Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) tiene ya asegurado su lugar entre la "nueva narrativa argentina" pero en España ha desembarcado por primera vez recientemente con Las cosas que perdimos en el fuego (Anagrama), un libro de 12 cuentos en los que el terror es solo una excusa para poder tratar otros temas actuales como la diferencia de clases, las relaciones, la mujer, los desórdenes psicológicos... Enríquez es autora de dos novelas, una biografía de Silvina Ocampo y varios libros de relatos. Las cosas que perdimos en el fuego es una de las promesas de la Feria del Libro de este año.
Pregunta.- ¿Cómo se armó este libro de cuentos?, ¿se concibieron pensando que terminarían juntos en una recopilación o son creaciones independientes?
Respuesta.- Son creaciones independientes pero no encajan solamente por casualidad. Suelo tener "épocas" de escritura en las que escribo sobre cuestiones que se relacionan o donde aparecen obsesiones de manera repetitiva. En el caso de estos cuentos, el aire familiar pasó por varias cuestiones: la presencia apabullante de las mujeres y su voz en diferentes encarnaciones, un horror mucho menos relacionado con lo sobrenatural que en anteriores libros, la intención de escribir relatos muy contemporáneos, urbanos y también "argentinos", la idea de "deconstruir" los estereotipos de la bruja y la casa embrujada, la centralidad del cuerpo y sus deseos y padeceres. Después, cuando llegué a tener una cantidad de cuentos en los que noté esa familiaridad, empecé a pensar en un libro y después vino el armado: el orden fue pensado para que, por ejemplo, apertura y cierre hagan resonancia y hubiese otros diálogos internos.
P.- Frente a su anterior recopilación, Los peligros de fumar en la cama, que es terror fantástico, Las cosas que perdimos en el fuego es realista. ¿Qué tipo provoca más pavor hoy en día?
R.-No sé si completamente realistas, ¿o sí?. Bajo el agua negra es una cita a Lovecraft, por ejemplo. Hay elementos sobrenaturales como apariciones (en La hostería, en El petiso orejudo) y casas embrujadas como en La casa de Adela. Sucede que elegí escenarios y personajes muy reconocibles, que no tienen que ver con los estereotipos del género; y disparadores del horror muy cotidianos, grietas en la vida moderna por llamarlas de alguna manera. Depende de la sensibilidad del lector pero creo que en general un cuento de terror realista asusta mucho más. Cuanto más realista es el escenario del relato, más miedo causa la grieta en la realidad o la rasgadura del velo que produce el terror. No creo, igual, que el miedo a los fantasmas se supere porque lo real sea más horrible. Creo que lo que se agotaron son ciertos clichés literarios, no la articulación con lo real. De hecho, lo horrible cotidiano puede también anestesiar.
P.- ¿Qué tiene de especial el cuento que ha escogido para darle título al libro?
R.- El título me gusta, la elección es en gran parte estética. Pero coincide con que es uno de los cuentos más fuertes de la colección, aunque me da pudor decirlo yo. Creo que es un cuento que resume cuestiones que están latentes: la violencia contra las mujeres y su respuesta, el ambiente urbano, las escenas en el metro, en departamentos, en las calles... Creo que es un cuento social y es un cuento de brujas y es claramente un cuento político; me interesa escribir sobre cuestiones políticas y relacionadas con el poder de una manera oblicua y el género ayuda mucho para esa operación.
P.- La mayor parte de las protagonistas de esta recopilación son mujeres. ¿Están más expuestas a ese horror cotidiano?
R.- No, no lo creo. Todos estamos expuestos al horror de diferentes maneras. Elegí mujeres porque me interesaba trabajar el horror particular que les tocaba a ellas, pero no necesariamente porque estén más expuestas.
P.- Buenos Aires es también protagonista de este libro, ¿sus mitos y su folklore la convierten en un buen escenario para una historia de terror?
R.- Buenos Aires tiene sus mitologías y sus leyendas urbanas particulares aunque yo encuentro que en menor grado que otras ciudades, quizá porque vivo aquí y lo cercano suele resultar menos fascinante. Lo que sí sucede con Buenos Aires es que está llena de inmigrantes de las otras provincias de Argentina y también de los países de América Latina. Y cada uno trae sus creencias y sus historias. Eso enriquece enormemente la ciudad como creadora de mitos.
P.- En el libro los combina; para dejar al lector con mayor desasosiego ¿mejor final abierto o final cerrado?
R.- Depende de lo que la historia necesite. No creo que ningún final sea completamente "abierto", creo que a veces uso la elipsis para escatimar una información de modo que el lector deba construirla por su lado. Los cuentos terminan donde deben terminar: lo que está escrito es lo que sé de esas historias. Como si sintonizara retazos de un relato que, quizá, podría seguir. No me gustan demasiado los finales con remate y no estoy de acuerdo con que un cuento los necesite o sean propios del género. Pero ante todo supongo que no se puede elegir: el final necesariamente es el que tiene que ser para cada relato.
P.- ¿Cree que en el mundo literario se ve al terror como un género menor?
R.- Si, pero no me preocupa en absoluto. Es un género muy libre, muy grato, que puede, incluso incorporarse a otros. Yo creo que Solaris es una novela de terror, pero el canon determina que es de ciencia ficción. Hay quien "defiende" a Otra vuelta de tuerca como una novela psicológica porque la escribió Henry James, cuando es claramente de terror. El género de terror es popular, además, está ligado al entretenimiento, y creo que eso puede contribuir para que se lo considere menor por quienes tienen una visión muy elitista de la literatura. De todos modos, creo que mi manera de encarar el género se sale bastante de los tópicos más convencionales y en ese sentido no sé cuánto puede encuadrarse ahí. Lo pienso objetivamente; que se los llame "de terror" no me molesta ni me incomoda pero no estoy tan segura de que sea una definición tan clara para lo que hago.
P.- Ya se han cumplido 20 años de su primer título publicado, ¿Cómo ha evolucionado su escritura en este tiempo?
R.- No podría decirlo claramente porque no releo lo que escribo. Sospecho que sigo escribiendo sobre mis mismas obsesiones con un poco más de destreza, una destreza ganada a base de muchas lecturas.
P.- Y para el próximo libro, ¿novela, más cuentos, no ficción...?
R.- Una novela que estoy escribiendo. Y también más cuentos, porque me gusta mucho escribirlos; a veces, en la tarea muy obsesiva y larga de una novela, escribir un cuento es una especie de alivio.