Gris desconocido
Juan Gris en el Reina Sofía
23 junio, 2005 02:00Hombre en un cafe, 1912
Uno de los atractivos de esta gran exposición de Gris es la presencia de no pocas obras que nunca antes se habían expuesto en España. Algunas proceden de colecciones particulares, otras de museos que no suelen prestarlas. Nuestra crítica Elena Vozmediano nos ofrece un recorrido por la biografía del artista a través de los cuadros más relevantes y desconocidos, con detalles sobre su contexto y procedencia.
Aunque Juan Gris ya estaba en París en 1906, y era vecino de Picasso en el célebre Bateau Lavoir, donde ocupaba un local en el sótano, su adscripción al cubismo se retrasa hasta este año de 1911. Los primeros bodegones, vistas urbanas y retratos son sometidos a una facetación moderada y son casi monocromos. Entre 1911 y 1912 pinta los poquísimos retratos de toda su carrera (hizo algunos otros, más convencionales, en dibujo): éste del crítico de arte y amigo Maurice Raynal, que le apoyaría siempre, el de la esposa del mismo, Germaine, el de Picasso, de un escritor apellidado Legua (también en la exposición) y el de su madre. Aquí, la construcción de la figura no se hace cortando y multiplicando la imagen (como es preceptivo en el cubismo analítico), sino mediante un modelado a base de "pliegues" o dobleces que se aplica lo mismo al torso del personaje que al fondo. Colección particular.
El torero, 1913
Céret, un pequeño pueblo en el Pirineo francés, fue punto de reunión veraniega para grandes artistas de principios del siglo XX. Gris pasa allí los meses de agosto a octubre de 1913, que son muy fructíferos, en sus palabras, para consolidar maneras y conceptos. Manolo Hugué, que vivía allí, da testimonio de las discusiones con él y con Picasso, en las que Gris era "el babieca que explicaba seriamente unas teorías completamente absurdas". En ese momento pinta esta obra, paradigma de una nueva angulosidad de planos y de la mayor explosión cromática de su carrera. Perteneció, desde principios de los años 30, a Ernest Hemingway, que lo utilizó como frontispicio de su novela Muerte en la tarde (1932). No se trata de un retrato, sino de la interpretación de un cartel taurino en la que, se ha dicho, se sigue un modelo de torero (fumando) habitual en las litografías románticas. Colección particular.
Hombre en un café, 1912
En octubre de 1912 Gris participa con un grupo de artistas que haría historia -Duchamp, Léger, Picabia, Delaunay...- en una exposición en la Galerie de la Boétie de París en la que se revelan al público las derivas del cubismo. Presenta, entre otras obras, esta representación de un presuntuoso burgués sometida a las reglas de la sección áurea, un sistema de proporciones armoniosas utilizado desde la Antigöedad y hecho evidente aquí en los cuadrados y rectángulos con los que se estructura la superficie del lienzo. Gris se confirma como militante cubista homenajeando a los maestros del movimiento en las iniciales que aparecen en el centro de la composición, PIC (Picasso) y AP (Apollinaire). Fue un año importante para el artista, que obtuvo sus primeras críticas elogiosas, firmó un contrato con Kahnweiler y expuso por vez primera en España, en la galería Dalmau de Barcelona. Philadelphia Museum of Art. The Louise and Walter Arensberg Collection.
El racimo de uvas, 1914
1914 es para Gris el año de los collages. Siguiendo los pasos de Picasso y Braque, que habían utilizado la novedosa técnica en 1912 y 1913, pero limitándola a los cuadros (nunca la usó en dibujos), alcanza un virtuosismo inigualado. Esta obra la realiza entre agosto y octubre, en Collioure, donde espera acontecimientos (la I Guerra Mundial acaba de estallar) y ve frecuentemente a Matisse, con consecuencias artísticas en ambas direcciones. El motivo es aquí un bodegón "de desayuno", con molinillo de café, frutero con uvas y botella de vino de Banyuls, en el que falta el habitual periódico. Como es frecuente en los cerca de 40 collages de ese año, se produce una confusión entre las texturas reales y las representadas, usa el papel pintado, dibuja líneas en carboncillo o lápiz, e introduce planos negros en los que se proyectan sombras blancas. Como rasgo distintivo, la decorativa emulación del dibujo de la mesa de mármol blanco y negro. Staatliche Kunsthalle Karlsruhe.
Libro, pipa y copas, 1915
Algunos autores han señalado que la mejor producción de Juan Gris se da durante la guerra, en penosas circunstancias económicas y rodeado de inestabilidad. Desde fines de 1914, tal vez animado por el contacto con Matisse, abandona el collage y utiliza exclusivamente el óleo. En 1915 pinta los cuadros más dinámicos de su carrera, los más fragmentados y "desordenados" (si esto es posible en Gris). Esta obra se contextualiza en un grupo en el que, basándose en los bodegones ovales de Picasso y Braque, rompe con la estabilidad y la claridad de coordenadas espaciales habitual en él. Se trata, una vez más, de un bodegón matinal, en el que propone un experimento lumínico inédito, con una extraña luminiscencia que se proyecta desde la oscuridad de los planos negros. La inscripción al dorso nos indica que fue enviado a París en marzo desde los Pirineos. Colección particular.
El Canigó, 1921
El macizo del Canigó domina con su cima nevada la población de Céret, a la que Gris regresa en octubre de 1921 y en la que permanece varios meses, alojado en el hotel Garretta. Desde su habitación, perfecciona un esquema que estaba ensayando desde el año anterior y que será dominante en los últimos años de su producción: el del bodegón ante la ventana abierta, en el que rara vez falta la guitarra. Son composiciones muy equilibradas, dispuestas sobre grandes planos cuadrangulares que se corresponden con el paisaje enmarcado por la ventana, las contraventanas, la mesa... Se han interpretado como representaciones de los cinco sentidos, lo que supondría la primera veleidad simbólica de Gris, siempre atado a la realidad palpable. El paisaje se reduce habitualmente a sus elementos esenciales: aquí, la cadena montañosa se resume en una franja blanca que se ajusta en uno de sus picos a uno de los ángulos de la mesa y que se superpone a la puerta del balcón. Albright-Knox Art Gallery, Buffalo, New York. Room of Contemporary Fund, 1947.
Frutero y botella, 1916
En 1914, Juan Gris comienza a usar un recurso plástico creado por Picasso y Braque poco antes (desde 1913): el punteado de superficies de color con la finalidad de provocar vibraciones cromáticas y enriquecer los planos. En 1916 lleva esta técnica a su culminación, en un pequeño grupo de bodegones de los que encontramos otros ejemplos en esta exposición. En ningún otro momento se hacen tan irreconocibles los motivos con los que trabaja (la mesa, la botella, el frutero) y se aproxima tanto a la abstracción geométrica. Por otra parte, retoma la forma oval, e insiste en su carácter "escultórico" al desdoblar el borde izquierdo del cuadro. Esta obra fue la primera del artista en entrar a formar parte de una colección pública americana al ser donada en 1921 por el coleccionista Joseph Brummer al museo que aún la custodia. Smith College Museum of Art, Northampton, Massachusetts.
Casas en Beaulieu, 1918
Entre abril y noviembre de 1918, el pintor reside en Beaulieu, pueblo de la región de Turena de la que es natural su mujer, Josette. En noviembre del año anterior había firmado un contrato con el marchante Rosenberg, que le compra toda su obra desde 1915; en consecuencia, sus dificultades llegan a su fin. Pero el clima es plomizo, lo que se refleja en la obra; en junio, escribe: "Con este cielo, cada día me sale una cana, y hasta mi paleta se ha vuelto terrosa". Gris atraviesa una etapa que se ha llamado "arquitectónica", de líneas rígidas y ortogonales y de superficies uniformes, con pocos matices, cada vez más planas. En esta obra, sólo la línea que dibuja el tejado se permite la curva, que se reproduce, como un eco, en el cielo a ambos lados de la casa. Y, también como concesión decorativa, recuerda el uso del punteado de los bodegones de 1916. Krüller-Möller Museum, Otterlo.
La ventana del pintor, 1925
El esquema del bodegón ante la ventana se conjuga en algunas obras de este año con el del estudio del artista, al añadir el elemento más representativo de su actividad: la paleta con los pinceles. Una paleta negra que hace su aparición en el cuadro del Museo de Tel Aviv también expuesto ahora y que, por su posición en el cuadro, adquiere carácter de motivo articulador del conjunto, tanto a nivel plástico como a nivel semántico. Las formas de los otros objetos, con la angulosidad propia de estos últimos bodegones, se van yuxtaponiendo a sus perfiles empujados por una fuerza centrípeta. En este sentido, escribe ese año sobre la evolución del cubismo: "El análisis de ayer se ha convertido en síntesis por la expresión de relaciones entre los propios objetos". El paisaje no es más que un rectángulo azul, una abstracción del cielo de Boulogne-sur-Seine. The Baltimore Museum of Art. Bequest of Saidie A. May.