Sergio Peris Mencheta
"Mi Tempestad habla mucho de este fin del mundo en el que estamos"
20 diciembre, 2012 01:00Sergio Peris Mencheta. Foto: El Mundo
El actor y director estrena hoy en Matadero una versión moderna del clásico de Shakespeare
Pregunta.- Se han comido el artículo y han dejado la obra sólo en Tempestad, ¿Por qué?
Respuesta.- Porque es un montaje muy nuestro. Para crearlo nos encerramos seis meses a trabajar, algo que está fuera del protocolo habitual de los ensayos, y nos inventamos nuestra propia tempestad. Queríamos marcar la diferencia desde el título porque con este clásico el público espera ver bien la gran obra de Shakespeare, bien un tostón. Esto es otra cosa.
P.- Es una versión que se adapta a la escasez de medios.
R.- Hemos usado las pocas herramientas que nos quedan con la situación como está. Yo hablo de un pepeviyuelismo, porque con una escalera hacemos mil cosas. Es lo que toca, sacar partido. Y es una especie de homenaje a ese teatro desnudo, porque esta obra requiere o muchos efectos o mucha imaginación y hemos tomado el segundo camino. Habla mucho del momento en el que estamos, esa cosa del fin del mundo. Lo que creo es que los mayas hablaban en realidad de un cambio de era. En torno a esa premisa, la de la mutación, ha girado nuestra propuesta y eso que la empezamos en febrero, antes de que el fin del mundo fuera trending topic.
P.- Entonces han relacionado La tempestad con la tormenta que cae estos días.
R.- Eso es. La obra habla de una tempestad interna, de un proceso de cambio. Un personaje empieza adorando el poder y termina odiándolo; otro empieza solo y acaba enamorado... En la propuesta trascendemos estos cambios al actor y al personaje. El cambio está actuado, a la vista del espectador.
P.- ¿Y el texto?
R.- Partimos de la traducción de Cátedra, porque es ahí donde empezó mi aventura como actor. Conejero, del que soy amigo, ha dado carta blanca. Se acercaría a La tempestad que hoy se puede escuchar. Trínculo, por ejemplo, habla como se habla hoy. Hemos añadido y quitado lo que nos parecido teniendo en cuenta que desde el momento en el que te enfrentas a una obra traducida ya es una versión. Hay más libertad para jugar y descuajaringar el texto.
P.- Asunto más complicado con nuestros clásicos. ¿No le hace un Lope?
R.- Al estar en verso rimado tienes que respetar el octosílabo y hay poca mano para cambiar. Pasa con Calderón, con Tirso... Apuesto por traer a los clásicos a nuestro lenguaje, hacer algo moderno con ellos. Recuerdo que una vez Peter Brook decidió cortar un trozo de monólogo de Hamlet de buenas a primeras. Al respecto, me dijo: "Mira, si Shakespeare estuviera vivo hoy se llamaría Eminem haría rap". En esa línea estamos, en la de acercar los clásicos al espectador. Me gusta el tratamiento que le dan Miguel del Arco y Andrés Lima, porque apuestan por un teatro diferente fuera del sistema, lejos del encargo, de la necesidad de un resultado.
P.- Teatro por amor al arte es de lo que habla.
R.- De amar lo que hacemos. Yo dirijo porque quiero devolver al teatro lo que me da, estoy intentando merecerlo. Cuando me planteo hacer este Shakespeare hay una tricefalia mía. Aquí está Conejero, que trabaja más con el significante, y con quien empecé; mi escuela, la de Juan Carlos Coraza, que se centra más en el significado; y mi andadura con Peter Brook, que me ha abierto la posibilidad del juego y que es la que más me ayuda como el director. La palabra inglesa play es maravillosa en este sentido.
P.- Hace poco estrenó en Matadero la obra de Juan Diego Botto Un trozo invisible de este mundo. ¿Le gusta el espacio?
R.- Estuve también en la Nave 2, donde estrenamos ahora, con Incrementum y fue una auténtica gozada. Es una sala muy cercana, que está en la vanguardia y que debería programar sólo vanguardia. Es un sitio muy Berlín. A los que estamos proponiendo cosas nuevas nos toca estar ahí y alejarnos de la cultura de la subvención. Si no alimentamos el bolsillo, al menos que sí alimentemos el alma, y Matadero es perfecta para eso.
P.- Aquella obra de Botto se acercaba al teatro social.
R.- Es muy distinta a lo que estoy haciendo ahora. Un trozo invisible... era una respuesta a lo que pasa en la calle, en la que no había metáfora ni ficción. Hay mil millones de personas que pasan hambre, eso no es teatro. Es necesario que vuelvan estas obras.
P.- Sobre todo ante una cartelera tan anodina como la de esta temporada, con tanto reestreno, como se quejaban en Mercartes la semana pasada.
R.- Estoy harto de ver reposiciones de Testigo de Cargo, La ratonera... estamos más faltos de coraje que de ideas. Me pone muy triste, porque nuestro teatro, y no sólo la selección de fútbol, también debería representarnos y además hablar de la situación por la que atravesamos. Nuestra compañía, El Barco Pirata, apuesta por actores desconocidos en el reparto. Mario Casas está muy bien pero ¿Por qué va a tener que hacerlo todo él? De todas formas, el teatro siempre ha existido y tendrá larga vida. Como dice mi amigo Víctor Clavijo, es el verdadero 3D.