Cada salto generacional en el mercado de las consolas viene con la promesa de profundizar en las posibilidades del mundo de los videojuegos. Los avances tecnológicos habilitan a los desarrolladores nuevas formas de transmitir emociones y de recrear los mundos virtuales donde sitúan su acción y sus personajes.
PlayStation 5 sigue la tradición que la marca japonesa ha mantenido a lo largo de sus más de 25 años de andadura en el mundo de los videojuegos, ofreciendo una experiencia transformadora que marque el camino para los próximos años. En esta ocasión, los ingenieros de Sony Interactive Entertainment, comandados por Mark Cerny, han creado una consola con una visión clara del futuro de los videojuegos, y para ello se han apoyado en cuatro pilares fundamentales: el mando DualSense, el disco duro ultrarrápido, el chip de sonido Tempest y un procesador de gráficos que abraza la tecnología del raytracing.
Experiencias sensoriales
El mando de PlayStation 5 quizá es la transformación más evidente del dispositivo, empezando por la nomenclatura, que abandona el nombre de DualShock por el de DualSense, tratando de comunicar el cambio de paradigma. La vibración háptica de la que hace gala el nuevo controlador permite a los desarrolladores recrear una pléyade de sensaciones diferentes con una precisión altísima, y Astro’s PlayRoom es la mejor manera de introducirse a sus posibilidades. El juego, incluido de serie con la consola, ofrece en muchos aspectos la misma clase magistral sobre la interacción entre el hardware y el software que ya hizo el simpático personaje hace un par de años con su aventura para realidad virtual. En esta ocasión el juego está ambientado dentro del propio aparato, un tour por los diferentes sectores de la consola recreados como si fueran coloridos biomas habitados por estos robots que aprovechan cada momento para rendir amables homenajes a la alargada historia de PlayStation, tanto a sus aparatos como a sus personajes más icónicos.
Este juego de plataformas diseñado por el Team Asobi del Japan Studio saca el máximo partido de las propiedades del DualSense con imaginativos desafíos planteados en sus niveles. En uno el protagonista se introduce en un traje y requiere que el jugador le suba la cremallera utilizando la pantalla táctil del mando. El traje cuenta con un muelle que hay que presionar con fuerza con los gatillos adaptativos que, de repente, ofrecen una resistencia que simula la de un resorte. Para orientar el salto se tiene en cuenta la orientación espacial del propio mando mediante los sensores de movimiento. Más tarde, cuando el diminuto robot se hace con un arco, la tensión de los gatillos cambia de nuevo para asemejar el momento de tensión de la cuerda antes de disparar. Al andar por la arena el efecto de la superficie se traslada a la vibración del mando, y cuando es asaltado por una corriente de viento la sensación bascula entre izquierda o derecha dependiendo de por dónde le dé. Es el paso más avanzado en sensaciones táctiles desde que se incluyó la vibración en los controladores hace más de veinte años. Ya todo eso se tiene que sumar la incorporación de un altavoz y de un micrófono que abarca la voz como una forma de interactuar con los juegos.
La PlayStation original nació como un proyecto de la multinacional japonesa Sony que supo ver el enorme potencial que tenía el almacenaje en CD-ROM para el diseño de videojuegos. De la noche a la mañana, al pasar de los cartuchos a los discos, se multiplicó por treinta el volumen de datos que se podían albergar, algo que marcó el tipo de juegos que podían hacerse, mucho más detallados y ambiciosos. Pero la gran contrapartida durante mucho tiempo fueron los tiempos de carga. El disco de estado sólido diseñado por los ingenieros de PlayStation tiene la enorme ventaja de reducir estos tiempos gracias a unas velocidades estratosféricas de 5 gigabytes por segundo. Esto no se traduce simplemente en una mejora de la experiencia de usuario, al no tener que esperar antes de poder jugar, sino que permite que los desarrolladores imaginen mundos más expansivos sin tener que recurrir a los ingeniosos trucos que utilizaban hasta el momento para esconder cómo se renderizaban los escenarios.
Los dos últimos pilares que definen la identidad de PlayStation 5 son los que conciernen a la portentosa presentación audiovisual de la nueva generación: el sonido entres dimensiones del chip Tempest y el trazado de rayos, más conocido como raytracing. Los juegos modernos proveen al jugador de grandes dosis de información para que pueda tomar las decisiones correctas en el momento oportuno. El sonido 3D exhibe una precisión y calidad de sonido tan avanzada que permite identificar con claridad la distancia y la posición de un personaje andando por el entorno, o incluso el crepitar de las llamas de una hoguera a varios metros de distancia. El raytracing es uno de los vocablos que más han sonado en los últimos años como la gran revolución en gráficos. Es una técnica que reproduce con fidelidad la forma en la que los rayos de luz rebotan en las diferentes superficies en el mundo real. Lleva todo el concepto de iluminación a un nuevo nivel, logrando un realismo apabullante en, por ejemplo, los paneles de neón que pueblan la Nueva York navideña de Marvel’s Spider-Man: Miles Morales.Todo al servicio de la experiencia definitiva de entretenimiento interactivo.