'Diario de Italia': retales hechos de memoria
El autor francés David B, referente del cómic internacional, plasma los recuerdos de un viaje por el país transalpino acompañado por su pareja
11 marzo, 2020 08:11Siempre se abre un libro con emoción. Y en mi caso, como se trata de un cómic, además con la expectación que imponen los dibujos. Quizá sea porque solo con la mirada extraemos de las viñetas la intención del autor e intentamos anticipar el disfrute de la historia. A veces funciona. Un aviso, con David B no le servirá.
El autor francés se ha convertido en un referente del cómic internacional, un personaje de cita obligada para alardear sobre lo que ha pasado en el Noveno Arte europeo en los últimos veinticinco años. Indistintamente de lo celebrado de algunas de sus obras hay algo que le eleva por encima de la masa creadora de libros con dibujos, esos que ahora se acumulan en los estantes de escaparates y librerías.
David B. posee un talento singular para incorporar significado a una ilustración. Diario de Italia describe sus impresiones de un viaje acompañado por su pareja a diferentes lugares del país transalpino. Breves episodios construyen una trama de instantes salidos de su memoria. Instantes, que convertidos en retales, quedan unidos por un compromiso: compartir unos recuerdos desbocados por el mero hecho de querer ser rescatados.
Justo aquí, la lógica de lo cotidiano muta hacia territorios dominados por lo psíquico, otorgando el protagonismo a las imágenes. La emoción se encumbra proponiendo una semiótica personal que pide ser descifrada, sus trazos y colores infunden vida a las creaciones gráficas y exigen del lector profundizar en la narración, escapando del corsé de la viñeta.
Mesas cuyas patas son manos, cuerpos retorcidos en espiral, rojos inyectados y negros fúnebres recortan siluetas escapadas de un guiñol japonés. Miembros estirados hasta lo imposible, edificios de geometrías inestables. Así podríamos estar horas.
De la voluntad de contar aflora el esfuerzo por penetrar en un lenguaje nuevo, afinado desde el cómic, alumbrando entendimiento y produciendo vértigo. El resultado transforma el jeroglífico abstruso en un elemento reconocible y portador de sentido. Con independencia del interés del relato, el desconcierto estimulante de las obras de David B. reclaman nuestra atención con urgencia. Por eso, a mí, siempre me va a encontrar.