El compromiso real de Artur Barrio
Livro de Carne, 1978-79
El Ministerio de Cultura ha distinguido al artista portugués afincado en Brasil Artur Barrio con el Premio Velázquez de Artes Plásticas 2011, dotado con 125.000 euros. El jurado ha premiado a uno de los grandes exponentes del arte realizado en Suramérica en las últimas décadas por "la universalidad de su lenguaje, desarrollado a través de unos materiales no convencionales, crudos, perecederos y degradables".El trabajo de Artur Barrio (Oporto, 1945), galardonado hoy con el Premio Velázquez de Artes Plásticas, pudo verse en España en la exposición Eztetyka del Sueño, organizada por el Museo Reina Sofía en el marco del ciclo Versiones del Sur, la gran revisión sobre el arte realizado en Suramérica que tuvo lugar en Madrid en el invierno de 2000/2001. Recordarán los que asistieran a la colectiva del Palacio de Velázquez una gran sala fuertemente iluminada y cubierta de sal por la que, el día de la inauguración, transitaba un ciclista con una bicicleta sin llantas. Era un trabajo que se inscribía en su serie de obras llamada Situação, una de las más conocidas y aplaudidas del artista.
En la década de los setenta, la producción de Barrio asumió los lenguajes conceptuales, ya sabemos, la discusión sobre la materialidad de la obra, su condición efímera, su carácter exclusivo al tratarse de algo supuestamente elitista… Su adhesión al movimiento conceptual propicia su participación en la exposición Information (Museo de Arte Moderno, Nueva York, 1070) que incluía a la inmensa mayoría de los popes del conceptual anglosajones y a algunos de los artistas latinoamericanos que practicaban ese otro conceptual, más vinculado -o, mejor, de verdad vinculado- a la complicada coyuntura social del momento. Fue Information una exposición reveladora de muchas realidades, entre ellas, la necesidad de los norteamericanos de asumir el movimiento como algo suyo. Para ello, seleccionaron las obras latinoamericanas que mejor se asociaban con sus propios intereses. La realidad era, naturalmente, otra.
Artur Barrio comienza a utilizar materiales humildes en oposición a la tradición milenaria de utilizar materiales nobles como el mármol o el bronce. Tampoco escapaba a su crítica el uso del lienzo como soporte. La idea era comprobar cómo la obra de arte tenía una duración limitada, una vida corta. Materiales de desecho como maderas y ramas comenzaron a formar parte de su quehacer cotidiano y en 1969 escribió un manifiesto en el que ensalzaba la creación artística con este tipo de material como parte de una postura asumida desde una ética-éstética del Tercer Mundo.
Pero no sólo se trataba de operar con materiales deleznables (a veces también utilizaba comida, como muestra el Livro de Carne, 1978-79) sino que también tendía a utilizar la fotografía y el vídeo como herramientas que insistían, por un lado, en su capacidad de documentar y registrar, poniendo así en cuestionamiento la naturaleza tradicional de la obra de arte, concebida como el final de un trayecto tras un arduo proceso creador; y, por otro, su condición material, su fisicidad. La idea era la de incidir en esa naturaleza documental o de registro, que debía siempre mantenerse como tal y no permitir que en modo alguno pudieran ser consideradas como hecho artístico, como obras de arte.
El carácter conceptual de la obra de Barrio está vertebrado por un inquebrantable compromiso político. En el año 1970, durante uno de los periodos de represión más sangrientos que se recuerdan en Río de Janeiro, Barrio diseminó bultos de basura con sangre seca que contenían vísceras, heces, orina o saliva. Estos bultos sangrientos eran modelados para que parecieran partes de cuerpos humanos. El estado de putrefacción de estas bolsas hacía de ellas algo opuesto a lo que entendemos por obra de arte que uno contempla desde una suerte de extatismo. Eran, al contrario, algo decididamente nauseabundo. Este fue el tipo de trabajo que Artur Barrio desarrolló durante toda la década de los setenta. Interviniendo el espacio público y utilizando materiales viscerales el artista trataba de crear un contexto en el que la gente fuera consciente del problema en el tercer mundo. De esta idea derivaron otras como su famoso Livro de Carne con el que Barrio antepone el conocimiento fenomenológico al cartesiano, la experiencia que otorga la vida a la rigidez de la teoría.