"La parte buena de los cuentos es que puedo saltar de mundo a mundo todo el tiempo, entrar en universos distintos, y eso me divierte mucho", explica la escritora argentina Yanina Rosenberg (Buenos Aires, 1980), que visita nuestro país para presentar su primer libro de cuentos La piel intrusa (Páginas de Espuma), un grupo de relatos, premiados en su país por la Fundación El Libro, en los que la autora explora las intersecciones entre fantasía y realidad y lo precario de nuestro mundo cotidiano, aderezado con temas como la desconexión entre sexos y las diferentes reacciones a la maternidad, lo que dota al conjunto de una sutil pátina feminista.
Además de cuentos para diversas antologías, para el suplemento cultural del Diario Perfil, la Revista Ñ del diario Clarín y Granta, Rosenberg ha escrito la novela Momento Estocolmo, de pronta publicación en España, pues asegura que entre un género y otro "solamente cambia la extensión, el trabajo preciso con la palabra es el mismo. La elección del género es algo intuitivo, en mi cabeza la historia deriva rápidamente hacia el cuento o la novela".
Pregunta. Titula su volumen La piel intrusa, y hay varios cuentos donde los protagonistas cambian o quieren cambiar de piel, ¿qué significación le da a esta metáfora?
Respuesta. Pretendo mostrar que todos tenemos distintas pieles, que en distintos ámbitos sociales o en distintas relaciones, tenemos distintas reacciones de las que a veces quizás ni siquiera somos conscientes. Por ejemplo, en ocasiones queremos reaccionar de cierta forma porque es la pauta social, pero terminamos haciéndolo de un modo que nos sorprende a nosotros mismos. Hay muchos yos dentro de nosotros.
P. Al escribir un libro completo y no relatos sueltos, un escritor se da cuenta de sus obsesiones constantes, ¿cuál es el hilo conductor que conecta los relatos de La piel intrusa? ¿Qué ha descubierto escribiéndolo?
R. En un principio pensaba de verdad que cada cuento era distinto y pretendía que cada uno guardara una sorpresa muy diferente al cuento anterior. Peroarmándolo, es cierto que encontré por todas partes varias obsesiones mías, desde la maternidad y las relaciones domésticas, hasta los sentimientos que uno se guarda cuando en realidad no tiene por qué ser guardados.
P. En sus cuentos lo fantástico irrumpe bruscamente en lo cotidiano, ¿qué le interesa explorar en esa tensión?
R. Me interesa distorsionar un poco la realidad para que aparezcan distintas realidad, mostrar las diversas posibilidades que hay en cualquier ámbito. Y cuanto más cotidiano mejor, porque lo que más llama la atención, lo verdaderamente chocante, es eso de encontrar lo raro dentro de nuestro día a día. Todas estas fantasías que narro, por imposibles que parezcan, pueden llegar a ser reales, ¿por qué no van a poder ocurrir? Y además pueden suceder en cualquier momento, lo que aumenta la inquietud.
P. Esta corriente está muy en auge en el cuento latinoamericano. A usted se la compara por varios motivos con Samanta Schweblin y Mariana Enríquez, ¿se ve reflejada en estas escritoras?
R. Me identifico mucho con ambas, especialmente con Samanta en su forma de plasmar y cambiar esa mirada ajena, pero creo, al margen de Samanta o Mariana, esta corriente es un grito en general de las mujeres que piden cierta voz para armar una nueva realidad. Mi literatura, como la de ellas, es parte de un movimiento más amplio a nivel global cuyo fin es que las mujeres tomemos la voz, que podamos expresarnos. Las mujeres estamos buscando la forma de conectar con los hombres y con el entorno en general, para tratar de cambiar cómo son nuestras realidades y también para poder narrar esas transformaciones.
Fuera de Argentina y del cuento en español, Rosenberg también tiene modelos, como el israelí Etgar Keret, "del que me fascina su capacidad para entrar en otros mundos. Lo que busco como escritora es también lo que busco como lectora, esa fascinación por un mundo distinto que no vemos todos los días, y Keret lo hace muy bien". Pero siendo argentina y escritora de relatos, son ineludibles las comparaciones con escritores como Cortázar oBorges, cuyo legado, más que como una losa, la escritora asume "como una herencia. Es un honor ser heredera de esa generación de grandes cuentistas a los que se lee aprendiendo, como a maestros". En el aspecto fantástico, la autora reconoce el magisterio de otro gran clásico, Horacio Quiroga, "cuyos relatos fantásticos son perfectos. Se me ocurre como ejemplo "Las medias de los flamencos", un cuento que muestra una explicación de la realidad totalmente distinta a la habitual".
P. Otro de sus temas destacados es la maternidad vista como conflicto, tratada con resistencia por las mujeres, ¿por qué explora esta visión?
R.¿Por qué no? ¿Por qué una madre siempre tiene que aceptar los mandatos de la sociedad que dice que debe ser de cierta forma y no puede permitirse, por ejemplo, sentimientos como el hartazgo? Pienso en uno de los cuentos donde una de las madres quiere cambiar a su hija porque no soporta sus caprichos. Ese sentimiento es real y me parece bien mostrar que existe y que no debe ser reprimido, como obliga la sociedad.
P. Estos relatos reflejan también una desconexión e incomunicación entre hombres y mujeres, ¿lo siente así?
R. Mis personajes están en realidad desconectados en varios sentidos, desde sus hechos cotidianos hasta sus relaciones, pero es cierto que también entre hombres y mujeres hay una desconexión, como si se hablaran y no se escucharan o como si lo hicieran a través de un vidrio y no se entendieran. Hay una desconexión que creo que es la que se da en la vida, en la que la mujer pide a gritos al hombre que entienda algo y él es incapaz, no comprende a qué se refiere.
P. La mayoría de sus cuentos presentan finales abiertos, ¿cómo sabe cuando terminar un relato?
R. Para mí, el cierre de la trama no tiene porque estar determinado con el punto final, con los últimos manotazos del cuento. Antes bien, es el lector el que, con su lectura, cierra un relato como considera oportuno, porque muchas historias deben trascender su frase final.
P. Próximamente se publicará en España su novela, pero mientras tanto, ¿qué está escribiendo ahora mismo? ¿Volverá a la novelas o hay más cuentos en camino?
R. Pues ambas, en realidad. Tengo ya terminado y estoy corrigiendo un nuevo libro de cuentos, y tengo una novela en curso también. No distingo entre géneros, escribo lo que mi cabeza mande. Esta segunda novela cambia bastante el universo que exploro, pero no quiero desvelar nada por el momento. En cuanto a los cuentos, siempre me gusta rondar y plasmar esas realidades distintas a la que vemos, y es ahí donde se centran los relatos.