Ainhoa Amestoy
La actriz y dramaturga llega al Teatro Español con Quijote. Femenino. Plural, una revisión del clásico cervantino de la mano de sus personajes femeninos.
Pregunta.- La obra vuelve a escena para celebrar el aniversario del Cervantes, pero ya tiene una larga vida, ¿cómo surge?
Respuesta.- La obra se concibió en el año 2005 con motivo del aniversario de la primera parte del Quijote. Fanny Rubio estaba creando un equipo de filólogos y artistas para explorar el universo femenino del Quijote y se puso en contacto conmigo para darle una perspectiva teatral. La iniciativa fue de sumo interés porque excepto estudiosas aisladas como Concha Espina o María Zambrano nadie había estudiado esta visión femenina y todavía no se había ahondado suficientemente en este tema.
P.- La puesta en escena fue originalmente un monólogo, ¿por qué ahora el salto al diálogo?
R.- En su momento fue concebida así, pero ahora le hemos dado la vuelta y la hemos convertido en diálogo porque me parecía interesante ajustarnos a los nuevos tiempos y me gustaba la perspectiva solidaria que le da el hecho de que seamos dos mujeres en escena interpretando estas múltiples voces. La historia la relatamos dos juglaresas del barrio de Lavapiés, un barrio muy cervantino, que establecemos ese puente necesario con la contemporaneidad y de esa manera podemos dar un punto de vista del recorrido cervantino desde la España de hoy.
P.- ¿Qué destaca en las mujeres de ese universo cervantino, cómo son los personajes femeninos del Quijote?
R.- Lo verdaderamente particular que tienen estos personajes es que Cervantes, a diferencia de otros autores españoles y extranjeros, da voz a las mujeres. El siglo XVII es una sociedad patriarcal donde las mujeres están silenciadas por la voz de sus padres, hermanos, maridos... como mucho salían a la iglesia o a visitar a un familiar, pero la vida la hacían en las casas. Cervantes decide darles voz y hacer que puedan expresarse y salir al mundo, cumplir sus ideales y convertirse en mujeres contemporáneas. En Lope todavía vemos muchos arquetipos, aunque también tiene algún personaje contemporáneo, en Calderón, por supuesto, vemos a la mujer encorsetada, incluso Shakespeare presenta una mujer mucho menos liberada que esta mujer cervantina.
P.- Ahora que estamos en este periodo de especulaciones sobre su vida, ¿por qué Cervantes tenía esta visión, le influyó el vivir rodeado de mujeres?
R.- Sí, eso sin duda. Además, él pretendía dar una visión ilustrada del mundo. Vemos que la mayor parte de las mujeres de la obra son mujeres lectoras. Exceptuando a cinco o seis, el resto sorprendentemente ha leído, y más allá de libros religiosos que eran los que habitualmente se leía en la época. Son mujeres cultas y creo que Cervantes quiere dar ese juego a la literatura, defender que más allá del puro divertimento la literatura tiene que ser enseñanza también.
P.- En la trama de la obra, Sanchica sigue los pasos de Quijote y Sancho y va viviendo sus mismas aventuras. Este camino le va sirviendo de aprendizaje, ¿establece un paralelismo con el propio camino del Quijote, que del principio al final modifica también al personaje y su visión?
R.- Buscamos ser fieles al mensaje cervantino. Las dos actrices y el director somos filólogos así que queremos que Cervantes se exprese. Es él el que habla, vamos transitando por sus pasos, y lo cierto es que nos sorprenden todos esos personajes femeninos que son infinitos. Cervantes menciona a más de cien mujeres a lo largo de la obra, y hay más de 40 que tienen acción, son mujeres a las que el Quijote escucha, que se convierten en protagonistas y todas van en pos del camino hacia la libertad que es el fondo último del Quijote. Nuestra Sanchica va a tener todo un recorrido iniciático, se va a convertir de adolescente en mujer gracias a las enseñanzas que le brindan las mujeres quijotescas, y también encontrará la libertad.
Ainhoa Amestoy y Lidia Navarro en un momento de Quijote. Femenino. Plural
P.- La protagonista se va encontrando con esa pléyade de mujeres, ¿qué le van enseñando, qué aprende en su camino?R.- Le van diciendo que ella puede hablar y decidir, que sus mayores o los hombres que le rodean no son los que tienen que hablar por ella. Que puede dejarse sorprender por la vida, que una ínsula o un principado no suponen la libertad, sino la esclavitud. Que no hay que encerrarse en lo que aparentemente pensamos que es lo mejor, sino aprender a descubrir, a dejarse sorprender, saber que tenemos personas a nuestro lado que nos van a ayudar y tener esa fuerza, ese empuje necesario en la vida. Es un mensaje sumamente optimista y empático con el espectador de hoy que necesita ese empuje optimista.
P.- Tal y como lo plantea estas mujeres podrían estar plenamente integradas en el siglo XXI, ¿son personajes que uno podría ver a día de hoy?
R.- Sí, sin duda alguna. Marcela, por ejemplo, dice que ella no quiere tener contacto con los hombres y que busca simplemente que la dejen estar, que la dejen ser libre. Dorotea pelea por sus intereses, se desvincula de su familia y se lanza al mundo. Todas ellas persiguen sus metas y hoy en día encontramos múltiples mujeres que dejan ese espacio de comodidad para enfrentarse a las cosas con gran valentía, en soledad, si es necesario, o en compañía.
P.- Precisamente el personaje de Marcela, afirma: "Marcela no tiene al varón como medida del mundo". Cuesta mucho poner eso en boca de una mujer del siglo XVII, ¿es realmente un personaje de la época?
R.- Marcela es la más épica y la más feminista. Nosotros, aunque pueda parecerlo a simple vista, no hemos querido buscar una pieza feminista, hemos querido hacer una pieza femenina, que hable de la mujer, algo que considero que hoy en día sigue siendo necesario. Son personajes de todas las épocas. El público femenino actual se deja fascinar y se sorprende de esa modernidad que tienen y sienten algo sumamente equiparable entre ellas mismas y lo que cuentan estas mujeres, o sea que el paralelismo está ahí aunque haya 400 años de por medio.
P.- Usted es actriz y dramaturga, en la escena española sí hay multitud de actrices, pero es mucho más extraño ver dramaturgas, ¿por qué hay tan pocas?
R.- Ahora están surgiendo muchas más. Tenemos por ejemplo a Irma Correa, con la que voy a tener el gusto de colaborar el próximo año, a Blanca Domenech, a Lucía Vilanova, y también a las más clásicas como Icíar Pascual, Yolanda Pallín... Dramaturgas hay, pero creo que se les tiene que dar la oportunidad, algo que en ciertos casos se está haciendo como Ernesto Caballero desde el CDN, o yo misma en el Español; de poner sus montajes en escena. El material está, el talento está, lo que tenemos que encontrar son los apoyos. Los programadores con puestos de responsabilidad tienen que esforzarse porque exista esa igualdad, que tiene que comenzar a nacer desde el propio sector.