"Peixoto es una de las revelaciones más sorprendentes de la literatura portuguesa reciente. No tengo ninguna duda de que es una promesa segura de un gran escritor". Con esta frase saludaba el Nobel portugués José Saramago el advenimiento literario de su compatriota José Luís Peixoto (Galveias, 1974). Y no le ha defraudado. Uno de los noevlistas más aclamados y leídos del país luso, Peixoto visita España para participar en la Feria del Libro de Madrid, donde Portugal es país invitado, en una mesa redonda sobre el desaparecido autor. Tras su última novela, Galveias (Literatura Random House), un canto coral al Portugal rural de su infancia caracterizado por su narrativa original y profundamente lírica, el escritor presenta estos días su nueva novela En tu vientre, donde reformula el milagro de Fátima mezclándolo con otras voces como la de su madre, que instalada en su conciencia, irrumpe en su proceso creativo y se convierte en parte de él. Además, la editorial Minúscula recupera Te me moriste, la elegía poética dedicada a su padre recién fallecido que supuso su debut literario.
Pregunta.- Visita España con motivo de la feria, donde Portugal es el país invitado, ¿cómo se ve España, en especial el panorama literario, desde nuestro vecino?
Respuesta.- Creo que este tipo de actividades son muy importantes porque sirven para quebrar un poco la situación de desconocimiento que tenemos. Hay algunos autores del panorama contemporáneo que sí son conocidos y seguidos en Portugal, pero me parece que sigue existiendo un desconocimiento muy grande. El contacto directo en ocasiones como esta de la feria puede ayudar a que por lo menos los autores se puedan conocer unos a otros, para que después, en algún momento, se pueda llegar al ámbito de todos los lectores, porque creo que la literatura por su propia naturaleza lleva dentro la cultura y la realidad de un pueblo, y el desconocimiento a nivel literario es resultado del desconocimiento a nivel general que tenemos de parte a parte.
P.- En varias de sus novelas incluye elementos de su propia infancia, especialmente en Galveias, ¿por qué ese pulso autobiográfico, cuánto de José Luís Peixoto podemos rastrear en sus páginas?
R.- Desde Te me moriste, mi primer libro, que tiene una gran ligación autobiográfica, exploro ese camino de la autobiografía. En aquel texto no fue totalmente fruto de una decisión, me salió de una forma espontánea, pero después continué siguiendo ese camino ya de una forma muy pensada porque me parece que la cuestión autobiográfica tiene dos aspectos muy importantes. Primero, para mí mismo como autor, ya que me da la ilusión de que estoy escribiendo sobre algo completamente nuevo al estar basado en algo que solo conozco yo, que tiene la particularidad de una cierta individualidad personal. Y después, también desde el punto de vista del lector, porque me parece que el conocimiento que éste tiene de que hay un vínculo autobiográfico, carga la narración de una fuerza muy particular, de una sombra del autor, una presencia constante que dota al texto de una energía muy peculiar.
"Escribir autobiografía me da la ilusión de estar escribiendo algo completamente nuevo, algo que solo conozco yo"
P.- Sus novelas, especialmente estas últimas, reflejan un Portugal rural, atrasado y supersticioso, ¿qué queda hoy de aquel país tantos años después? ¿Es un mundo en extinción?
R.- Creo que si la literatura tiene algún papel social es el de llamar la atención sobre ciertos temas y fomentar que se propicie el debate. Una parte importante de mi intención al escribir mis novelas es que el lector pueda establecer una comparación entre el Portugal del pasado y el contemporáneo. De algún modo, es una manera de llamar la atención sobre ese espacio rural del interior, porque en las últimas décadas Portugal se ha desplazado mucho hacia las ciudades, y la vida urbana ha ganado una fuerza mucho más grande que hace 30 o 40 años. Pueblos como Galveias, donde yo nací y que retrato en una novela, están perdiendo población, y algunos más pequeños han dejado de existir, como resultado de una política muy centralizada que no siempre tiene en consideración una gestión común de todo el territorio. Y creo que con esa perspectiva todos pierden. Porque igual que se puede vivir mal en los pueblos del interior también puede ocurrir en las áreas suburbanas de las ciudades. Además creo que es un problema que afecta a toda la península.
P.- Precisamente en España hay una corriente de moda que recupera el mundo rural como inspiración literaria, ¿ocurre así en Portugal o su obra es un caso aislado?
R.- Hace ya unos buenos años que en Portugal existe una división en la literatura que permite encontrar obras que tratan el rural y obras que tratan el urbano. En lo que respecta al rural, hay muchos ejemplos como Miguel Torga o los escritores del neorrealismo portugués de los 50 y 60, que era una literatura muy política hecha en oposición a la dictadura. Hoy mismo hay otros autores de mi generación que tratan otras realidades que no son las de las grandes ciudades y que abordan distintas regiones del país, como en mi caso es el Alentejo. Quizá en Portugal no es tan evidente este fenómeno porque no se tiene esa conciencia de pérdida y extinción del mundo rural, somos un país pequeño que mantiene todavía muy próxima la conexión con este ámbito. Yo mismo nací todavía en el mundo rural y solo llegué a la ciudad con 18 años.
"En Portugal no es tan evidente el fenómeno de la literatura rural porque no se tiene esa conciencia de pérdida y extinción"
P.- Hablando del rural, hace unos años trató la emigración de mediados de siglo en su novela Libro, ¿este problema se ha corregido o sigue siendo una lacra como en España, donde se habla de una nueva emigración?
R.- En Portugal esa emigración de los años 60 es un tema muy hablado y muy presente. Hoy en día la emigración tiene contornos distintos, pero es cierto que, con otras características como mayor formación, sí que comparte algunos aspectos con la de entonces. La emigración sigue siendo un tema actual en Portugal, sobre todo entre la juventud, que sigue buscando su futuro en otros países con todas las consecuencias que eso supone. No obstante, hoy en día Portugal está viviendo un momento en el que por lo menos se siente alguna esperanza. La gente tiene mucho más optimismo que hace cinco años, por ejemplo, y eso es algo valioso y muy importante. Pero todavía hay mucho por comprobar, vamos a ver qué nos trae el futuro.
P.- Se nota en su literatura, con una escritura lírica y plástica, la influencia de la poesía y de la literatura oral, ¿cómo se plantea la escritura, de que fuentes narrativas bebe?
R.- Personalmente siempre me ha influenciado mucho, como dices, la oralidad e incluso la creatividad del lenguaje que existe en la ruralidad, porque fue donde nací y me impactó mucho de niño. Las personas mayores con las que crecí, que no eran nada próximas a la literatura, tenían sin embargo una sabiduría muy especial que me marcó muchísimo. Pero después claro, la gran tradición de la literatura portuguesa también es algo que tiene una influencia enorme porque hay autores que en Portugal no podemos ignorar y de algún modo lo que escribimos siempre es un diálogo con sus obras. Puedo nombrar a Fernando Pessoa o a José Saramago, un novelista que tuvo un impacto enorme en la narrativa portuguesa contemporánea.
P.- Precisamente visita Madrid para hablar de Saramago, a quien frecuentó en vida y que le hizo una crítica muy entusiasta al poco de empezar a escribir, ¿cuánto le ha ayudado o pesado aquel halago del Nobel portugués?
R.- Para mí fue un gran cambio cuando recibí ese premio (el José Saramago) y esas palabras, que me permitieron una gran cantidad de cosas que yo no creía posibles. Para empezar pude dejar la enseñanza y dedicarme a vivir solo de la escritura, lo que fue un cambio enorme. Es cierto que Saramago tiene todavía un peso muy grande y para muchas personas del mundo literatura portuguesa es sinónimo de su nombre. Ha sido una gran responsabilidad, pero solo puedo concluir que el saldo es positivo, porque además, los años que todavía tuve oportunidad de tratarlo, me sirvió como un ejemplo en muchos aspectos, no solo literariamente, sino en cómo el escritor se comporta en sociedad. Un aspecto curioso que es un desarrollo de nuestra relación de años, es que algunas de mis novelas han sido traducidas al español por Pilar del Río, su viuda y traductora. Para mí es un honor que ella haga ese trabajo, un honor muy expresivo que me hace sentir una cierta validación de mi obra, porque de algún modo me parece que, por sus manos, Saramago sigue de algún modo apoyando mi trabajo.
"Un escritor, sea quien sea y escriba los libros que escriba, siempre tiene una conexión con su tiempo, con su época"
P.- Hablábamos antes de la generación neorrealista, y precisamente se dice que su generación inauguró en Portugal una nueva corriente de literatura alejada del realismo, ¿a qué obedece, es una reacción en contra de esa literatura anterior?
R.- Esa literatura neorrealista tenía un componente político muy fuerte que nosotros hoy en día ya no tenemos la obligación de mantener en los mismos moldes que esos escritores tenían en su época. Mi caso es muy paradigmático. Yo nací en septiembre del 74, y la Revolución de los Claveles fue en abril, así que yo nací ya en democracia y crecí en democracia, por lo que nunca conocí la censura, la guerra colonial, ese gran éxodo migratorio de los 60... Todo eso tiene que tener un cierto impacto, porque un escritor, sea quien sea y escriba los libros que escriba, siempre tiene una conexión con su tiempo, con su época, que existe en las situaciones menos evidentes. Incluso cuando uno escribe novela histórica o utopías de ciencia-ficción, siempre lo hace desde las referencias de su tiempo, el significado de las palabras y los valores de su cultura. Por eso me parece que los autores de mi generación, no es que rechacen a los autores de las generaciones anteriores, sino que somos un reflejo de un gran cambio que sucedió en la sociedad portuguesa de forma radical y repentina.
P.- Antes hablaba de su libroTe me moriste, esa elegía paterna que acaba de republicarse en España, ¿cómo la ve veinte años después?
R.- Necesariamente tras dos décadas soy una persona distinta. Lo escribí justo después de la muerte de mi padre, de la que hoy han pasado veinte años, y el tiempo nos hace encontrar un sentido para algo que en ese momento no tiene ningún sentido. Es muy común que ante una pérdida tan absoluta no se encuentre un sentido. Pero hoy en día lo que siento es que no podría escribirlo, está muy alejado de lo que escribo ahora. Por eso estoy muy contento de haber tenido esa oportunidad de escribir ese texto que fue muy importante para mí a muchos niveles, y que se quedó ahí como una huella del pasado. Es algo que visito como un lector lejano, pero sé que en algún momento yo fui la persona que escribió ese texto. Es algo que siempre ocurre con los libros. Para quien escribe hay una relación interesante con el pasado, si uno considera ese aspecto de que se queda siempre ahí una condensación de cómo se veía el mundo en un determinado momento.