El Greco y sus doce apóstoles contemporáneos
12 artistas demuestran en el Museo Nacional de Escultura que El Greco y su pintura están hoy más vivos que nunca.
2 mayo, 2014 02:00Marina Nuñez: Vista y plano de Toledo, 2013
Especial Greco
Como apóstoles contemporáneos, José Manuel Broto, Jorge Galindo, Pierre Gonnord, Luis Gordillo, Secundino Hernández, Cristina Iglesias, Carlos León, Din Matamoro, Marina Núñez, Pablo Reinoso, Montserrat Soto y Darío Villalba han sido convocados, junto a Joan Fontcuberta, en una especie de última cena en la que cada uno revisita al Greco a su manera. "No era imprescindible que las obras fueran realizadas ex profeso para la ocasión, aunque algunas lo son. En todos los casos las hemos elegido conjuntamente como desarrollo de la idea que quiero presentar. Hay obras que parten de una obra del Greco y otras en las que se intuyen conceptos comunes", explica la comisaria.
¿Y por qué 12? Más allá de la coincidencia con el número de apóstoles del Apostolado llamado de Oviedo o del Marqués de San Feliz -perteneciente hoy al Museo Nacional de Escultura-, "doce es un número amplio para mostrar variedad pero no es inabarcable. Aunque hay muchos más y lo cierto es que cuando la exposición estaba en marcha recibí propuestas de muchos artistas en activo que trabajan en torno al Greco, pero creo que este es el tamaño al que podíamos hacer frente", cuenta. Hay muy pocos artistas ‘clásicos' que hayan influido de forma tan clara e intensa en el arte producido en las últimas décadas. "Probablemente sean él, Diego Velázquez y Francisco de Goya los que permanecen con una presencia y un aliento más plenos en lo que llamamos arte contemporáneo".
De izquierda a derecha, Jorge Galindo: De la serie El Greco revisitado en Borox, 2006; Pierre Gonnord: Konstantina, 2008 y Joan Fontcuberta: Camuflajes. El caballero de la mano en el pecho V, 2009.
Carlos León y Din Matamoro con sus enormes pinturas abstractas abren la exposición. ¿Qué hay en ellas del Greco? El color púrpura del gran tríptico de León (Ceuta, 1948) es referencia directa al Cardenal Don Fernando Niño de Guevara (del Metropolitan, hoy en la exposición de Toledo) "y toda la maldad, el color purpura, el gran poder malvado está en estas pinturas", dice Isabel Durán. De Matamoro (Vigo, 1958) también son los tonos, alusión inmediata a los vestidos y túnicas, también a las nubes, tan importantes en las vistas del griego. Lo mismo ocurre en José Manuel Broto (Zaragoza, 1949), aunque en este caso, a los colores ácidos se une el torbellino en el que se mueven sus imágenes. Porque el cielo es elemento central e imprescindible en muchos de los cuadros de El Greco. También en una serie de fotografías de Montserrat Soto (Barcelona, 1961) en las que la artista inmortalizó las nubes, oscuras, amenazadoras, sobre tejados y azoteas. Del cielo desciende también la Virgen laica que Marina Núñez (Palencia, 1966) ha creado para su vídeo Vista y plano de Toledo, 2013. Admiradora de El Greco desde que de niña contemplase en la Catedral de Palencia su San Sebastián, ha estudiado con detalle el cuadro del Prado (hoy en la muestra de Toledo) para incorporarlo a su trabajo. "Tras estudiar el original y las inscripciones del pintor, ha recreado la vista de la ciudad, hoy contemporánea, nocturna e iluminada en un bonito diálogo con su antecesor". Con la misma obra emparenta el tríptico de Darío Villalba (San Sebastián, 1939) cuyo gitanito vive" entre dos mundos, al lado de una noche infitina".
Entre el cielo y la tierra están en realidad todos los cuadros del cretense. Y entre ambos se mueve también la pieza de Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956). "Estaba haciendo las instalaciones del agua para Toledo y hablé con ella. Me dijo que El Greco le fascina y que tenía esta pieza ‘con mucho Greco dentro'. Una obra que está, efectivamente, entre el cielo y la tierra, una especie de cascada azul pensada para estar muy alta para que el espectador mire hacia arriba, como en las obras del griego, y en la parte de atrás un tapiz que simula tierra".
Luis Gordillo: Sagrado corazón de Jesús en Vos confío, 1992
Pero es el político de Luis Gordillo (Sevilla, 1934) el verdadero corazón de la muestra de Valladolid: "Al ser éste el único Apostolado que no tienen Salvador, pensamos que su Sagrado Corazón de Jesús en Vos confío de 1992 hacía el mismo papel. Cuando lo pintó, Gordillo pensaba en la religión como un hecho cosustancial al ser humano". Presentado en la misma sala que los doce apóstoles, ha logrado un impactante efecto visual. Inmediatamente después el espectador se encuentra con un Laocoonte contemporáneo. Realizado por Pablo Reinoso (Buenos Aires, 1955), la madera se retuerce simulando su desesperada lucha con las serpientes.Jorge Galindo (Madrid, 1965) es quizá el más prolífico de los que han trabajado para El Greco a quien ha dedicado 50 piezas, algunas de tamaños descomunales. Su interés se remonta a su estancia en Borox, un pueblo de Toledo donde durante años tuvo su estudio. "Se veía a sí mismo como al Greco, yendo con sus enormes cuadros, muchos grandes retratos, hasta Madrid…". También Secundino Hernández (Madrid, 1975) ha trabajado en torno al pintor desde hace tiempo. Aquí, fascinado por las descargas de pincel que realiza El Greco en los laterales de muchas de sus obras, remite con su pintura a los detalles de Pentecostés.
"Con Pierre Gonnord (Cholet, Francia, 1963) hablamos de la condición humana -continúa Isabel Durán- y de cómo El Greco saca la dignidad de los retratados, del pintor como referente antivanal o la medicina para ir más allá". De él vemos los impactantes retratos de Konstantina, María y Magdalena, las tres obras presentes en la muestra, tres mujeres llenas de humanidad. "Descubrí ya un poco tardío éste trabajo de Joan Fotcuberta (Barcelona, 1955)", nos cuenta. Variaciones sobre El caballero de la mano en el pecho a quien retrata camuflándose con él, en una imagen cambia la mano por la suya, la barba en otra, el pelo, los ojos… Expuesta fuera de las salas, en un pasillo, en la entrada al baño, muestra una vez más el juego de realidad-ficción con el que tanto disfruta el artista.
Es la individualidad que tuvo El Greco en su momento, producto de su origen bizantino, de su paso por Atenas, de su formación italiana, de su estancia española…, la que conecta con los lenguajes únicos e individuales de hoy, tanto que "los artistas contemporáneos lo miran como un primo cercano", explica Durán.
La exposición, que se integra en las actividades de conmemoración oficial del IV Centenario de la muerte del Greco y ha sido organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura y el Museo Nacional de Escultura y ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Valladolid y la Fundación El Greco 2014, podrá verse el próximo mes de septiembre en Madrid, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.