Luis Landero
"Casi todos los escritores somos unos inmaduros"
23 noviembre, 2009 01:00Luis Landero. Foto: Javi Martínez
Alberto OjedaDice Luis Landero que se ha "desmadrado" un poco en un Retrato de un hombre inmaduro, su última novela. Su protagonista es un anciano encerrado en un hospital, a punto de morir, que vuelve sobre sus días. El escritor extremeño se vale pues de un personaje que "ya no gana nada mintiendo" y que repasa su vida al albur de la memoria, siempre caprichosa a la hora de seleccionar momentos. A partir de un planteamiento así la libertad para contar es plena. Y es lo que ha aprovechado el autor de Juegos de la edad tardía, que casi sin proponérselo ha perfilado una de radiografía del hombre contemporáneo.
Pregunta.- Atrapar el interés del lector durante más de 200 páginas con las andanzas de un tipo del montón. ¿Ese era el reto de esta novela?
Respuesta.- No creo que sea una persona tan normal, porque tiene una mirada muy lúcida y sabe contar muy bien lo que le ocurre. Es normal en la medida en que casi todos nosotros lo somos. Además, el gran logro de Stendhal, Balzac, Flaubert y compañía fue incorporar a las héroes anónimos a la literatura.
P.- ¿Diría que el truco es que la novela no se centra tanto en la introspección del protagonista como en la pléyade personajes que giran a su alrededor?
R.- Sí, el protagonista es un personaje de puertas afuera, no escudriña su identidad, no bucea en su propio ser. A él le interesa el mundo y se abre a él.
P.- ¿En qué medida puede considerarse un paradigma del hombre contemporáneo?
R.- Yo he intentado moverme en el mundo de lo concreto. Pero es verdad que es un mar de contradicciones, de incertidumbres, con una conducta errática y amoral, algo que está en muchos de nosotros.
P.- ¿Puede ser una virtud la inmadurez?
R.- Sí, lo es un poco conservar rasgos infantiles: la capacidad de asombro, de mirar alrededor, de dudar... La inmadurez despierta simpatía. Cuando te llaman inmaduro parece que tiene algo de halago. Los escritores, en general, lo somos un poco todos. El protagonista de mi novela lo es por su desorientación, porque no comprende bien el mundo. Le faltan criterios para hacerlo.
P.- Ha reconocido que es su novela más desmadrada, más libre...
R.- Es la historia de un hombre que cuenta su vida cuando está a punto de morir. Su relato es muy sincero, porque ya no gana nada mintiendo. Y está guiado por los caprichos de la memoria, como si su recapitulación no tuviera estructura, aunque sí lo está, y de manera muy rigurosa.
P.- Chamberí es protagonista en la novela. ¿Qué tiene este barrio que no tengan otros?
R.- Tiene lo que todos lo barrios. En Madrid los barrios son como pueblos y yo que vengo de un pueblo busco mi territorio. En este barrio encontré mi pueblo. Y muchos de los personajes que salen en la novela están tomados de él.
P.- Le dedica la novela a Antonio López Lamadrid, su editor. ¿Qué recuerdo tiene de él?
R.- A mí me gustaría que a Tusquets y a Anagrama les dieran el Príncipe de Asturias, por su extraordinaria y sorda labor durante estos 40 años. Toni era para mí un amigo, alguien del que era muy fácil encariñarse, muy elegante, y con no se qué renacentista. Yo me sentía protegido por él y he sentido muchísimo su pérdida.
P.- La guitarra no la toca ya apenas. ¿Le da pereza o es que la respeta demasiado?
R.- La principal razón es que no he cambiado mi repertorio en casi 40 años, desde que tenía 19 o 20 años, que era cuando la tocaba bien. Si la cojo es para tocar la misma soleá o la misma bulería de siempre, y me digo "para qué".
P.- ¿Ahora que ha dejado la docencia cree que escribirá más?
R.- Siempre he tenido tiempo, porque tenía buenos horarios. Ahora sí tengo la posibilidad de concentrarme y ensimismarme más profundamente. Pero no sé si eso se traducirá en que escribiré más o menos, vaya usted a saber.
P.- ¿Cómo va su ensayo sobre las mejores escenas eróticas literarias?
R.- No sé si lo terminaré. Mi idea es titularlo Polvos de papel, y recoger los 25 mejores polvos en la gran literatura. Les añadiría mis comentarios personales. Pero, de momento, sólo llevo tres.