'Rusty Brown', la mirada reflejada
En 'Rusty Brown', Chris Ware alcanza la narración gráfica con mayúsculas a través de la prodigiosa combinación de técnicas visuales, de viñetas y cromatismo, del carrusel de detalles propios de un delineante
7 enero, 2020 10:25¿Dónde habita la grandeza de una obra como Rusty Brown (Chris Ware, 2019)? Una cosa me queda clara: no reside en el desarrollo dramático de los personajes. Seres invadidos por una melancolía de la que no son conscientes, como el propio Rusty, que hacen aspavientos con los que intentar zafarse de vidas anodinas, con la sospecha de que “a lo mejor hay algo ahí fuera”. Tampoco encontramos pistas sobre su tamaño artístico en los diálogos, escuetos hasta el suspiro, cargados de intención y verismo por momentos, revelando decisiones patéticas que no llegan a conmover.
La grandeza de Rusty Brown ocurre fuera de sus páginas, ocurre en nosotros, el ser humano leyente- si se me permite. Ocurre en la transformación personal surgida de la experiencia de enfrentarse al espejo donde vemos reflejadas cientos de situaciones que hemos conocido, de las que hemos formado parte, y que exigieron tomar acción… pero no lo hicimos. Una emoción soterrada durante años aflora: la incomodidad de saber que hemos pospuesto. Así, sin más.
No lo pone fácil el autor americano. Durante las más de trescientas páginas de este cómic subimos y bajamos, nos caemos y levantamos, asustadizos o envalentonados, como si algo se agarrara en la garganta que dificultase el tragar. No es por Rusty, es por nosotros.
Pero este enorme artista llamado Chris Ware no suelta nuestra mano y al pasar la página una explosión de color, trazos elegantes y tipografías inmensas nos devuelven el aliento. Es la narración gráfica con mayúsculas, la prodigiosa combinación de técnicas visuales, de viñetas y cromatismo, del carrusel de detalles propios de un delineante. Con panorámicas envolventes, anuncios arrogantes diseminados por azar, perspectivas isométricas convertidas en iconos. Es el dominio de la página en grado sumo, de la línea clara y de la precisión descarnada. Todo un arsenal creativo desbordante que arropa y arrulla difuminando el efecto tóxico de la culpa. Un cómic que exige del lector una dedicación extra. Dedicación que tiene su recompensa. No lo duden.