Juan Bonilla
La cultura siempre tiene que pedir perdón por las subvenciones
4 mayo, 2010 02:00El escritor Juan Bonilla. Foto: Ricardo Cases
Estrena cuento en 'Seis Relatos Seis', la antología malagueña del género corto que acaba de publicarse
Con el propósito de desmontar los clichés del typical spanish a golpe de cuento Seis Relatos Seis (Área de Cultura del Ayuntamiento de Málaga, 2010), coordinada por Miguel Ángel Oeste recoge media docena de novísimos relatos cuya acción se desenvuelve en la metrópoli mediterránea. ¿Los autores? Pablo Aranda, Juan Bonilla, José Antonio Garriga Vela, Justo Navarro, Antonio Soler y Alfredo Taján.
Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966), escritor y periodista, se ofrece aquí a presentar la antología, afirma que por fin se apuesta por el cuento, un género con tanto peso cultural como injustamente aparcado en la cuneta literaria, y matiza anteriores opiniones contundentes sobre el horizonte eBook que se nos echa encima.
PREGUNTA.- En la introducción a Seis relatos seis Miguel Ángel Oeste advierte de que los seis autores que firman los cuentos han deconstruido, sin ser conscientes, los clásicos estereotipos hispánicos y, en concreto, malagueños. ¿Está de acuerdo?
RESPUESTA.- Yo siempre estoy de acuerdo con lo que dice Miguel Ángel Oeste, pero como bien dice, al no ser consciente de haber deconstruido nada, no puedo argumentar en qué consiste mi deconstrucción. Supongo que su afirmación procede de mirar el libro a vista de pájaro, no por lo que cada cual haya puesto, sino por la imagen global. Por lo que a mí respecta no tengo conciencia de que queden estereotipos hispánicos, menos aún malagueños, y si existen, no son para mí fuente de inspiración de ningún tipo.
P.- ¿Cómo nace su relato El llanto?
R.- De unos vecinos que tengo a los que les dio por ser padres, de unas cuantas noches oyendo llorar al bebé del vecino, de la extrañeza de comprobar que los padres no le hacían ni caso al bebé. Estoy trabajando en una serie de relatos sobre la venganza como tema. Me bastó adaptar el cuento que estaba escribiendo al encargo de Miguel Ángel Oeste: él sabe que yo no escribo cuentos por encargo, pero se las arregla siempre para que los cuentos que ya tengo escritos se adapten a sus encargos. En este caso, bastaba con reflejar algún aspecto -barrio, personaje, situación- de la ciudad de Málaga.
P.- Tras muchos años parece que el cuento comienza a levantar la losa que pesaba sobre el género. ¿Vuelven a apostar los editores por el relato o es sólo una ilusión?
R.- Ojalá no sea una ilusión. Yo, en esto, no puedo quejarme, porque mis libros han salido siempre en editoriales prestigiosas. Pero por la cantidad de libros de relatos que se publican, y la calidad de muchos de ellos, parece que sí, que va llegando la hora de que, como decía hace poco Javier Rodríguez Marcos en El País, el cuento se haga grande. Si miras a nuestra propia historia, la verdad es que siempre fue un género importante. En los años veinte, se leían mucho publicaciones como La novela de hoy o La novela semanal, que en realidad publicaban cuentos de 20 o 30 páginas. En los años cincuenta y sesenta, dada la penuria por la que se atravesaba, el cuento era una válvula de escape -en el sentido económico también- pues permitía publicar en revistas y periódicos, sin contar con los premios que se organizaban.
P.- ¿Cómo ve la vida cultural y literaria malagueña, ¿efervescente o amodorrada por la crisis?
R.- Efervescente sin duda. Pasan muchas cosas, y funcionan unas cuantas instituciones: Centro de la generación del 27, Instituto del Libro, Festival de Cine, CAC. Algunas de sus iniciativas trascienden lo de "vida cultural", como el hecho de que el Instituto del Libro le pusiera una tumba digna en el cementerio de San Miguel a Jane Bowles. Comparada con la moribunda Sevilla, me parece muy evidente que de las ciudades andaluzas Málaga es la más vigorosa.
P.- ¿Hay vida en Andalucía más allá de la cultura subvencionada?
R.- Pues más o menos como en el resto del país. Lo de cultura subvencionada es uno de esos lugares comunes que siempre salpican a la cultura y no a otras muchas actividades. ¿Te atreverías a hablar de pesca subvencionada, de banca subvencionada? Parece que la cultura siempre tiene que pedir perdón por lo de las subvenciones, en un mundo donde se subvenciona hasta la bondad: mírate el listado de ONGs y compara cuánto nos cuesta ser buenos con el mundo, y cuánto nos cuesta organizar lecturas en institutos.
P.- Creo que estuvo muy beligerante recientemente en una mesa redonda junto a Vargas Llosa en defensa del libro de papel frente al electrónico. ¿No le ve la gracia al eBook?
R.- No es verdad que estuviera beligerante, no soy nada apocalíptico ni en este ni en ningún otro asunto. Sólo dije que si colocaba un eBook al lado de un libro, me daba la impresión de que el objeto más evolucionado era el libro, que el eBook parecía el primer paso para llegar al libro. Claro que si comparo un programa de televisión de los años setenta con uno de hoy, también me parecerá que el programa más evolucionado es el de los años setenta. Me hago mayor, eso es todo. Pero no tengo nada contra el eBook, sólo que me parece muy ingenuo pensar que ese instrumento vaya a mejorar nada, y me parece más bien un estupendo negocio de unos fabricantes que por decir que puedes viajar con 3.000 títulos encima, creen que ya están evidenciando las ventajas del instrumento nuevo sobre el libro. ¿Quién quiere viajar con 3.000 títulos encima? Lo que sí creo es que el eBook puede dar pie al nacimiento de un nuevo género literario, que no sé cómo se llamará: la investigación de Arcadi Espada & CIA sobre la novia judía de Josep Pla, por ejemplo, es un caso excelente de ese nuevo género que sólo tiene sentido en un eBook. Y no descarto alguna vez hacer algo de ese nuevo género.