Marta Sanz: "Soy pesimista de pensamiento, pero optimista de voluntad"
Ilustración: Ulises
¿Qué libro tiene entre manos?
Opus Gelber de la gran Leila Guerriero.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
Nada.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
Con Zeno, el narrador de la novela de Svevo.
¿Recuerda el primer libro que leyó?
Los cuentos de los Grimm ilustrados por María Pascual.
¿Cuáles son sus hábitos de lectura: es de tableta, de papel, lee por la mañana, por la noche...?
Leo en papel por la tarde en mi sofá. De viaje, siempre. Excepcionalmente en libro electrónico.
Cuéntenos alguna experiencia cultural que cambiara su manera de ver la vida.
Ignacio Pastor y yo montamos una revista, Ni hablar. Conocimos a gente generosa. Entendimos el sistema de redes que sustenta el campo cultural.
En Retablo, su último libro de relatos, víctimas y verdugos se confunden. ¿Hay más grises de lo que creemos?
Las reglas del juego se ceban con los débiles. Resulta difícil no proyectar esa violencia en la cotidianidad pervirtiendo el significado de palabras y desdibujando sus límites.
De todas formas, los verdaderos culpables del primer relato son la precariedad laboral y la soledad. ¿Sigue creyendo que la creación puede cambiar las cosas?
Soy pesimista de pensamiento, pero optimista de voluntad. Literatura y arte son performativos. Incluso cuando una construcción cultural es asertiva con el statu quo, acomete una acción para que nada cambie.
El segundo cuento denuncia desde el humor negro la gentrificación de las ciudades...
El humor negro subraya cómo la globalización borra señas de identidad y memoria. El color de los cupcakes es un espejismo que encubre ciudades descoloridas.
El libro rinde homenaje a Highsmith. ¿Qué tiene el género negro para que le guste tanto?
Las formas de la seducción reflejan una violencia política publicitada como normalidad. En el negro cohabitan paradójicamente el éxito comercial y la posibilidad de denuncia.
Celebraron el Día del libro regalando uno de cuentos. ¿cuál le hubiera gustado que le regalasen, y por qué?
Una rubia imponente de Dorothy Parker. Por su ternura y crueldad.
¿Entiende, le emociona el arte contemporáneo?
Me gusta esa situación incómoda de no saber si me toman el pelo o me descubren formas nuevas de interpretar lo real.
¿De qué artista le gustaría tener una obra en casa?
Tengo obras de mi padre, poeta visual, con títulos como La religión es el apio del pueblo. Paula Bonet, Carrascosa y Fernando Vicente me acompañan. Bacon aún no ha llegado.
¿Qué música escucha en casa?
Antes cantaba. Ahora, como Nabokov, escucho poca música. Prokófiev. Las bandas sonoras de Herrmann.
¿Le importa la crítica? ¿Le sirve para algo?
No estoy segura de que la crítica tenga finalidad didáctica para quienes escribimos. Sí es fundamental para preservar la salud semántica de las comunidades.
¿Cuál es la película que ha visto más veces?
La bella durmiente de Disney. Mi abuela me llevaba al Imperial y yo volvía a casa llena de piojos.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
No me gusta la España de Abascal, Casado y Rivera. Me gusta esa España que podría ser mejor y está en los versos de Vallejo o Antonio Machado.
Déjenos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
Que los países dejen de funcionar como empresas y se realice una reforma fiscal que desdiga la teoría del goteo: si ganan unos pocos, no ganamos todos. Esa reinterpretación ideológica dignificaría los oficios culturales y el concepto de cultura.