Detalle de El jardín de las delicias de El Bosco

Reindert Falkenburg se centrará en los conceptos estéticos e interpretativos de las obras de El Bosco y Pieter Bruegel.

Hace seis años que el Museo del Prado puso en marcha un proyecto que ayuda a profundizar en la obra de los pintores más importantes que duermen en la pinacoteca. La Cátedra del arte ha traído en las anteriores citas al "dreamteam" (dicho por Falomir) de la Historia del Arte y en esta ocasión es el turno del profesor Reindert Falkenburg, vicedirector de Difusión Cultural e Intelectual de la Universidad de Nueva York en Abu Dhabi. Este año se hablará de El Bosco y su discípulo Pieter Bruegel y girará en torno a los conceptos estéticos e interpretativos de sus obras así como en los conceptos de curiosidad y conversación que se dan cita en las mismas.



"Es la primera vez que hacemos una Cátedra sobre una exposición y la planteamos como una aproximación lo más integral posible", comenta Miguel Falomir, director adjunto de la pinacoteca. Primero fue la idea y después la elección del ponente que fue escogido "no solo por su magisterio en El Bosco sino por su constante curiosidad y capacida de mirar las obras de forma siempre novedosa", amplía. Además, no es una persona ajena al Museo y a la muestra del maestro flamenco ya que ha participado en la génesis del documental sobre El jardín de las delicias que ha grabado José Luis López Linares y que se estrena la semana que viene.



El ciclo de conferencias que tendrá lugar los próximos meses de octubre y noviembre, patrocinado por la Fundación Amigos del Museo del Prado, ha apuntado Falkenburg, se divide en dos partes. Las tres primeras citas girarán en torno a los aspectos formales de las obras de ambos artistas y las tres últimas a la interpretación monográfica de las mismas. "Si estudiamos las pinturas de Bruegel y El Bosco vemos que representan el mundo que les rodea pero no son tan solo representaciones del siglo XVI sino que rozan otros mundos: el divino, el metafísico, el espiritual y el mundo interior del ser humano", apunta el experto. Esa es una de las razones por las que entender a El Bosco resulta tan complicado. Además de representar el mundo exterior e interior de su tiempo "incluye también el mundo onírico", añade. Ahí está el enredo y la razón por la que nos mantiene embrujados. Además, lo subyacente en El Bosco son las referencias al mundo de los demonios que son quienes nos incitan al mal, lo que le diferencia de su pupilo Bruegel, del que se extrae que el mal no procede del submundo sino que "nos rodea manifiestamente".



Por ello, Falkenburg ha planteado "unas sesiones interactivas e interpretativas en las que el público tendrá que participar" y meterse en la mente de los artistas. De ellos se sabe poco, tan solo unas pinceladas biográficas pero sí "podemos preguntarnos cómo nos afectan sus obras, cómo pudieron vivirlas ellos y cómo como espectadores modernos podemos medirnos en ellas". Como una especie de espejo en el que mirarnos porque desde el punto de vista religioso El Bosco es muy tradicional pero desde el punto de vista artístico fue un revolucionario. Aunque, dicho sea de paso, Falkenburg advierte de que el ojo que mira las obras de El Bosco tiene que ser un ojo no entrenado en la Historia del Arte sino un ojo "sofisticado y espiritual".



Muchos críticos de arte dicen sobre El jardín de las delicias que es una obra moralizante pero el experto no está de acuerdo con semejante afirmación. De hecho, cree que es "un espejo principesco con rasgos enciclopédicos en el que habla de la historia de la humanidad desde su origen". Y no de manera negativa ya que "Adán y Eva en la primera parte del tríptico plasman la idea de un futuro salvador y el infierno que representa en la tercera parte del cuadro no tiene por qué significar el fin del mundo sino una reflexión de cómo podría terminar la humanidad sin ese Cristo salvador", señala.



Además, las diferentes figuras de las obras representan a personas o personajes conversando, no de manera verbal sino gestual y hace que se cree un diálogo con el espectador. Pero, Falkenburg siempre ha evitado pensar que es un experto y prefiere calificarse como "intérprete de obras de arte" porque a pesar de haber estudiado a El Bosco durante 11 once años cada vez que mira El jardín de las delicias se sigue sorprendiendo porque aúna "el mundo real, el mundo interior y el mundo onírico".



@scamarzana