Vista de la instalación. Foto: Krzysztof Zielinski
El trabajo del limeño Armando Andrade Tudela (1975) fluctúa, a grandes rasgos,
entre la recuperación de formas artísticas asociadas al periodo moderno y el
estudio de episodios históricos en los que diferentes modelos sociales entran en
contacto con determinados argumentos estéticos. El artista, que ahora reside en
Berlín, estudió en Lima, Londres y Maastricht y es uno de los representantes del
mejor arte realizado en Latinoamérica en la actualidad. Ha sido el MACBA el que
con mayor se ha acercado a su obra en nuestro país a través del proyecto que
realizó en La Capella y con su inclusión en la exposición Modernologías. Para el
espacio berlinés de DAAD, que ya ha participado en producciones anteriores del
peruano,
ha realizado un proyecto que ensarta contenidos históricos, políticos y
artísticos, tocando uno de los periodos más delicados de la historia reciente de
Perú, el alumbramiento de Sendero Luminoso.
El proyecto lleva por título la críptica leyenda
UNSCH/URP. Son las siglas, por
un lado, de Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga y, por otro, de la
Universidad Ricardo Palma. Está compuesto, tal y como se presentó en el Museo de
Lima el pasado verano, por una película y una publicación. Para esta exposición de
Berlín esa publicación ha dado lugar, además, a una instalación.
Vista de la instalación de Armando Andrade Tudela. Foto: Krzysztof Zielinski
En el filme vemos imágenes de zonas de vegetación trufadas de cactus. Más
adelante, la cámara transita por espacios edificados que resultan ser los de la
UNSCH en la localidad andina de Ayacucho, la universidad en la que, durante
los años sesenta, el profesor Abimael Guzmán impartía sus clases de Filosofía.
Guzmán, dejó la docencia a finales de la década para dar forma a ese proyecto
sanguinario y terrible que llevó por nombre Sendero Luminoso, un término que
había sido acuñado por el fundador del Partido Comunista de Perú e intelectual
de altura, José Carlos Mariátegui, quien en su día había escrito: "El marxismo-
leninismo abrirá el sendero luminoso hacia la revolución".
No hay que olvidar que Sendero Luminoso comenzó siendo un movimiento de inspiración académica, una idea que es central en el desarrollo conceptual de este proyecto de Andrade, en el que las nociones de poder y de conocimiento, y la de un poder que deriva en represión, se abrazan en un complejo affair dialéctico.
La universidad había sido creada en el siglo XVII, pero cesó su actividad a finales
del siglo XVII. En 1959, el nuevo afán de progreso en Perú propició una segunda
vida para el complejo de Huamanga. Las imágenes que ofrece el filme muestran
cómo diferentes arquitectos hablan de la construcción del nuevo campus. Pero
es
un discurso mudo, ya que el artista ha querido separar el contenido discursivo de
lo puramente visual mediante la sencilla operación de eliminar el sonido del filme.
Si las imágenes han sido despojadas de toda narratividad, la instalación muestra
la publicación en sus galeradas, como para incidir en su naturaleza fragmentaria,
y aparecen colgadas a la altura de los ojos sobre una estructura de madera
conglomerada que otorga al discurso una dimensión más visual que discursiva,
más espacial que conceptual.
El libro ofrece entrevistas con profesores, rectores o arquitectos que vivieron el
delicado tránsito que sufrió la Universidad. Esos mismos personajes son quienes
conducen el discurso silente de la película. Libro y filme dan cuenta del modo en
que depauperó el espíritu inicial con que nació la UNSCH. Uno de los interlocutores
afirma que la universidad buscaba el enriquecimiento del hombre, algo que pronto
fue truncado por la consolidación irrevocable de la ideología radical.
Las imágenes
arrojan buena luz sobre la construcción de los nuevos espacios, con estrategias
espaciales y arquitectónicas que van de la mano de los nuevos planteamientos
ideológicos sobre cómo implementar la doctrina, siguiendo la herencia foucaultiana.
La propia estructura de la película incide también en este aspecto, pues está
salpicada de fogonazos blancos que sirven para que las imágenes a las que estos
ponen fin se instalen férreamente en la conciencia del espectador, tal vez evocando
el modo en que la presunta
Academia pretendió, entonces, que las nuevas ideas
enraizaran en el colectivo universitario.
Además de los planos en los que se nos cuentan las vicisitudes espaciales de la
nueva universidad, Andrade intercala imágenes de la cueva de Pikimachay, una de
las cuevas en las que se han encontrado algunos de los vestigios de civilizaciones
más antiguas en Perú. Las asociaciones entre la cueva y la universidad afloran
con rapidez a través de la idea de "génesis" que subyace en el asentamiento de las
primeras comunidades que buscaban cobijo en las lúgubres formaciones rocosas
de Pikimachay y que asimismo se desprende de la ambición de construir un nuevo
mundo, de fuerte carácter ideológico, en la nueva arquitectura de la UNSCH.
Y eso no es todo.
Andrade pone negro sobre blanco la inevitable realidad que se
cierne sobre toda alusión al proyecto moderno, que se hace patente en el tránsito
desde la voluntad de la universidad de enriquecer al individuo hasta el doloroso
reguero de muertes, setenta mil, con el que Sendero Luminoso se ha postrado tristemente en la historia.