El premio de El Cultural no es su único motivo de orgullo: acaba de regresar de Suiza, donde asistió al preestreno de la primera obra de teatro de su hija Ana por una compañía de actores hispanos que en febrero representarán la obra en alemán y se quedó “turulato y deslumbrado”. Como con el reconocimiento de “lectores tan cualificados” como nuestros críticos...
"En 'El río del Edén' he querido tratar sobre nuestra falta de tesón para ser consecuentes con las cosas que amamos y en las que creemos"
-¿Cuáles son las claves de El río del Edén, la traición, el amor, los paraísos perdidos...?
-He querido tratar sobre nuestra falta de tesón para ser consecuentes con las cosas que amamos y en las que creemos. El amor entre Daniel y Tere fracasa por la incoherencia que introducen en su relación. La deslealtad siempre conduce a la pérdida de un paraíso. Aunque el tema de la fragilidad del amor, y su poder redentor, es acaso el centro de todo.
-Hay quien ha visto entre Daniel y su hijo Silvio una relación casi quijotesca.
-Ciertamente, entre Daniel y Silvio puede haber una relación quijotesca. Lo que pasa es que los papeles no están claros: Daniel es sanchopancesco pero también quijotesco, mientras que Silvio es un Quijote ingenuo, inocente.
-¿Y usted?
-El Quijote tiene un mensaje claro: cree en tus sueños, lucha por tus sueños. Yo escribo, y es una forma de soñar y de luchar por mis sueños.
-¿Este momento era el mejor para “volverse” realista?
-Bueno, sobre todo era la ocasión de escribir sobre sentimientos, porque no hay que olvidar que en el momento histórico dramático que estamos atravesando todos los sentimientos están a flor de piel. Y dejé de lado la metaliteratura y lo fantástico porque en este caso me parecía más eficaz.
Confiesa Merino que, a pesar de su aspecto bonachón y de no haber mantenido polémicas con nadie, es más vehemente de lo que parece y que se irrita a menudo, “pero intento contenerme, aunque no dejo de apoyar y suscribir toda iniciativa que me parece justa y razonable, y desde luego en los últimos tiempos he firmado unas cuantas, gracias a esa accesibilidad que permite la red...” No se ve, en cambio, recorriendo el manifestódromo que hoy es Madrid con otros académicos en defensa del idioma, porque, dice bienhumorado, “el trabajo de la RAE debe ser reposado, basado en el análisis y en la reflexión... Nosotros no podemos obligar a nadie a hablar correctamente, esa competencia está en otras instancias”.
"Nos falta un liderazgo que supiese canalizar sabiamente la insatisfacción general para buscar más democracia"
-Volviendo a El río del Edén, uno de sus ejes es la traición y pocas veces el español medio se ha sentido tan traicionado por políticos, banqueros.... ¿Estamos tan indefensos como parece ?
-Seguramente nos falta un liderazgo que supiese canalizar sabiamente la insatisfacción general para buscar más democracia, mejor participación pública en las decisiones políticas, una reforma profunda para que las estructuras colectivas no nos llevasen a situaciones catastróficas como las que estamos viviendo, una clara, automática y ejemplar depuración de responsabilidades...
Y sigue mojándose. Así, le indigna la indiferencia del Primer Mundo hacia el hambre del resto de la humanidad, que haya niños asesinados de primera segunda y tercera clase, o que “en los Estados Unidos, donde se predica la libertad individual como el patrimonio más importante ¿cómo llegar a pensar que el derecho a las armas incluya las armas de guerra? Detrás hay intereses turbios, manipulaciones obscenas de la opinión pública”.
-Demasiada realidad. ¿Piensa seguir literariamente esa vía?
-No lo sé. Lo que sí tengo avanzado en un volumen de cuentos dispersos, realistas, fantásticos y metaliterarios.
-¿Qué libro de 2012 recomienda al lector de El Cultural?
-He disfrutado de bastantes, pero citaré El hombre tranquilo, de Maurice Walsh; La cabeza de llamas de Luis Mateo, La tragedia de la Calle de las Flores, de Eça de Queirós o Canción errónea, de Gamoneda...