y como reflejos del mundo. Ojalá a través de las cosas que hacemos podamos contribuir a enriquecer la visión de lo que somos y del mundo. Tal vez esa sea la fuerza que nos obliga a "hacer". Yo en este caso, desde el recogimiento inicial, he apostado fuerte por mi creencia en la pintura y sus posibilidades expresivas tratando de ser fiel a esa necesidad de luz.
Doble Vacío, 2015
La elección de los lenguajes
P.- No existe en el arte una única línea a seguir, ¿no?R.- No, no creo en una línea o verdad única, las cosas son siempre complejas y pueden verse con lentes distintas, eso nos descubrirá otros lados de las cosas. Así entiendo yo la misión del arte. Lo de la abstracción y figuración es ya un debate sin mucho sentido; creo que el ser es ambas cosas. Vivo bajo la duda y me siento habitante del cosmos y también de otro cosmos particular; el de los lenguajes de la pintura y aunque soy insegura y dudo mucho procuro ser certera al elegirlos.
P.- Ese juego de espejos nos hace ver las cosas desde diferentes perspectivas. ¿Qué nos quiere enseñar?
R.- Sería estupendo enseñar o ayudar a alguien a mirar, pero creo que en realidad aprendemos a mirar en la cuna, observando y reconociendo a la madre y, más tarde vamos extendiendo nuestra mirada. El problema suele ser que la vida "fija" y limita el recorrido de nuestra mirada y nuestra forma de ver se convierte en raquítica y oxidada, porque de adultos terminamos únicamente viendo los problemas y rutinas que hemos de superar para sobrevivir, que no son pocos. O terminamos como ahora mucha gente; colgados de una maquinita de luz que llevamos en la mano y que nos es ajena.
P.- ¿Cómo ha evolucionado su arte? y, ¿cómo ha cambiado el mundo del arte?
R.- Mi pintura ha evolucionado de manera convulsa y constante, cargada de preguntas. El arte me ha ayudado mucho y he tratado de depositar en él mucha energía, visión y deseo, pero no sabría analizar ahora bien mi evolución ni creo que pueda entenderse desde los parámetros de una lógica evolutiva, cronológicamente hablando. Sí diría que ha sido un recorrido más en espiral que un desarrollo lineal, pero siempre desde, alrededor o sobre la pintura.
P.- Ahora que estamos viviendo en un eterno caos e incertidumbre... ¿hacia dónde camina el arte?
R.- Lo hace como siempre lo ha hecho. Desde el individuo y hacia el individuo y su proyección, eso que llamamos ‘los demás'. Ahí se incluyen, por supuesto, el mundo, los mundos, las civilizaciones, culturas, etc… para de nuevo volver al individuo. Hemos evolucionado mucho, pero solo teóricamente, hemos investigado y descubierto muchas cosas, pero en el fondo solo se nos ponen los pelos de punta ante cosas que no son tan distintas de las que sobrecogían a los habitantes de las cuevas. La condición humana es compleja y los logros y avances de tipo material no son el único alimento que necesitan nuestros espejos.
@scamarzana