Vista de la exposción, con obras de Lisa oppenheim y Lorea Alfaro.
'Esta puerta pide clavo' es una exposición colectiva organizada por la galería Tatjana Pieters bajo el comisariado de Manuela Moscoso y Sarah Demeuse que incluye a un buen puñado de artistas españoles.
Un pieza estupenda de David Jablunowski recibe al visitante en la entrada, un trabajo que ejemplifica con claridad la ambición de la exposición. Nacido en 1982, el artista asume la herencia de las tecnologías de la información a las que se dirige desde una perspectiva escultórica a partir de una necesidad de comunicar, pues ésta era, nos dice el artista, la voluntad inicial de toda escultura. Su trabajo mezcla, por tanto, un perfil manual, material, con un fuerte componente tecnológico a través del que se arriba a una resolución formal que es deudora del procesamiento y el escaneado de imágenes. Algo parecido puede leerse en los trabajos de June Crespo, que se abundan en la ambigüedad formal, un no saberse objeto o imagen, visible sólo o también tangible.
La frontera que separa lo analógico y lo virtual es de lo más transitada en la exposición. Uno de los artistas españoles, Rubén Grilo, a quien pronto veremos en Madrid inaugurando el nuevo espacio de NoguerasBlanchard, presenta una cómica reflexión sobre la información aleatoria que dimana de las búsquedas online. En uno de sus ya característicos trabajos con la herramienta Powerpoint, Grilo concentra en un mismo plano las aventuras de Hobbs, el célebre tigre de peluche de Calvin, protagonistas de la famosa tira cómica americana, con el Leviathan de Thomas Hobbs, el siniestro pensador inglés.
En su aparente sencillez formal, los trabajos de Kiko Pérez, uno de los pintores jóvenes españoles más interesantes del momento, reconfigura signos familiares del acervo urbano en muy logradas abstracciones en los que logotipos multinacionales se tornan en magnéticas geometrías. No menos atrayentes son sus intervenciones murales, de las que vimos una estupenda en su galería madrileña. Leve pero intensa, se despliega aquí en un acción tan sutil como vibrante.
Philippe Van Snick, un clásico belga que es punta de lanza en el programa de la galería (hemos visto su trabajo en las dos ediciones de ARCO en las que ha participado), no pierde la esencia conceptual con la que se dio a conocer en los sesenta y setenta e impregna de ella las abstracciones que aquí presenta. En el ámbito de la abstracción se encuentran también los trabajos de Lorea Alfaro, artista navarra que recupera los fondos sobre los que se realizan retratos fotográficos en China (y el potencial alegórico que encarnan) trayéndolos aquí a un primer plano, donde queda eliminada toda literalidad. Es un ejercicio, el de la traslación y maleabilidad de la dualidad figura-fondo, que se da en no pocos artistas en la exposición, como en el trabajo de Daniel Steegmann Mangrané, que revisa las clásicas especulaciones que en torno a la perspectiva desarrolló el holandés Jan Dibbets desde principios de su carrera con sus Perspective Corrections.
No dejen de detenerse ante los trabajos de Lisa Oppenheim, acertadas reflexiones sobre fotografía analógica y digital que generan imágenes ambiguas, acentuando esa sensación de estar en tierra de nadie, el lugar en el que se concentra el cúmulo de tensiones que dan forma y vida a esta exposición.