Nuria Barrios

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El Cultural

Nuria Barrios: "Hay una conexión entre los poblados de la droga y el inframundo de los griegos"

La escritora publica 'Todo arde', su particular descenso a los infiernos en el que narra a modo de thriller la historia de un adolescente que busca salvar a su hermana de la adicción

24 enero, 2020 09:20

“Hay una frase de Stephen King que me gusta mucho que dice que las historias son fósiles que aún no han visto la luz. Y efectivamente hay mucho de eso en encontrar una historia”, cuenta Nuria Barrios (Madrid, 1962) sobre el origen de su último libro. Autora de poesía, relatos y novelas, la escritora desciende a los infiernos en su particular versión del mito de Orfeo y Eurídice con Todo arde (Alfaguara), la historia de un adolescente que trata de salvar a su hermana de la adicción a las drogas.

Lena, así se llama ella, era un personaje que rondaba los textos de Barrios desde la publicación de Ocho centímetros. Cuatro de los relatos de aquel libro indagaban en cómo la adicción de aquella joven afectaba a toda su familia. Aquel personaje femenino volvió a aparecer más tarde en su libro de poesía, La luz de la dinamo. “Pero nunca centrado en ella sino en cómo se convertía en un espejo que obligaba a los demás a reflexionar sobre lo que significa la vida, la muerte, la salvación y hasta dónde es posible llegar”, matiza.

A partir de ahí, la historia fue madurando en su cabeza. “Ya sabía que iba a transcurrir de noche, que era en un poblado con un carácter muy teatral, casi como el mundo de los muertos que describen los griegos, y sabía que iba a tener ese componente de amor y salvación, ese componente universal que le daba el recurso a los mitos griegos pero también un componente de thriller, de tensión, con una historia que se desenvuelve paralela a los hermanos a lo largo de esa noche”. 

P. ¿Y por qué decidió darle a su poblado ese carácter teatral?

R. Yo conocía el ambiente. Había estado en poblados así por cuestiones de trabajo y lo conocía bien y enseguida me di cuenta de que había una conexión inmediata entre el mundo chabolista de venta de drogas y el inframundo de los griegos. El ambiente físico, los personajes que allí vivían, que vendían, tenían un paralelo clarísimo con el Hades griego, con el alma de los muertos, con aquellos que tienen el poder allí. Situarlo como decorado le daba un carácter universal que ponía mucho más de relieve el carácter heroico del chaval.

"la misión de la literatura es hacer visible lo invisible y lo invisible no es invisible porque no se vea, es invisible porque hemos decidido no verlo"

P. Todo arde recuerda además al mito de Eurídice y Orfeo, ¿cómo fue ese descenso literario a los infiernos?

R. Muy interesante. Lolo tiene 16 años y para él todo ese mundo es completamente ajeno. Su mirada tiene la ingenuidad de quien desconoce ese mundo, ese ámbito, pero al  mismo tiempo precisamente por esa ingenuidad él es capaz de ver más allá del horror inicial. Es capaz de ver que en ese mundo, aparentemente caótico, hay un orden evidentísimo. Y el hecho de que le sea tan ajeno le permite vivir con mucha más intensidad sus propios sentimientos. Él no tiene distracciones. Si la trama hubiera trascurrido de día en un ambiente familiar probablemente hubiera tenido muchas posibilidades de escapar. Sin embargo el hecho de que fuera de noche, que es como el ámbito de las tareas de un solo aliento, el hecho de que fuera en un lugar tan ajeno hace que Lolo se vea solo ante esta tarea y no tiene más escapatoria que la de hacer aquello para lo que ha ido.

P. ¿Qué importancia tiene la familia, en concreto el amor fraternal, en su historia?

R. De todas las relaciones familiares la más fascinante es la de los hermanos. Todos los que tenemos hermanos sabemos que es muy ambigua. Hay momentos de odio en los que los matarías y al mismo tiempo sabes que no importa lo alejado que te puedas sentir, si en un momento dado te necesitan, vas a acudir. Y esa ambigüedad que define las relaciones entre los hermanos, el odio y el amor simultáneamente, hace que esa relación sea literariamente muy potente y además creo que es la semilla de grandes historias. 

P. Habla de unos lugares que están suficientemente cerca pero también fuera de nuestra vista…

R. Para mí la misión de la literatura es hacer visible lo invisible y lo invisible no es invisible porque no se vea, es invisible porque hemos decidido no verlo. Eso habla mucho de nosotros, de quiénes somos, de cómo nos comportamos, de nuestros mecanismos de supervivencia, y en ese terreno de penumbra a mí me gusta mucho trabajar. Me gustan los espacios que se alimentan por igual de luz y de sombras. Y esos espacios están justos en la frontera entre lo visible y lo invisible.

P. De hecho, hasta ese entorno del poblado, donde se venden drogas, también tiene su luz, ¿no?

R. Yo creo que la luz que ilumina la historia es la del amor. No solamente el amor entre los hermanos, hay otras formas de amor ahí dentro. Tienen sus propias versiones más o menos deterioradas. Allí hay familias, hay madres e hijos, hay relaciones de pareja, incluso relaciones de cierta solidaridad entre las mujeres consumidoras. Todos esas formas de amor son la luz que ilumina la noche en la que transcurre la historia, mucho más que las hogueras, y hay muchas hogueras.

P. ¿Todo arde?

R. En esa noche la luz básica es de las hogueras que arden delante de los chamizos donde se vende la droga. Y en esa luz, en esas hogueras, todo se consume. Se consume la vida de quienes bajan ahí a drogarse, pero también se consume lo bueno y lo malo. Todo arde. Arde lo positivo y lo negativo. Ese fuego tiene la ambigüedad de la historia, la parte catártica que tiene el fuego y la parte destructora.

"Todo arde. Arde lo positivo y lo negativo. Ese fuego tiene la ambigüedad de la historia, la parte catártica que tiene el fuego y la parte destructora"

P. Dice uno de sus personajes que “ninguna historia se empieza a sí misma”, ¿a qué se refiere?

R. Lolo es muy chico, para él todo problema tiene que tener una causa y sabiendo la causa se elimina el problema. Pero el griego es un hombre mayor y tiene mucha experiencia, tiene mucha calle a sus espaldas, y sabe que no hay una causa para un problema. Normalmente todo es mucho más complicado. Pueden ser muchas causas. Incluso pueden ser causas tan antiguas y tan enrevesadas y a veces incluso emocionales que no tienen nombre, que son muy difíciles de señalar. Nada es tan sencillo como decir pasó esto por esto.

P. ¿Y qué le interesa de la adicción?

R. Normalmente cuando una persona está enganchada se convierte en un cascarón vacío. Se vacía pero al mismo tiempo se transforma en un espejo para los demás. Obliga a los demás a verse bajo una nueva luz porque les obliga a tomar decisiones que no pensarían jamás que deberían tomar. Se tienen que plantear hasta dónde quieren llegar para intentar rescatar a aquella persona que se pierde, qué significa la muerte, qué significa la vida, cómo los lazos que has entablado con esa persona de repente van a marcar toda tu existencia. Y esa situación que produce la adicción deja a los demás en una situación de vulnerabilidad, de extrañeza respecto a sí mismos y la vida. Es muy interesante literariamente porque obliga a cuestionarte.

P. Se pasea entre el relato, la poesía y la novela, ¿qué diferencia encuentra entre los diversos géneros?

R. Todas. No tienen nada que ver. En realidad estos tres libros que te decía, Ocho centímetros, La luz de la dinamo y Todo arde, forman una trilogía híbrida que hablan de un mismo universo, pero bajo prismas totalmente distintos. La forma de abordar del relato es mucho más puntual, a partir de algo muy pequeñito intenta hablar de algo universal. La poesía trastoca la lógica del lenguaje para llegar a lo esencial. Y luego está la novela. Cada uno mide su universo de una forma muy distinta. Para mí yo ya he salido. Este universo se cierra con esta trilogía. El siguiente proyecto será completamente distinto.

P. ¿En qué registro se siente más cómoda?

R. Es que no tiene nada que ver. Son mundos completamente diferentes. Para mí de todos los géneros literarios el que me parece más difícil y al que más admiro es la poesía. La poesía me parece el género literario por antonomasia. Porque tiene una capacidad de ir a lo esencial única. Al fin y al cabo ¿qué hace un escritor? Trabaja con el lenguaje. Lo que hace la poesía con el lenguaje, que es trastocar su lógica, para trascenderlo, para llegar a lo que parece que no podemos alcanzar, eso es único. Pero la novela tiene una capacidad de jugar con la historia y con la trama que es única.

P. ¿Diría que sus últimos tres libros son complementarios?

R. Diría que son independientes. Evidentemente no necesitan ser leídos en conjunto pero creo que sí forman un universo y que es muy interesante si a alguien le gusta la novela, le va a interesar ver cómo está reflejado en la poesía y en los relatos.

P. ¿Suele leer otros libros mientras escribe?

R. No. No me gusta leer ficción mientras escribo ficción porque estoy labrando mi propio universo y leer otras ficciones me distrae. Pero leo mucho ensayo y mucha poesía porque los encuentro muy inspiradores. Como yo tengo el foco completamente puesto en mi propia historia, ese foco ilumina temáticas muy distintas de una forma peculiar y me hace descubrir ventanas para mi propia historia que me resultan muy inspiradoras. Es algo completamente extraño pero mi cerebro funciona así.

P. ¿Y qué ensayos leyó?

R. Me leí La liebre de ojos ámbar, de La liebre con ojos de ámbar, de Edmund de Waal, y Tela de sevoya, de Myriam Moscona. Esos dos ensayos me fascinaron y leí también varios libros de Menchu Gutiérrez, Decir la nieve o La niebla, tres veces, porque Menchu es una ensayista que me resulta también muy inspiradora. Y luego he leído mucha poesía. Pero vamos, mis lecturas de cabecera fueron básicamente La Odisea, el Libro X de la Metamorfosis que cuenta la historia de Orfeo y Eurídice y luego el libro del infierno de la Divina comedia. Esas han sido las lecturas básicas.

P. Dice que acaba con este proyecto, ¿tiene algún nueva idea?

R. A continuación tengo otra novela, pero cambio completamente de escenario. Me voy a la naturaleza. Me voy a ir al monte. Voy a pasar de este mundo nocturno y muy muy humanizado, donde la naturaleza está condensada en los hombres y en los perros, en un universo muy cerrado, a un mundo de monte, un mundo abierto donde la presencia de los animales va a ser notable y donde la respiración va a ser completamente distinta.

@mailouti