Image: Utopía después del desastre

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Arte

Utopía después del desastre

El PS1 de Nueva York reflexiona sobre el lugar que ocupa la conciencia ecológica en el imaginario contemporáneo, con obras de Olafur Eliasson, Mark Manders, Agnes Denes...

21 mayo, 2013 02:00

Agnes Denes: Wheatfield - A Confrontation: Battery Park Landfill, Downtown Manhattan, 1982


EXPO1: NEW YORK es un ambicioso proyecto organizado por el PS1 de Nueva York que pretende, desde el arte de hoy, reflexionar sobre el lugar que ocupa la conciencia ecológica y la inquietud medioambiental en el imaginario colectivo contemporáneo. Ha sido un buen grupo de profesionales el que ha alumbrado esta idea, empezando por el director del centro, Klaus Biesenbach, a quien se han unido el ubicuo Hans Ulrich Obrist, Peter Eleey, curator del PS1, y un buen puñado de jefes de departamento del MoMA. Se trata de explorar la relación que mantenemos con el mundo en que vivimos a la luz de los continuos desastres naturales que lo asolan, desde la firme convicción de que somos nosotros los que los provocamos con nuestra indisimulada e irresponsable desidia. En el horizonte de todos están los recientes estragos provocados por el Huracán Sandy el pasado mes de octubre. Por eso, una de las sedes del proyecto es la península de Rockaway, al sur de Brooklyn, una de las más afectadas por el desastre.

EXPO1: NEW YORK tiene un formato híbrido, y esta es una de sus principales señas de identidad. Quiere trascender cualquier convencionalismo e ir más allá de los formatos habituales. Son varios proyectos en uno. Hay una exposición colectiva, proyectos específicos, programas de ponencias, works-in-progress... Hay algo de festival en el modo en que se quiere embaucar a públicos de diferentes contextos, algo en lo que habrá tenido mucho que decir Hans Ulrich Obrist, interesado siempre en la subversión de los modelos normativos de presentación del arte. Heterogéneo y aristado, el proyecto de Biesenbach reúne propuestas en apariencia tan dispares como el Rain Room de Random International, el ambicioso proyecto digital procedente del Barbican Center de Londres, o COLONY, de los arquitectos argentinos a77, que crearán precisamente eso, una colonia en la que artistas, filósofos, activistas y arquitectos reflexionarán sobre cómo construir sobre las cenizas que dejan tras de sí las catástrofes naturales que con cada vez mayor frecuencia sacuden el planeta. COLONY tiene un espacio propio en el patio exterior del PS1 y será un proyecto on-going que propondrá alternativas a los patrones de construcción habituales en busca de condiciones de habitabilidad en las que la seguridad no esté reñida con la sostenibilidad.

El cuerpo central de EXPO1: NEW YORK lo ocupa la exposición colectiva Dark Optimism. Ninguno de las sucesivas propuestas lleva la firma específica de nadie, pero en el carácter utópico de esta muestra y en la selección de los artistas se observa la impronta del comisario Peter Eleey, chief curator del PS1. Dark Optimism es un término que subraya la convergencia de dos factores: la sensación, por un lado, apocalíptica que dimana de los desastres naturales (mientras escribo estas líneas, cientos de personas en Kansas buscan sus pertenencias entre los escombros provocados por varios tornados) y, por otra, la esperanza de que los avances tecnológicos produzcan mejoras que permitan pensar en un mundo más equilibrado. Así, ideas relacionadas con el génesis y apocalipsis, con la vida y con la muerte, con lo primigenio y con lo caduco, con las disquisiciones utópicas y con la sombra temible del fin se dan cita en la exposición.


Olafur Eliasson: Your waste of time, 2013

Arranca el recorrido con el mítico vídeo de Joseph Beuys Sweeping up, de 1972, en el que el artista barre las calles tras las manifestaciones del día del trabajador junto a dos extranjeros cuyas condiciones laborales eran ínfimas. Beuys pone el acento en las paradojas de la izquierda, cifradas en sus controvertidas políticas de contratación de mano de obra. Junto al vídeo, las instrucciones para una acción de Yoko Ono ("Haz un agujero en una bolsa de plástico llena de semillas y ponla en un lugar donde sople el viento") sugiere una poética oposición al acto depurador el artista alemán. En la sala siguiente, la obra de Agnes Denes alude a esa otra paradoja que reside en el modo en que avanzamos tecnológicamente en una única e irrefutable dirección: la de nuestra propia alienación y la del irreparable daño que infligimos a nuestro entorno. En 1982, la artista, con el patrocinio del Public Art Fund, pretendió plantar dos hectáreas de trigo en la zona entre el World Trade Center y Battery Park, con la Estatua de la Libertad de fondo. La suya es una postura, tan férrea como utópica, a la que sigue el Fresh Air Cart de Gordon Matta-Clark, un pequeño vehículo que el malogrado artista aparcaría en Wall Street en 1972 ofreciendo aire fresco para subrayar la creciente contaminación que cernía sobre la ciudad.

Hay momentos de altura en la exposición. Mark Manders participa con su Room with Reduced Chair and Camouflaged Factory, de 2003, una instalación que alude a una industralizacion oscura y siniestra. Vemos una factoría que parece obsoleta en cuyos contornos aparecen animales que evocan una temporalidad extraña. En lo que constituye una de las constantes de su trabajo, las figuras, ya sean animales o humanas, no permiten discernir si están en proceso de creación o si avanzan hacia la desaparición. Esta obra de Manders encarna con clarividencia esa idea de principio y/o fin en torno a la que gira Dark Optimism. Más adelante, en otro de los highlights del recorrido, una epatante presentación individual de fotografías de Ansel Adams tomadas en el valle de Yosemite. Entre la mirada romántica y un fuerte posicionamiento crítico, las imágenes aluden a la pureza de la contemplación. Son visiones prístinas pero a la vez oscuras, también resueltas en una temporalidad extraña. Y son extraordinariamente bellas.


Vista de la intervención de Adrián Villar Rojas

Proyectos específicos de Meg Webster (su piscina, ya montada en este mismo espacio en 1998) u Olafur Eliasson, con una instalación de grandes bloques de hielo desprendidos del glaciar islandés Vatnajökull cuyas zonas más antiguas tienen casi mil años y que se conservan en una sala refrigerada, salpican el recorrido antes de llegar a un espacio llamado ProBio, algo más forzado, comisariado por el artista Josh Kline y dedicado a la relación entre los seres humanos y la tecnología más dañina.

Finalmente, el artista argentino Adrian Villar Rojas ha realizado una gran intervención que sirve de sala de conferencias en la segunda planta del centro. Se trata de una de sus características instalaciones de cemento y barro que simulan piedra y que representan una suerte de anfiteatro pero también un paisaje calcinado que recuerda a aquellas pinturas apocalípticas de Max Ernst. En este anfiteatro tendrán lugar, durante el curso de la exposición, ponencias de figuras importantes del arte, el pensamiento y la ciencia. Abrió la serie la escritora Rachel Kushner, autora de dos de las novelas más aclamadas en Estados Unidos en los últimos años, con una ficción sobre el sistema penitenciario estadounidense del futuro.