El Paular celebra su historia
La muestra La recuperación de El Paular recoge la labor de restauración llevada a cabo por distintas administraciones públicas e instituciones en el conjunto monástico en el último cuarto de siglo
20 diciembre, 2013 01:00Conversión de San Bruno ante el cadáver de Diocrés. Obra de Vicente Carducho. Óleo sobre lienzo. 1626-30.
La exposición La recuperación de El Paular, inaugurada por el secretario de Estado de Cultura José María Lassalle, muestra la importante labor de restauración llevada a cabo en el conjunto monástico durante los últimos veinticinco años.El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) y en colaboración con la Comunidad de Madrid, ha llevado a cabo durante los últimos doce años diversas actuaciones de investigación, conservación y restauración en gran parte de este patrimonio, con una inversión que ha ascendido a 12.813.359 euros.
La exposición, comisariada por el arquitecto Eduardo Barceló y la conservadora del Museo del Prado Leticia Ruiz, realiza un recorrido por la historia del monasterio desde su creación, con especial atención al proceso desamortizador del siglo XIX y sus efectos hasta 1936.
En uno de los apartados de la estancia restaurada para exposiciones temporales, se muestra un resumen del pasado reciente del conjunto monástico, desde 1936 a 1985, desde la posguerra hasta la llegada de la Orden Benedictina que actualmente habita el inmueble.
Además, se pueden contemplar los resultados de los proyectos de recuperación realizados entre 1985 y 2013, entre los que se incluye una sección dedicada a la recuperación de la serie cartujana pintada por Vicente Carducho, así como el proceso creativo de la misma.
En este espacio se exhiben dos de los 'carduchos' que se encontraban dispersos por España junto con dibujos preparatorios de los mismos "que permiten contemplar el proceso creativo de las grandes obras de la serie", comentó la comisaria que ha seleccionado para este espacio seis bocetos a color de la serie que han sido cedidos por la Fundación Selgas para esta exposición.
"Además, hemos podido traer de la parroquia de Rascafría cuatro obras que pertenecieron a El Paular. Se trata de dos mesas barrocas sobre las que se han situado las tallas San Bruno de Pedro de Alonso de los Ríos (1641-1702) y San Miguel Arcángel de Luis Salvador Carmona (1708-1767)", destacó Leticia Ruiz.
Las pinturas de la serie que Vicente Carducho realizó para el claustro del Monasterio de Santa María de El Paular volvieron a reunirse hace dos años en su ubicación original, después de casi dos siglos de dispersión.
Los más de 40 metros de galerías del claustro se enriquecieron con las pinturas en las que Carducho (Florencia,1576-Madrid,1638) narró la historia de la orden de los Cartujo, y que fueron restauradas bajo la dirección del Museo del Prado, propietario de las mismas.
Las obras fueron creadas por Carducho para este espacio, en el que permanecieron durante más de dos siglos hasta aproximadamente 1835 en que tanto la Cartuja como las pinturas fueron afectadas por la desamortización de Mendizábal.
El rey Felipe IV autorizó a Carducho, pintor de cámara, a realizar esta serie, la más importante tanto por número de obras como por la intensidad de lo que se le pidió al artista. El prior Juan Baeza trazó las historias que Carducho debía pintar. Consciente de la importancia del proyecto, el artista hizo numerosos estudios, dibujos y bocetos preparatorios a color.
El artista concibió las grandes telas como pintura mural. Los lienzos, de 3,45 x 3,15 metros, fueron colocados sin bastidor sobre los muros. A lo largo del tiempo, las humedades y la luz solar perjudicaron la estabilidad de las obras, aunque fue en el proceso desamortizador cuando comenzó su deterioro más notorio.
A partir de 1835, los lienzos se arrancaron de los muros para su trasladado al convento madrileño de la Trinidad, donde pasaron a formar parte del Museo Nacional de Pintura y Escultura, que abrió sus puertas en 1838.
El Museo de la Trinidad cerró en 1892 y sus fondos pasaron al Museo del Prado. Las grandes dimensiones de los cuadros imposibilitaban su exhibición y almacenamiento, por lo que se distribuyeron por diferentes museos e instituciones españolas.