Ensaladilla de arte ruso
El centro Arts Santa Mònica de Barcelona acoge En un desorden absoluto, una gran exposición de arte ruso contemporáneo fruto de los Premios Kandinsky. El comisario Andrei Erofeev explica las claves.
14 junio, 2012 02:00Dmitry Bulnygin: Hipòcrita, 2006
Coordinado por la fundación cultural Artchronika, hoy es uno de los galardones más prestigiosos para el contexto artístico del país, que sobrevive al margen del poder político y las leyes del mercado del arte. No está vinculado ni a galerías ni a casas de subastas ni está presente en ferias. Cada año conceden dos tipos de premios, uno para proyectos a realizar durante un año (40.000 €) y otro para artistas emergentes (10.000 €); presentan una gran exposición de todos los artistas propuestos y cada dos, organizan una exposición internacional de arte contemporáneo ruso en otros países. Ya lo han hecho en Riga, Berlín y Londres.
A Barcelona llega hoy, celebrando esos cinco años de "revolución permanente", dicen. Es un de las pocas veces que el Arts Santa Mònica destina sus tres plantas a una única muestra que, en esta ocasión, reúne una buena selección de artistas destacables de las últimas cinco ediciones del premio, 36 en total. Cuatro de ellos aparecieron en la lista de los 10 artistas rusos imprescindibles que elaboró Daria Pyrkina, comisaria de Focus Rusia, país invitado en ARCOmadrid 2011: Irina Korina (1977), Dmitri Gustov (1960), Anatolii Osmolovsky (1969) y Pavel Pepperstein (1966).
PG, 'Poli derrotado', 2009
Erofeev está acostumbrado a provocar controversia y a que le ronde la polémica. Conocido es en el foro interno del arte como "el comisario de los escándalos". De su puesto en la Galería Estatal Tretyakov como responsable de la primera colección soviética de arte contemporáneo que inició en 1989 cuando creó una sección de arte contemporáneo en el museo de las Artes Decorativas y Aplicadas de la URSS, fue despedido, según el ministerio de cultura, por difamar la imagen de Rusia. El desencuentro concluyó con su condena por incitación al odio étnico por la exposición Arte prohibido, celebrada en el Museo Sajarov de Moscú: "La exposición documentó los primeros actos de censura postsoviética en 2006-2007 y fue censurada por argumentos totalmente falsos, como 'ser descortés con los sentimientos religiosos'. Se me juzgó como comisario con la misma inculpación con la misma inculpación, que me valió dos años de juicio y una multa", explica. De hecho, la que fuera dicha Galería Tretyakov es hoy un complejo de entretenimiento diseñado por Foster y el escándalo surgido por el despido de Erofeev fue considerado por muchos como una vuelta a la censura de antaño.
Blue Noses, 'Tiempo de compasión (policías besucones), 2005
A pesar de las diferencias entre unos trabajos y otros, las imágenes reunidas en esta exposición, dice, dibujan un nuevo movimiento en el arte ruso que aún no tiene nombre: "La palabra 'estilo' no se aplica bien a la creación contemporánea, pero podríamos hablar de una actitud común en los artistas que consiste en aceptar y dar un valor estético a la experiencia espontánea y natural (bien sea de orden material, social o espiritual), al margen de los grandes proyectos y principios. A las diversas generaciones de artistas les une el fin de las referencias al pasado soviético y un deseo de hacer arte en los espacios públicos. Los artistas renuncian hoy al derecho soberano de la propia obra de arte, reclamando el derecho de que sea una mutación autónoma. La investigación más actual está en cómo salir del gueto y recuperar el contacto con la cultura internacional, cómo darse a conocer y superar el horizonte regional manteniéndose al mismo tiempo lo más cerca posible del contexto", explica.
Advierte el comisario que esta exposición no tienen un hilo, que es un caos. Sin norte ni sur. Una auténtica ensaladilla. Avisados quedan. Hasta el 29 de septiembre hay opción de probarla.