Es casi un asiduo de nuestro país. Con quince premios literarios y cuatro millones de lectores a sus espaldas, David Foenkinos (París, 1974) se muestra agradecido por la cálida acogida que recibe siempre que viene. Especialmente, a partir de su novela La delicadeza. "España es el segundo país donde más se leyó después de Francia", afirma. Sus libros han sido adaptados al cine en varias ocasiones, la última, La biblioteca de los libros rechazados. Y se muestra afortunado cuando se le pregunta por el momento actual. "Es una suerte increíble ser traducido al castellano, que la gente venga, lea, pregunte… Los españoles tienen el mismo sentido del humor que yo, compartimos eso. Aunque eso es algo que no se ve en este libro".
Se refiere a su último título, Hacia la belleza (Alfaguara), posiblemente su historia más personal. "Su escritura fue muy dolorosa y muy difícil, porque puse mucha energía", señala. En ella cuenta el relato de un prestigioso profesor de la Escuela de Bellas Artes en Lyon, Antoine Duris, que decide abandonarlo todo para convertirse en el vigilante de la sala de un museo que alberga el retrato de Jeanne Hébuterne de Modigliani.
Pregunta. El detonante que empuja a su protagonista a huir es algo que se va revelando a medida que avanza la lectura pero en su caso, ¿cuál fue el detonante que le empujó a escribir esta historia?
Respuesta. Fue un impulso muy personal. Cuando tenía 16 años enfermé muy gravemente del corazón. Pasé muchos meses en el hospital. El descubrimiento de los libros me salvó en ese momento. Creo que el arte y la belleza pueden consolar. Ese fue el tema de mi libro Charlotte, y es sorprendente porque también está como en el ambiente. El mundo es difícil, brutal y necesitamos belleza. La gente cada vez va más a los museos para profundizar en la cultura y en las emociones estéticas.
P. Pero la belleza no siempre nos salva, ¿no?
R. No, no siempre. Hay cosas demasiadas graves, pero sí puede consolar. Es como la religión. Mi personaje va al museo como otros van a la iglesia, es una forma de apaciguamiento. Pero no vale para todos. Hay situaciones demasiado graves. En mi libro también esta esa parte, que el arte no salva del todo.
P. El hecho de que esté ambientado, precisamente, en el mundo del arte, recuerda un poco a su novela Charlotte, el libro con el que rescató a la pintora Charlotte Salomon, ¿no le parece?
R. Siempre he escrito libros diferentes, pero es verdad que esta novela es la primera que se hace eco de otra historia anterior. No solo por el tema, sino por el personaje de la joven, Camille. Ella tiene muchos puntos en común con la artista y me inspiré en ella para escribirlo. Además, la de Charlotte también es una vida de sufrimiento de la que intenta escapar a través de la creación.
P. En cuanto a Modigliani, ¿qué peso tiene en la novela?
R. Es muy, muy importante. De hecho, elegí este cuadro de Jeanne Hébuterne, la última amante del pintor, porque ella también tuvo un destino trágico y la historia de esta mujer tiene cierto parecido con el destino de Camille. Y luego es una mujer increíble, que amaba apasionadamente al pintor.
P. Y ¿se considera entonces un amante del arte?
R. Sí. Muchas veces voy al museo sin mirar los cuadros, pero es que me gusta pasearme por las exposiciones, me gusta el ambiente, estar rodeado de obras de arte y de artistas. De hecho, a mi hijo, a veces, cuando le llevo a los museos, le digo que elija un solo cuadro de la sala y lo vemos. Solo ese. Solo uno pero a fondo.
P. Escribe en Hacia la belleza que "la vida social nunca se detiene y resulta casi imposible escapar de ella", ¿le ha pasado eso alguna vez? ¿Ha sentido la necesidad de huir?
R. Antoine es un hombre que abandona todo y necesita reconstruirse en soledad. Es muy difícil hoy en día hacer eso porque siempre estamos vigilados. En realidad, esa es una parte divertida del libro. Continuamente hay alguien que te pide algo y que nota tu presencia. Así que supongo que esta época es la más difícil para huir. Yo es verdad que tengo una vida doble. Como luces y sombras. Viajo, hablo con periodistas, llego a mucha gente con las películas, pero luego hay algunos momentos en que estoy solo, en mi casa, me encargo de todo y luego escribo. Este libro lo escribí en el verano de 2017 en un estado de soledad, realmente. Y sí, supongo que yo también puedo huir a través de la creación.
P. Usted mismo empezó estudiando música, ¿le influyen, a la hora de escribir, esos conocimientos?
R. Cuando tenía 16 años todo lo artístico me interesaba. La sensualidad, los museos, la música, la pintura, escribir, leer… En un primer momento, de hecho, quise estudiar música y empecé a estudiar jazz en una escuela. Pero era todo.En aquellos años era un bulímico en sentido intelectual. Quería saberlo todo. Todas las artes están relacionadas unas con otras y, cuando empecé a escribir, escribía como toco un instrumento. Y es verdad que la música ha sido muy importante para mí, para comprender la sonoridad de las frases.
P. ¿Sigue tocando?
R. No, ya no mucho. Para mi hija escribo canciones. Pero yo creo que es mejor que lo haya dejado, sobre todo para los escuchan.
P. También le interesaba abordar el sentimiento de culpa en este libro, ¿no?
R. Bueno, está el tema de la belleza que consuela, pero el tema principal es la culpabilidad. Cuando no es real incluso. Todas las personas que están próximas de un drama o no han podido impedirlo, se sienten de algún modo culpables. Aquello me interesaba, sí.
P. Por último, su protagonista, busca la belleza en un museo de arte, ¿dónde la encuentra usted?
R. En todas partes, porque después de mi enfermedad y la proximidad de la muerte quiero gozar de la vida y de todo lo que es hermoso. Hay muchas cosas bonitas en el mundo.