Hola, amigos. 

Acabo de leer una novela estimulante, excitante, excelente, Nosotras, el hombre, de Lorea W. Lluna (Eolas Ediciones). El cogollo de su trama tiene lugar en el planeta Cielo, una suerte de reverso de la Tierra donde la belleza reina por doquier. Las apariencias engañan, sin embargo, y pronto nos damos cuenta de que el refrán tampoco falla allende la Vía Láctea. A menudo conviene mantener la atención sobre los objetos o los sujetos como budistas concentrados, sin atender a su representación engañosa. Y con esto juega con maestría Lorea W. Lluna, haciendo contrastar la emotividad humana con la racionalidad de los robots y adentrándose con imaginación y audacia en el vértigo de la guerra de sexos. Inspirados por su novela, nos atrevemos a proponer como tema de la semana que viene esa fecha de apariencia divina que suele esconder una cruz infernal, a menudo por culpa del bien llamado cuñadismo… 

La nochebuena será el tema de la semana que viene, amigos, a ver qué sabéis hacer con ella. A partir del lunes. 

Veamos, entretanto, quienes han quedado finalistas en la semana dedicada al dolor. 

Adunbi 

”¿Me dolerá?”, preguntó angustiado al verdugo al pie de la horca.

Pimpinela Escarlata 

Aún vivió lo suficiente para sentir que no era el tajo lo que dolía, sino el cabezazo contra el cadalso.

Cromwell 

No le importaba sufrir cuando se hacía daño -eso le hacía parecerse a los humanos-, pero habría dado su vida por decir: “Me duele el alma”.

Laia 

Como no sentía ningún dolor por sus pecados, el cura le recomendó que pecara más, hasta que le doliera.

Diaba 

Lloraba a mares el todavía joven viudo durante el funeral tras enterarse de que su anciana esposa lo había dejado fuera del testamento.

Leda 

Los médicos consiguieron eliminar el dolor crónico que sufría el joven, pero lo convirtieron en un drogodependiente.

Malĝojo 

Doctor, recéteme algo. La felicidad no me deja escribir.

Zaci 

“¡Muchacho, alegra esa cara, si dices que te duele el pie es porque aún lo tienes!”, pretendió animarlo el médico del hospital de campaña.

Okan 

Hacia la mitad de su primera charla constató que ni uno solo de los pocos asistentes le estaba prestando atención, y estalló en sollozos.

Xolani 

Para apostar pidió dinero a un prestamista. Al anunciarle a su esposa que esta vez sí se harían ricos, la mujer se fue a llorar a un rincón.

Kioni 

Jamás olvidarán aquel funesto día que su hijo los amenazó con desaparecer del mapa si no le compraban una consola, y se lo tomaron a broma.

La Marca Amarilla 

Cada día daba analgésicos a la anciana quejumbrosa para no sufrir él.

Imamu 

Un ostensible temblor en sus manos delataba al practicante novato antes de que se escuchase en el dispensario el primer grito de la mañana.

Meiga

Desde que le confesó a aquel hechicero africano que no creía en sus poderes, múltiples pinchazos atraviesan su cuerpo con un agudo dolor.

Mol 

Blandió el hacha y sesgó la cabeza del reo de un tajo. Luego, gritó: “¡Ay!”. Con el viento, le había entrado en el ojo una mota de polvo.

Kiano 

“¡Extiende la palma de la mano!”, le ordenó Sor Teresa blandiendo la regla, tras formularle una vez más una pregunta tramposa.

Adunbi 

Desde que sus asesores le indicaron que debía mostrarse más risueño, el candidato parecía andar siempre con dolor de barriga.

Voluntad

No lloró al nacer.

En toda su vida nunca se quejó por ninguna enfermedad.

Pero su familia no olvidará jamás el sonido de su último estertor.

Aganju 

Jamás había sido rencorosa, así que al desear cada nochevieja la muerte de su esposo, no anhelaba que el proceso fuera largo o doloroso.

La huella 

El niño atrapó una mosca y le arrancó las alas.

Entonces, una lágrima de emoción surcó el rostro de su padre, el torturador.

Y uno, de regalo: 

Merguen 

Después de reencontrarse con los apóstoles y ascender a los cielos, su Padre le habló de la crucifixión: “Tampoco era para tanto, ¿no?”.

Para aparecer con nombre y apellidos si sois ganadores escribid, por favor, a cuenta140@elcultural.es

Gracias.

Saludos cordiales.