Los indios de Norteamérica acampan en el Thyssen
Las paredes del Museo Thyssen de Madrid se han teñido de rojo sangre de búfalo para inaugurar la primera gran exposición dedicada en España al universo del Salvaje Oeste americano, especialmente a las tribus nativas de Norteamérica y a los intrépidos artistas exploradores que registraron sus rostros, sus costumbres y el ocaso de su cultura, acorralada por el voraz expansionismo del hombre blanco. La exposición, titulada La ilusión del Lejano Oeste, se abre al público desde el martes 3 de noviembre hasta el 7 de febrero de 2016 en el museo madrileño.
El artista y comisario Miguel Ángel Blanco es el artífice de este apasionante viaje. "Paseando bajo la luna comanche sentí la necesidad de montar algo así en España. Me informé y vi que la colección del Thyssen es la que más tesoros tiene sobre este tema en nuestro país", explica Blanco. Por ejemplo, a ella pertenece una importante galería de grabados del ilustrador suizo Karl Bodmer que influyó de manera decisiva en la imagen que los europeos se hicieron de los indios de Norteamérica. También forman parte de los fondos del museo madrileño unos espectaculares paisajes del río Misisipi, la frontera natural que marcaba el inicio del gran oeste americano, y de otros grandes parajes naturales que con el tiempo, y gracias a estos artistas, se convirtieron en parques nacionales estadounidenses, como el valle de Yosemite, en California.
Blanco ha realizado varios viajes a Estados Unidos para negociar con las importantísimas colecciones que han prestado obras para esta exposición. Entre ellas están la Librería del Congreso de EEUU, que ha cedido una importante serie de fotografías de William Henry Jackson, Carleton E. Watkins y el famoso Edward S. Curtis, además de otros que entre finales del siglo XIX y principios del XX dejaron constancia de aquel universo ya a punto de desaparecer. Lo que más destaca el comisario es la presencia en España por primera vez de varios retratos de la conocida Indian Gallery de George Catlin, un pintor pionero que cabalgó junto a los primeros exploradores de la american frontier y realizó más de 300 retratos y paisajes de aquel universo. Estos cuadros han sido prestados por el Museo Smithsonian de Arte Americano, de Washington.
También hay una serie de mapas del Archivo de Indias que ponen de relieve el hecho de que los conquistadores españoles fueron los primeros occidentales en adentrarse en el río Misisipi y todo el área del sudoeste de lo que hoy es Estados Unidos. Además, la muestra incluye piezas de carácter etnográfico (bastones, vestidos, estatuillas, etc.) procedentes del Museo de América de Madrid y del Museo Nacional de Antropología, así como una cabeza de búfalo procedente del Museo Nacional de Ciencias Naturales que, junto a unas pinturas de Catlin que muestran una secuencia de caza de este animal, ayudan a ilustrar la importancia de este animal para la cultura amerindia. "Ellos lo llamaban tatanka, 'el espíritu que nos posee'. Consumían todas las partes del animal menos el corazón, como muestra de respeto", explica el comisario.
"El Oeste se lo inventa cada uno", afirma Blanco. Todos hemos estado en contacto con este universo del folklore norteamericano a través del cine y la literatura. Por eso hay una sección de cultura popular que incluye libros, cómics, muñecos y varios carteles de cine donados por la Filmoteca Nacional, de westerns como Por un puñado de dólares, Soldado azul o Río Grande, así como tres revólveres: un Remington como el que usaba Buffalo Bill, un Colt Navy, como el que usaba Clint Eastwood en sus películas, y un Colt .45, modelo conocido irónicamente como peacemaker "porque con él el ejercito americano acababa con todos los indios que se ponían por delante".
Culmina la exposición un conjunto de libros-caja realizados por el propio artista, pertenecientes a su Biblioteca del bosque. Estas piezas, que combinan toda clase de técnicas con materiales procedentes de la naturaleza, son en muchos casos homenajes a la cultura nativa norteamericana. Por ejemplo, 1095. Pow-wow. El vuelo del faisán salvaje de Iowa a Albuquerque incluye unas alas de faisán que regaló al artista un jefe indio; mientras que 1146. 33 lágrimas de apache, presenta unas gotas de obsidiana recogidas al pie de la montaña Apache Leap de Arizona que forman parte de una leyenda nativa.
@FDQuijano