'Arenas movedizas': aún quedan muros
Arenas Movedizas narra con lucidez los acontecimientos previos a la caída del muro de Berlín allá por noviembre de 1989. Por tanto se inscribe dentro del selecto grupo de cómics que ha prestado atención a los episodios clave del pasado siglo XX. Ahí quedan para la reflexión y el disfrute obras como el archiconocido Maus de Art Spiegelman, Palestina de Joe Sacco, Persépolis de Marjane Satrapi o cualquiera de los relatos de Jacques Tardi sobre las Guerras Mundiales. De hecho, estas piezas comparten elementos de estilo y de discurso para constituir casi un subgénero por sí mismas: tragedias personales como motor de la narración, fuerte carga autobiográfica, crónica en primera persona -o casi-, grafismo realista en blanco y negro.
Aquí es donde el relato de Alexaner Lahl y Max Mönch, con lápices de Kitty Kahane, escapa del encasillamiento de los clásicos antes mencionados: el tono y la intención son bien distintos. Y es que quizá haya algo generacional en esta propuesta que, a todas luces, pertenece con vehemencia al siglo XXI. La trama se organiza sobre las vicisitudes de un periodista, Tom Sandman, que viaja al epicentro del histórico momento donde asiste como protagonista privilegiado al derrumbe del último símbolo de la Guerra Fría. Pero más importante que los hechos, en Arenas Movedizas destaca cómo se cuenta la historia, con breves capítulos que recuperan protagonistas y ubicaciones, y, por supuesto, aquel estado emocional fracturado que supuso vivir en el Berlín Oriental de Erich Honecker y la Stasi. Un fino sentido del humor y un planteamiento de ritmo creciente combinados con elementos de thriller desembocan en una experiencia amena y enriquecedora sazonada con una aventura sentimental.
De colores poderosos y contrastados, perfilados por un trazo vibrante, esta novela gráfica alterna páginas figurativas con otras simbólicas y de corte expresionista. Una novela gráfica capaz de entretener con inteligencia rememorando circunstancias olvidadas pero que merecen recuperar la plena actualidad, sobre todo en un contexto mundial donde las propuestas de “levantar muros” se están convirtiendo en la respuesta automática a determinados problemas de convivencia. Quizá sea este el sino del ser humano, levantar murallas donde no se encuentran las palabras.